viernes, 17 de mayo de 2024

Día 19 mayo de 2024. Pentecostés. Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.

 


La Iglesia celebra el día de Pentecostés, este año el 19 de mayo, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. «Laicos por vocación, llamados a la misión» es el lema que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año.

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
  • Salmo responsorial 32, 10-11.12-13.14-15
  • 1 Corintios 12,3b-7.12-13
  • Juan 20, 19-23


La experiencia del Espíritu Santo cambió la vida de los discípulos de Jesús, les ayudó a profundizar y tomar conciencia de lo que había pasado durante la Pascua, no solamente con Jesús, sino con ellos mismos. La consecuencia del acontecimiento fue que los discípulos de Jesús perdieron el miedo y se atrevieron a salir de la casa donde estaban, y se pusieron a anunciar públicamente lo que Jesús les había encomendado. Esta es la razón por la que, en el día de Pentecostés, los cristianos celebramos la fiesta del Espíritu Santo, quien nos señala el camino a seguir: ser “Iglesia en salida”, con la misión de anunciar a Jesucristo, quien resucitado está presente en la Iglesia por medio del Espíritu Santo.

San Pablo, en la 2ª Carta a los Corintios, nos indica cómo actúa  el Espíritu Santo.  En primer lugar, afirma:” Nadie, hoy, puede decir: Jesús es Señor, sino por el Espíritu Santo”. Es decir, que nuestra fe cristiana es un regalo de Dios, que recibimos a través del Espíritu Santo. En segundo lugar, el Espíritu Santo nos hace vivir unidos a Jesucristo, como miembros de un solo cuerpo, que es la Iglesia, en la que cada cual desarrolla sus funciones según los carismas o cualidades recibidos, que se deben poner al servicio de los demás, para el bien y crecimiento de la Iglesia. Por tanto, es el Espíritu Santo quien nos mueve a vivir en comunión y nos empuja a vivir el amor a Dios y a los demás.

 Ahora bien, ¿Cómo podemos reconocer que es el Espíritu Santo quien actúa en nosotros?  Esto se percibe por los resultados: si nos deja alegría y paz interior, es signo de la presencia del Espíritu; si domina en nosotros la inquietud y tristeza, eso no es fruto del Espíritu.

Para descubrir con mayor facilidad lo que Dios nos pide en cada momento, es necesario vivir con sentido espiritual la propia existencia, lo que permitirá ir descubriendo la voluntad de Dios por la experiencia, siendo fieles a Dios. Es una especie de sexto sentido (una especie de “oído espiritual”), que permite reconocer por fuera la voz del Espíritu Santo que uno lleva dentro.

El Espíritu Santo siempre llena de paz interior. En cambio, la incertidumbre continua es prueba de que nuestra vida no se desarrolla bajo la acción del Espíritu Santo, sino que es un sentimiento malo, fruto de nuestro espíritu raquítico. Dejemos que el Espíritu Santo guíe nuestra vida, que pongamos nuestras cualidades al servicio de los demás. “Por el fruto se conocerá que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”, dijo Jesús.

LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 


sábado, 11 de mayo de 2024

Día 12 mayo de 2024. Ascensión del Señor.

 

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
  • Salmo responsorial 46, 2-3.7.8-96
  • Efesios 1, 17-23
  • Marcos 16, 15-20


  • Con la fiesta de la Ascensión se cierra un círculo que empezó en Navidad. Entonces celebramos que Dios bajó del cielo, encarnándose en Jesús de Nazaret, compartiendo su vida humana con toda la humanidad. Y ahora, con la Ascensión celebramos que Jesús, una vez cumplida su misión para la que se encarnó, asciende al cielo, dónde “está sentado a la derecha del Padre”, como Señor y Salvador de todo lo creado.

    San Pablo, en la segunda lectura explica que, después de la ascensión de Jesús, todo comienza de nuevo porque ahora corresponde a la Iglesia ser signo de la presencia de Dios en el mundo. El papa san León Magno decía que todo lo que Jesús realizó en su vida histórica, ahora ha pasado a la Iglesia, como indica el evangelio de Marcos que proclamamos hoy: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación: el que crea y sea bautizado se salvará, el que no crea se condenará”. Es un mensaje ante el cual, cada persona tendrá que tomar postura, bien con la fe, o con la incredulidad

    Jesús, ascendiendo al cielo, no ha huido de la tierra, alejándose de nosotros, sino que nos asegura una nueva forma de presencia, como hemos escuchado en la primera lectura: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y “hasta el confín de la tierra””.  Jesús ya les había anunciado en la víspera de su muerte: “os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu Santo, que yo os enviaré… Él os ayudará a entender mis palabras”.

    Resumiendo: en el momento de resucitar, Jesús pasa ya a otro ámbito más allá de nuestra historia. Por tanto, Ascensión y Resurrección son dos caras de la misma moneda: el paso de Jesús, también con su humanidad a la esfera divina de forma definitiva. Y la marcha de Jesús deja su proyecto en manos de sus seguidores, la iglesia.


    LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

  • HOJA DOMINICAL DIOCESANA

  •           JUBILEO 2025

    El papa Francisco convoca el Jubileo 2025 con la Bula “La esperanza no defrauda”.

    El Jubileo arrancará el 24 de diciembre y culminará el 6 de enero de 2026. El Papa pide abrir una puerta santa en todas las diócesis, y propone hacerlo también en una cárcel

    De cara a los enfermos propone “Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”

    Propone también “¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”

    Y para los migrantes y refugiados: "Que se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social"

    Y recuerda que “los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”.

     


sábado, 4 de mayo de 2024

Día 5 de mayo. Domingo VI de Pascua. Jornada Pascua del Enfermo.

 


LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 10, 25-26; 34-35; 44-48
  • Salmo responsorial 97, 1.2-3ab.3cd-4
  • 1 Juan 4, 7-10
  • Juan 15, 9-17


El domingo pasado Jesús nos decía “permaneced en mí como el sarmiento permanece en la vid”. Hoy en la misma línea, nos dice “permaneced en mi amor”, que es el amor de Dios. De nuevo se repite el verbo “permanecer”. Permanecer conlleva duración en el tiempo, estabilidad y relación. Si nos detenemos en analizar nuestra vida, vemos cuantas cosas y circunstancias la alteran: lo que ayer parecía claro y definitivo, poco después se presenta difícil y complicado; nos movemos continuamente de aquí para allá, y tenemos el peligro de ver a los demás como objetos y no como sujetos. Los objetos, con el tiempo se deterioran, los tiramos y adquirimos otros. La persona (que es sujeto) cambia, por razón de la edad, formación, carácter, circunstancias que se le presentan, pero perdura en el tiempo. El “permanecer en el amor”, que nos pide Jesús, implica fidelidad. Esto significa que, ante el desgaste del tiempo y de los cambios, “permanecer en el amor” es más que simple duración; es un amor que cuenta con el cambio, la evolución, el crecimiento, pero sigue ahí un día y otro día, porque es consistente y, en consecuencia, definitivo.

La razón por la que Jesús nos pide “permanecer en su amor” es justamente para que obtengamos el fruto máximo, como él mismo nos declara: “Os he hablado para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud”. La alegría es el fruto de la fidelidad. Pero la fidelidad tiene sus enemigos: la falsa alegría que proviene de motivaciones pasajeras, que buscan solo el placer, el éxito, tener buena imagen, y que miden al otro como objeto con la intención de sacar un provecho egoísta. Este tipo de relación es un amor pasajero, sin consistencia. Otro peligro puede ser confundir el amor con el puro sentimiento, con una emoción, con un amor romántico, que se esfuman con el paso del momento o circunstancias.

Frente a esos peligros, Jesús se pone como ejemplo y nos dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Dar la vida no es un sentimiento o un amor romántico, sino una decisión comprometida, es la capacidad de sufrir por los otros, soportar las contradicciones y aceptar renuncias.


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA