lunes, 28 de diciembre de 2020

Día 27 de diciembre de 2020. Domingo de la Sagrada Familia.

 

LECTURAS

  • Génesis 15,1-6;21,1-3
  • Salmo responsorial 127
  • Hebreos 11,8.11-12.17-19
  • Lc 2,22-40

Un refrán africano dice: “Si quieres ir rápido, camino solo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado”. La familia es la escuela donde aprendemos  a caminar acompañados: aprendemos a tejer relaciones con los otros miembros de la familia que, sin buscarlos, los encontramos según venimos a la vida; así, los hijos que van naciendo se encuentran con unos padres que ellos no han elegido, y si hay varios hijos, estos van encontrando  hermanos que ya están en la familia o que vendrán después.

En la familia se aprende a pedir  lo que necesitamos, y también se aprende  a agradecer lo que recibimos; se aprende a dar y recibir con amor, y cuando hay conflicto  y las relaciones se tensan, hay que procurar que el perdón y la reconciliación curen las heridas, porque  si esto no se hace a su debido tiempo, vendrán los conflictos incluso en el futuro.

El lema de esta jornada de la Sagrada Familia es: “Los ancianos, tesoro de la Iglesia y de la sociedad”. Presumimos de ser una  sociedad desarrollada y del bienestar, y sin embargo a veces, el cuidado de los mayores brilla por su ausencia, porque no se les atiende correctamente, bien porque se les considera inservibles, bien  porque son un estorbo que limita nuestra capacidad de movimiento. El Papa Francisco denuncia este modo de proceder actual, al que llama “cultura del descarte” porque, muchas veces,  se considera a las personas como cosas que una vez usadas, si resultan molestas se tiran.

Hoy se nos propone prestar una atención especial a los mayores, y mostrar nuestro cariño a quienes nos han dado todo, incluso la vida; a quienes se han desvivido y trabajado en condiciones difíciles para legarnos el mundo en el que hemos alcanzado gran progreso y del que disfrutamos como nunca.



LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: CUMPLIR LA PROMESA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 



sábado, 19 de diciembre de 2020

Día 20 diciembre. Domingo IV de Adviento.

 

LECTURAS

  • 2 Samuel 7,1-5.8b-11.16
  • Salmo responsorial 88
  • Romanos 16,25-27
  • Lucas 1,,26-38


El relato evangélico nos presenta a María  receptora privilegiada del anuncio de la presencia de Dios en ella, y por ella  Dios se hará presencia histórica en la humanidad. María recibe con sorpresa  la gran noticia, en primer lugar porque “no conoce varón”, es decir, aunque está prometida a José, sin embargo todavía no viven juntos; y en  segundo lugar, le sorprende que  ella, una humilde aldeana, pueda dar a luz un hijo que se llamará Hijo del Altísimo, es decir, que procede  de Dios. El ángel  revela a María que Dios actuará de manera extraordinaria  en ella haciendo posible el misterio que se le anuncia: “El Espíritu Santo  vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.

Y María se  auto-presenta como humilde sierva que acepta el proyecto  de Dios, y con la respuesta: “Hágase en mí según tu palabra”,  acoge el Misterio  de su Hijo con actitud de obediencia y disponibilidad.

 El nacimiento de Jesús en Belén, sucedió históricamente hace  poco más de 2.000 años, pero se produce   para nosotros como nacimiento espiritual  en  la Eucaristía de Nochebuena y  Navidad. El Verbo de Dios que encontró  morada en el seno de María y se hizo hombre, en la celebración de Navidad viene al corazón de cada cristiano que le acoge con fe.

Jesús pasa muchas veces a nuestro lado, y no sólo en Navidad, aunque muchas veces no nos enteramos porque estamos tan ocupados en “nuestras cosas", pensamientos, proyectos, que no caemos en la cuenta que Jesús pasa; incluso  en Navidad,  estamos tan pendientes de las compras, los regalos, las cenas y comidas, que con frecuencia corremos el peligro de quedarnos en una “navidad consumista”, pero sin celebrar la Natividad de Jesús que se hace presente en el sacramento de la Eucaristía.

A pocos días de Navidad, pedimos a María y a  José  que nos ayuden a estar atentos en descubrir la presencia de Jesús entre nosotros, que nos llama a todos a ser hermanos, y que celebraremos con fervor  el nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo, el Mesías, el Señor.

LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: UMBRAL DEL FUTURO DE DIOS

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



MISA DE NOCHEBUENA y NAVIDAD

Como en años anteriores, la Misa de Nochebuena, el 24 de diciembre, la tendremos a las 19,30.

Y la Misa de Navidad, 25 diciembre, como todos los domingos y grandes fiestas, será a las 12,00h.



Podríamos tener el gesto de poner en nuestra ventana o balcón, un signo externo de Navidad, y no hay otro mejor que la imagen del Niño de Belén. En la parroquia  disponemos de este esta imagen, que es grande y resistente a la lluvia, el frío o el sol, siendo una forma de anunciar la buena noticia de Navidad: el nacimiento de Hijo de Dios que se hace "Dios con nosotros" en el Niño de Belén.

Quienes lo deseen pueden adquirilo al precio de 10 euros.






 

 


domingo, 13 de diciembre de 2020

Día 13 de diiciembre 2020. Domingo 3º de Adviento.

 

LECTURAS

  • Isaías 61,1-2a.10-11
  • Salmo responsorial
  • 1 Tesalonicenses 5,16-24
  • Juan 1,6-8.19-28

 “Estad siempre alegres”, nos dice san Pablo en la carta a los Tesalonicenses (2ª lectura), y la razón  de esta alegría es que el Señor viene, o mejor dicho,  ya está con nosotros, si le dejamos entrar en nuestra vida. A este domingo se le llama el domingo de la “alegría”,  y es que  el cristiano es la persona que  tiene motivos para vivir con alegría,   por lo que Dios hace:  ser hijos de Dios,  y por lo que hará: herederos de la vida eterna, como nos decía san Pablo en la 2ª lectura  en el día de la Inmaculada.

 La alegría no son carcajadas forzadas, ni tampoco  algo que se compra en el mercado, aunque, en verdad,  vivimos en una cultura en la que se tiene que inventar mil cosas para divertirse y pasarlo bien. El Papa Francisco dice que la alegría es como la respiración del cristiano, el modo de expresarse el cristiano. Y añade: la alegría será auténtica y sostenible si se apoya  en dos pilares: la memoria y reconocimiento de la salvación que Jesús nos ha concedido por su muerte y resurrección y que se hace efectiva por el bautismo, y la esperanza de que se cumplirá lo prometido por él: “Me voy a prepararos lugar, para que donde yo estoy,  estéis también vosotros”.

Así pues, a alegría cristiana no es un sentimiento superficial, sino fruto de la fe en Jesucristo, y por tanto, es algo interior que da serenidad y paz, que se manifiesta en la vida, crea lazos de solidaridad y una fuerza que sostiene en las dificultades.

Hagamos nuestras las actitudes que nos ha propuesta san Pablo (2ª lectura): “Estad siempre alegres en el Señor; sed constantes en la oración, dad gracias en toda ocasión; quedaos con lo bueno, y guardaos de toda clase de mal”. Quien procede así, se prepara y acoge al Señor, y puede decir con alegría y paz las palabras que proclamamos en cada celebración de la Eucaristía: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: “¡Ven, Señor Jesús1".


LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: TESTIGOS DE LA LUZ

HOJA DOMINICAL DIOCESANA