LECTURAS
- Isaías 61,1-2a.10-11
- Salmo responsorial
- Tesalonicenses 5,16-24
- Juan 1,6-8.19-28
El evangelio de
hoy, lo mismo que el domingo pasado, nos habla de uno de los personajes que nos
ayudan, y que es modelo de preparación, en este tiempo de Adviento: Juan
Bautista. Este profeta nos facilita el acceso al Señor: “Yo soy la voz que
grita en el desierto:” Allanad el camino del Señor”.
Esta llamada de
Juan Bautista no puede quedar como palabras que se lleva el viento, sino que
debemos preguntarnos y concretar cómo allanar cada uno de nosotros el camino al
Señor, y así preguntarnos: ¿qué cosas deberíamos hacer para facilitarle el
acceso hasta nosotros? ¿Qué barreras y obstáculos le ponemos habitualmente que
impiden que se nos acerque ? Y no olvidemos que allanar el camino debe ser
también allanar el camino a los otros en vez de complicarles la vida todavía
más, porque esto es levantar muros y
encerrarnos en nuestro pequeño mundo de intereses y gustos.
Los sacerdotes y levitas de
Jerusalén preguntan a Juan: “¿Tú quién eres? Y la respuesta de Juan es que él no es el Mesías,
simplemente prepara el camino del Señor, y con humildad dice: “Yo bautizo con
agua; pero en medio de vosotros hay uno que, no conocéis, el que viene detrás
de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
También nosotros que vivimos en un mundo
de apariencias y grandezas, al tiempo que tenemos miedo al qué dirán, debemos
preguntarnos: ¿Quiénes somos nosotros respecto a Jesucristo? ¿Sus admiradores?
¿sus amigos y seguidores? Juan se siente servidor de Jesús, invitando al pueblo
a preparase a recibir al Mesías, que es el importante.
Y yo que soy cristiano: ¿Cómo preparo el
camino al Señor en mi familia, con mis amigos, con los compañeros de trabajo?
Juan el Bautista nos enseña a ser
humildes y anunciadores de Jesucristo, nuestro salvador. Que nuestra vida cristiana esté
construida por la búsqueda del bien común, el diálogo con los demás, el compromiso
por los más necesitados, con la preocupación de que nuestra familia también
sean buenos cristianos, y con la confianza puesta en Jesucristo, que quiere que
vivamos con alegría y esperanza en el Dios que nos quiere por encima de todo y
nos ha llamado a participar de su gloria eterna.
LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
El evangelio de
hoy, lo mismo que el domingo pasado, nos habla de uno de los personajes que nos
ayudan, y que es modelo de preparación, en este tiempo de Adviento: Juan
Bautista. Este profeta nos facilita el acceso al Señor: “Yo soy la voz que
grita en el desierto:” Allanad el camino del Señor”.
Esta llamada de
Juan Bautista no puede quedar como palabras que se lleva el viento, sino que
debemos preguntarnos y concretar cómo allanar cada uno de nosotros el camino al
Señor, y así preguntarnos: ¿qué cosas deberíamos hacer para facilitarle el
acceso hasta nosotros? ¿Qué barreras y obstáculos le ponemos habitualmente que
impiden que se nos acerque ? Y no olvidemos que allanar el camino debe ser
también allanar el camino a los otros en vez de complicarles la vida todavía
más, porque esto es levantar muros y
encerrarnos en nuestro pequeño mundo de intereses y gustos.
Los sacerdotes y levitas de Jerusalén preguntan a Juan: “¿Tú quién eres? Y la respuesta de Juan es que él no es el Mesías, simplemente prepara el camino del Señor, y con humildad dice: “Yo bautizo con agua; pero en medio de vosotros hay uno que, no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
También nosotros que vivimos en un mundo
de apariencias y grandezas, al tiempo que tenemos miedo al qué dirán, debemos
preguntarnos: ¿Quiénes somos nosotros respecto a Jesucristo? ¿Sus admiradores?
¿sus amigos y seguidores? Juan se siente servidor de Jesús, invitando al pueblo
a preparase a recibir al Mesías, que es el importante.
Y yo que soy cristiano: ¿Cómo preparo el
camino al Señor en mi familia, con mis amigos, con los compañeros de trabajo?
Juan el Bautista nos enseña a ser humildes y anunciadores de Jesucristo, nuestro salvador. Que nuestra vida cristiana esté construida por la búsqueda del bien común, el diálogo con los demás, el compromiso por los más necesitados, con la preocupación de que nuestra familia también sean buenos cristianos, y con la confianza puesta en Jesucristo, que quiere que vivamos con alegría y esperanza en el Dios que nos quiere por encima de todo y nos ha llamado a participar de su gloria eterna.
LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA