sábado, 26 de noviembre de 2022

Día 27 noviembre de 2022. Domingo I de Adviento.

 


LECTURAS

  • Isaías 2, 11-5
  • Salmo responsorial
  • Romanos 13,11-14
  • Mateo 24, 37-44

Lo importante en  Adviento es centrarnos en el mensaje de Jesús y tratar de vivirlo como él lo vivió y propuso.  La Palabra de Dios que iremos escuchando nos ayuda a intentar vivir según el espíritu de Jesús. Así, por ejemplo, san Pablo nos dice que “va siendo hora de espabilarse”, y esto mismo nos dice Jesús al final del evangelio.

La advertencia de san Pablo a los romanos (2ª lectura)  es las misma que podría hacernos hoy a nosotros: “nada de comilonas y borracheras, nada de riñas y pendencias”, dice el apóstol.  Si miramos nuestra vida personal y social vemos que buscamos y nos quedamos en lo inmediato, mirando la propia comodidad centrados en nosotros mismos, llenando nuestra vida de lo placentero, siguiendo las pautas de la moda y publicidad que nos arrastra a todos casi de manera inconsciente. A este modo de ser y actuar la SE llama “estar dormidos”.

Si nos tenemos por cristianos, el Adviento es ocasión para preguntarnos: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué importancia tiene en mi vida? ¿Por qué es importante Jesucristo? Él mismo dijo: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Y también: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Es decir, Jesús es “Dios con nosotros”, que se ha hecho nuestro hermano al hacerse hombre, y nos acompaña en nuestro caminar terreno señalándonos la meta de nuestra vida, que es Dios.

El mensaje de Jesús,  no es para amargarnos la vida, sino que nos previene contra el mal, nos libera de los falsos ídolos a los que adoramos, nos libera del pecado y la muerte, y nos acompaña hasta la Vida en Dios. De ahí que lo llamemos nuestro Salvador y Señor.

 La venida de Jesús es una buena noticia porque viene a ayudarnos a salir del  mal que encontramos en la sociedad y en nuestro interior: La esperanza cristiana fundada en el evangelio nos dice que Jesús viene a darnos vida; pero es decisivo que cada cual quiera recibirlo. Jesús llama a nuestra puerta en muchas ocasiones, pero cuántas veces damos el portazo para que no entre.

Cuando hoy Jesús termina el evangelio diciendo “Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre” no es una amenaza sino una invitación a decidirse por Él, que nos ofrece la salvación de Dios y espera que le digamos “sí”.


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

viernes, 11 de noviembre de 2022

Día 13 noviembre de 2022. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario.

 


LECTURAS



  • Malaquías 3,19-20a
  • Salmo responsorial 
  • 2 Tesalonicenses 3,7-12
  • Lucas 21,5-19

El evangelio de hoy es parte del llamado discurso escatológico de Jesús, quien con estas palabras nos invita a mirar el futuro más lejano, el futuro del fin de este mundo tal y como lo tenemos montado, para dar cumplimiento definitivo a lo que Jesús llama el “Reino de Dios”.

Las palabras sorprendentes de Jesús “no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida” en referencia al Templo, muestra la caducidad de toda grandeza aparente, aunque sea el orgullo de todo un pueblo como era el Templo para los judíos, lo que representó el derrumbamiento de una forma de entender la religión y la vida.

Jesús cita una serie de hechos que nos recuerda la debilidad de nuestra condición humana, como son las guerras, hambrunas, pandemias, y todo tipo de cataclismos. Hoy hablamos del cambio climático, como estos días en la “Cumbre del Clima” en Egipto. El cambio climático nos dice que estamos cavando nuestra propia fosa por falta de responsabilidad ecológica en la conservación de la naturaleza, dando lugar a fenómenos destructores y que serán más y mayores en el futuro, si no ponemos voluntad y acciones efectivas que lo remedien.

Jesús dice también: “Os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel”. Ser fieles al Evangelio no es cosa fácil. Como tampoco lo fue para los primeros discípulos, a muchos de los cuales mataron como al mismo Jesús. Toda la tradición evangélica es unánime en afirmar que, la fidelidad a Jesús y al Evangelio, trae consigo a veces, la persecución y las dificultades.

La intención de Jesús en el Evangelio de este domingo no es que vivamos sobrecogidos por el miedo, sino que nos invita a una actitud fundamental: la perseverancia.  Perseverar es volver al Evangelio constantemente, es encender nuestra esperanza en una relación personal con Jesús Resucitado presente entre nosotros en su Palabra, en la Eucaristía, en nuestra propia historia de cada día, en los pobres y necesitados como son los enfermos, ancianos, los inmigrantes que buscan mejor vida.

 En este domingo celebramos la VI Jornada Mundial de los Pobres, con un lema: “Jesucristo se hizo pobre por nosotros”. El papa Francisco en el mensaje con motivo de este día nos pide reflexionar sobre nuestro estilo de vida, sobre tantas pobrezas en nuestro mundo. Se pregunta y nos pregunta: ¿Cómo dar una respuesta adecuada que proporcione alivio y paz a tantas personas que viven en la incertidumbre y precariedad?

Nos propone que una respuesta puede ser la de “compartir” un poco de lo que tenemos con aquellos que no tienen nada. También, de no limitarnos a una  ayuda asistencialista, ni a políticas que mantienen una pobreza crónica con el peligro de crear una dependencia permanente, prolongando una injusta redistribución de los recursos.

En Jesús tenemos el modelo de quien movido por amor gratuito no se cierra a nadie y va al encuentro de todos, especialmente de los marginados y privados de lo necesario.


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


CAMPAMENTO DE REFUGIADOS



sábado, 5 de noviembre de 2022

Día 6 noviembre de 2022. Domingo XXXII del Tiempo Ordinario.

 

DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA



LECTURAS

  • 2 Macabeos 7,1-2.9-14
  • Salmo responsorial 16,1.5-6.8b.15
  •  2 Tesalonicenses 2,16-3,5
  •  Lucas  20,27-28


La escena del evangelio de hoy se desarrolla en Jerusalén, a pocos días de la pasión y muerte de Jesús, quien en el templo enseñaba a sus discípulos y a una multitud que le escucha. Jesús es admirado por muchos, sus discípulos y otros. Pero también tiene sus críticos que le hacen la oposición y buscan la forma de desacreditarlo ante el pueblo. Entre sus enemigos están los saduceos que le interrogan buscando alguna contradicción para tener  de qué acusarlo y condenarlo.

Entre los judíos regía la “ley de levirato”, según la cual cuando una mujer quedaba viuda, el hermano del marido podía tomarla por esposa para asegurar descendencia, y también para evitar el  que la mujer cayera en la situación de pobreza y desamparo.

Es lo que nos presenta el evangelio de hoy: los saduceos, que no creían en la resurrección de los muertos, acuden a Jesús con una pregunta trampa: le presentan una cuestión  retorcida que parece una broma de mal gusto: el caso de una mujer que, se ha casado sucesivamente con siete hermanos por el hecho de haber muerto unos tras otros sin dejar descendencia, haciendo la pregunta: ¿De quién de ellos será mujer en la resurrección de los muertos?

Jesús no responde directamente a la pregunta que le hacen, sino que responde afirmando que parten de un falso planteamiento, porque la vida futura no es simple continuidad de la vida presente; y a continuación les asegura la realidad de la resurrección, poniendo de relieve dos aspectos: por un lado, que la vida de los resucitados es una vida transfigurada por Dios (son hijos de Dios) y vivirán en presencia de Dios “como ángeles”, es decir, que están en el ámbito de Dios. Ese modo de vida, más allá de esta vida terrena y después de la muerte es inimaginable para nosotros todavía terrenos. No hay continuidad física sino personal. Se trata de una vida nueva dada por Dios, donde ya no existe la muerte, y donde no se casarán, y donde las relaciones humanas serán unas relaciones nuevas, fundamentadas en el amor. Como en la vida de la resurrección no se casarán como en el mundo terreno, carece de sentido la pregunta de los saduceos, porque en el cielo, o vida en Dios, ni los hombres serán dueños de las mujeres, ni las mujeres serán siervas de los hombres.

Dios que es Vida ha creado la vida humana y nos la ofrece como regalo, fruto de su amor hacia toda persona que viene al mundo. Lo que Dios ama no puede terminar, porque el amor de Dios es para siempre. El Dios que nos revela Jesucristo es Fuente de vida; Dios que crea la vida, la sostiene y la lleva a plenitud. Por eso, donde ponemos vida allí está Dios, cuando hacemos el bien estamos dando vida y allí está Dios.

Muy frecuentemente, ante el misterio de la muerte, nos podemos  preguntar: ¿es posible que todo acabe en la nada? Nosotros los que creemos en Jesucristo nos fiamos de su promesa: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá eternamente”.








martes, 1 de noviembre de 2022

Día 1 nomviembre de 2022. Solemnidad de Todos los Santos.

 

LECTURAS

  • Apocalipsis 7,2-4.5-14
  • Salmo responsorial  23, 1-2.4ab.5-6
  • 1 Juan 3,1-3
  • Mateo 5 1-12a


      Como todos sabemos, la Fiesta de Todos los Santos no se refiere sólo a los santos  que la Iglesia ha canonizado (y veneramos en los templos), sino a toda aquella muchedumbre inmensa, que nadie puede contar, como escuchamos en la lectura de hoy en el Apocalipsis,  y que el Papa actual  llama  “los santos de la puerta de al lado”, que pueden ser perfectamente nuestros padres, abuelos, hermanos, amigos, vecinos, que han vivido en verdad  buscando el bien de los demás, de los que Jesús dijo: “Lo que hacéis a uno de estos pequeños, mis hermanos, a mí me lo hacéis”.
       Esta Fiesta nos invita a mirar el pasado,  descubriendo que hay personas que han vivido según el espíritu del evangelio de Jesús, y que son como dice el Apocalipsis: “Una muchedumbre inmensa, que nadie podrá contar, de todas las naciones, razas, pueblos, lenguas”.
       Si nosotros hoy somos cristianos es porque Dios ha actuado en nosotros, por mediación de personas que con su vida y palabra  nos han motivado a tomarnos en serio la fe. Son los “santos de la puerta de al lado”, son nuestros “santos particulares”: familiares, vecinos, amigos, cristianos que   con su vida  nos han animado a seguir a Jesús.
        En el presente, al celebrar esta Fiesta, celebramos que todo cristiano estamos llamados a ser santos, que no es otra cosa que vivir con la convicción de lo  que nos ha dicho san Juan en la 2ª lectura: “Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos”, y en consecuencia, reconocer hermanos a los demás, hijos del mismo Dios.
        Y por último, mirar a la meta de nuestro camino que es la gloria de Dios, donde seremos semejantes a él y formaremos parte de esa inmensa multitud que participa de su gloria  y que interceden por nosotros.
Para nosotros, Jesús no es sólo maestro que nos enseña, sino modelo  a seguir  porque nos indica que es posible vivir como él, y por esto nos dejó como signo de ser sus discípulos, lo que conocemos como el mandamiento nuevo “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Por tanto, ser santos es amar como Jesús nos ama.