LECTURAS
- Isaías 40,1-5.9-11
- Salmo responsorial
- 2 Pe 2,8-14
- Marcos 1,1-8
Hoy aparece también la figura de Juan
Bautista, el último profeta del Antiguo Testamento, y podemos decir que,
también, el primero del Nuevo Testamento, porque nos ayuda a preparar el camino
a Jesús, el Mesías y Salvador.
Juan es una figura modélica y ejemplar
del Adviento por todo lo que él hizo en la preparación a la venida de Jesús: primero,
se preparó personalmente retirándose al desierto de Judea, viviendo una etapa
de penitencia y austeridad material; y después, trabajó con su grupo de
discípulos y seguidores preparándolos no para que lo siguieran a él, sino para
que siguieran al Señor; él mismo bautizó a Jesús en el Jordán y lo reconoció
viendo cómo el Espíritu Santo descendía sobre él. Y fue Juan Bautista quien
señaló y mostró a Jesús, cuando dijo “Mirad el Cordero de Dios”, frase que
repetimos mostrando la Eucaristía, momentos antes de la Comunión.
Comienza el Evangelio de Marcos
citando palabras de Isaías “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual
preparará tu camino: “voz del que grita en el desierto, preparad el camino al Señor,
enderezar sus senderos”.
¿Para qué todo este esfuerzo? El profeta
nos dice que para anunciar la “alegre noticia” de la salvación, que se realiza
con la presencia de “Dios-con-nosotros”(el Emmanuel), que los cristianos
reconocemos en Jesucristo.
La razón de allanar caminos y senderos
en nuestro corazón es para que se pueda dar una comunicación fecunda de Dios en
nosotros; por tanto, se trata de enderezar
los hábitos, las relaciones entre nosotros, es decir, quitar todo aquello que
impida que el Señor pueda venir a nuestro corazón. Dicho de otra manera: quitar
las falsas excusas, tanto para orar como para perdonar; quitar los obstáculos
que no nos permiten crecer espiritualmente, que nos alejan de Dios o que nos
impiden ver las necesidades y preocupaciones de los demás, especialmente los
más necesitados y desvalidos, los descartados. Esto es lo propio del Adviento.
En nuestro mundo actual, vemos
grandes baches y obstáculos que impiden vivir la vida como Dios quiere. Todos deseamos que acaben las guerras, que
llegue la paz, que se acabe el hambre en el mundo, que todas las personas podamos
vivir con dignidad, que no haya ningún tipo de abuso, que se acabe la trata
humana. Estos son deseos que nos parecen
inalcanzables y por ello los confiamos a Dios en nuestra oración, pero preguntándonos
también: ¿Qué puedo hacer para preparar el camino al Señor? Cuáles son los
senderos que debemos enderezar, los orgullos que debemos rebajar, las zonas
oscuras de nuestra vida que debemos nivelar para que llegue la luz de Dios.
LECTIO DIIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
13 diciembre: 20,00: CELEBRACION COMUNITARIA DE LA PENITENCIA
Y CONFESIONES
14 diciembre: 19,30h: MISA Y UNCIÓN DE ENFERMOS.
Hoy aparece también la figura de Juan
Bautista, el último profeta del Antiguo Testamento, y podemos decir que,
también, el primero del Nuevo Testamento, porque nos ayuda a preparar el camino
a Jesús, el Mesías y Salvador.
Juan es una figura modélica y ejemplar
del Adviento por todo lo que él hizo en la preparación a la venida de Jesús: primero,
se preparó personalmente retirándose al desierto de Judea, viviendo una etapa
de penitencia y austeridad material; y después, trabajó con su grupo de
discípulos y seguidores preparándolos no para que lo siguieran a él, sino para
que siguieran al Señor; él mismo bautizó a Jesús en el Jordán y lo reconoció
viendo cómo el Espíritu Santo descendía sobre él. Y fue Juan Bautista quien
señaló y mostró a Jesús, cuando dijo “Mirad el Cordero de Dios”, frase que
repetimos mostrando la Eucaristía, momentos antes de la Comunión.
Comienza el Evangelio de Marcos citando palabras de Isaías “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino: “voz del que grita en el desierto, preparad el camino al Señor, enderezar sus senderos”.
¿Para qué todo este esfuerzo? El profeta
nos dice que para anunciar la “alegre noticia” de la salvación, que se realiza
con la presencia de “Dios-con-nosotros”(el Emmanuel), que los cristianos
reconocemos en Jesucristo.
La razón de allanar caminos y senderos
en nuestro corazón es para que se pueda dar una comunicación fecunda de Dios en
nosotros; por tanto, se trata de enderezar
los hábitos, las relaciones entre nosotros, es decir, quitar todo aquello que
impida que el Señor pueda venir a nuestro corazón. Dicho de otra manera: quitar
las falsas excusas, tanto para orar como para perdonar; quitar los obstáculos
que no nos permiten crecer espiritualmente, que nos alejan de Dios o que nos
impiden ver las necesidades y preocupaciones de los demás, especialmente los
más necesitados y desvalidos, los descartados. Esto es lo propio del Adviento.
En nuestro mundo actual, vemos grandes baches y obstáculos que impiden vivir la vida como Dios quiere. Todos deseamos que acaben las guerras, que llegue la paz, que se acabe el hambre en el mundo, que todas las personas podamos vivir con dignidad, que no haya ningún tipo de abuso, que se acabe la trata humana. Estos son deseos que nos parecen inalcanzables y por ello los confiamos a Dios en nuestra oración, pero preguntándonos también: ¿Qué puedo hacer para preparar el camino al Señor? Cuáles son los senderos que debemos enderezar, los orgullos que debemos rebajar, las zonas oscuras de nuestra vida que debemos nivelar para que llegue la luz de Dios.
LECTIO DIIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
13 diciembre: 20,00: CELEBRACION COMUNITARIA DE LA PENITENCIA
Y CONFESIONES
14 diciembre: 19,30h: MISA Y UNCIÓN DE ENFERMOS.