28 de mayo, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar:

«Juntos anunciamos lo que vivimos»

LECTURAS

Hechos de os Apóstoles 2,1-11
Salmo responsorial 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34
1 Corintios 12,3b.7.12-13
Juan 20,19-23

En Hechos se pone de relieve que encontrándose en Jerusalén personas de diversas naciones, venidas para la celebración de la fiesta de Pentecostés, escucharon admirados el anuncio sobre Jesús, muerto y resucitado, que hizo Pedro y los Apóstoles; y todos lo entendían en su propia lengua, lo cual indica que el Evangelio debe ser anunciado a todos los pueblos de la tierra, creando lazos de comunión entre todos.

Jesús resucitado confía su propia misión a sus discípulos, con la fuerza y guía del Espíritu Santo. Dichos discípulos, hoy día, somos nosotros. Por eso el Espíritu Santo se nos da para que llevemos a término la misión recibida del Padre por Jesús y hacerla presente en el mundo. El primer efecto del don del Espíritu Santo es nacer de nuevo por la fe y el bautismo (esto es, la vida cristiana), y participar de la vida de Dios, iniciando así una vida de relación íntima con Él.

Pentecostés es el día de la Acción Católica y del Apostolado seglar; es, por tanto, el día de la Iglesia, y especialmente el día de los laicos. Los laicos no son un grupo aparte que hay dentro de la Iglesia, sino que es el conjunto de los bautizados, exceptuando sacerdotes y vida consagrada, que previamente han sido laicos. Y, por tanto, el laico realiza su misión allí donde está, siendo un “discípulo misionero”, y esto se lleva a cabo: en su propia familia, en el trabajo, en los grupos sociales donde participa. Realiza su apostolado con el ejemplo de vida y también con la palabra, como nos decía hace poco el apóstol san Pedro: “estad dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, y hacerlo con respeto y autenticidad”. Esto es posible con la ayuda del Espíritu Santo, como nos ha dicho san Pablo en la 2ª lectura: “Nadie puede decir “Jesús es Señor” sino por el Espíritu Santo”.

Damos gracias a Dios por habernos elegido, y rezamos a Dios Padre para que el Espíritu Santo nos acompañe en la misión de transformar nuestros corazones según el proyecto de Dios.