LECTURAS
- Hechos de os Apóstoles 8,5-8.14-17
- Salmo responsorial 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20
- 1 Pedro 3,15-18
- Juan 14,15-21
Cada domingo, la Palabra de Dios que
proclamamos nos va proponiendo algunos aspectos que se deducen de la
resurrección del Señor. Así, hoy nos habla de una esperanza activa, del
Espíritu Santo y del testimonio de fe.
“Estad siempre dispuestos a dar razón
de vuestra esperanza”, escribe el apóstol Pedro a las jóvenes comunidades
cristianas del norte del Asia Menor (actual Turquía).¿Por qué escribe en estos términos el
apóstol? Porque había una persecución larvada contra los cristianos porque
rechazaban algunas prácticas paganas que imponía la Roma imperial. Por ello el
apóstol les decía y nos dice ahora a nosotros: si de verdad conocéis a Cristo
en vuestros corazones no tenéis por qué temer, confiad en Dios y responder a los
problemas con vuestro ejemplo de vida: “dar razón de vuestra esperanza a
quienes os lo pidan, y hacedlo con respeto, con buena conciencia”, es decir,
con autenticidad.
Hace unos años decía el papa Pablo VI:”
Nuestros contemporáneos tienen necesidad de testigos y no de maestros; y solo
escuchan a los maestros si son testigos”. Esto significa que quien vive
profundamente la fe, la transmite con alegría superando las penalidades. Así lo
hemos escuchado en la primera lectura de Hechos de los Apóstoles, dónde se dice
que la ciudad de Samaría se llenó de alegría por el anuncio del Evangelio y los
signos que realizaba el diácono Felipe.
La 1ª carta de Pedro nos recuerda
también a nosotros los cristianos del siglo XXI, que debemos estar dispuestos a
dar razón de la esperanza que tenemos. Es
una llamada de mucha actualidad, porque vivimos en una situación parecida a los
destinatarios de dicha carta, es decir, estamos en un mundo pluralista,
supersticioso, guiado por las ideologías, los intereses de los poderosos, una
mentalidad profundamente materialista,
dónde los cristianos, muchos viven marginados y perseguidos, y a menudo, nos
topamos con la indiferencia.
Jesús en el Evangelio sigue
despidiéndose y hablando del futuro sin su presencia física. Pero al mismo
tiempo, promete el envío del Espíritu Santo por parte del Padre a sus amigos
los discípulos. Así Jesús asegura que no nos dejará solos, sino que él mismo
desde el Padre estará siempre con nosotros si nos mantenemos en comunión con él:
“No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros”. Con la resurrección Jesús está en
nosotros, no físicamente, sino por medio del Espíritu, el Abogado o Defensor
(“Paraklêtos” en griego). Para recibir el Espíritu Santo hace
falta estar en comunión con Jesús: “El que acepta mis mandamientos y los guarda,
ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo me manifestaré a él”.
Amar a Jesús y guardar sus andamientos son una misma cosa, son inseparables.
Cada domingo, la Palabra de Dios que
proclamamos nos va proponiendo algunos aspectos que se deducen de la
resurrección del Señor. Así, hoy nos habla de una esperanza activa, del
Espíritu Santo y del testimonio de fe.
“Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza”, escribe el apóstol Pedro a las jóvenes comunidades cristianas del norte del Asia Menor (actual Turquía).¿Por qué escribe en estos términos el apóstol? Porque había una persecución larvada contra los cristianos porque rechazaban algunas prácticas paganas que imponía la Roma imperial. Por ello el apóstol les decía y nos dice ahora a nosotros: si de verdad conocéis a Cristo en vuestros corazones no tenéis por qué temer, confiad en Dios y responder a los problemas con vuestro ejemplo de vida: “dar razón de vuestra esperanza a quienes os lo pidan, y hacedlo con respeto, con buena conciencia”, es decir, con autenticidad.
Hace unos años decía el papa Pablo VI:”
Nuestros contemporáneos tienen necesidad de testigos y no de maestros; y solo
escuchan a los maestros si son testigos”. Esto significa que quien vive
profundamente la fe, la transmite con alegría superando las penalidades. Así lo
hemos escuchado en la primera lectura de Hechos de los Apóstoles, dónde se dice
que la ciudad de Samaría se llenó de alegría por el anuncio del Evangelio y los
signos que realizaba el diácono Felipe.
La 1ª carta de Pedro nos recuerda también a nosotros los cristianos del siglo XXI, que debemos estar dispuestos a dar razón de la esperanza que tenemos. Es una llamada de mucha actualidad, porque vivimos en una situación parecida a los destinatarios de dicha carta, es decir, estamos en un mundo pluralista, supersticioso, guiado por las ideologías, los intereses de los poderosos, una mentalidad profundamente materialista, dónde los cristianos, muchos viven marginados y perseguidos, y a menudo, nos topamos con la indiferencia.
Jesús en el Evangelio sigue despidiéndose y hablando del futuro sin su presencia física. Pero al mismo tiempo, promete el envío del Espíritu Santo por parte del Padre a sus amigos los discípulos. Así Jesús asegura que no nos dejará solos, sino que él mismo desde el Padre estará siempre con nosotros si nos mantenemos en comunión con él: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros”. Con la resurrección Jesús está en nosotros, no físicamente, sino por medio del Espíritu, el Abogado o Defensor (“Paraklêtos” en griego). Para recibir el Espíritu Santo hace falta estar en comunión con Jesús: “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo me manifestaré a él”. Amar a Jesús y guardar sus andamientos son una misma cosa, son inseparables.
CAMPAÑA DEL ENFERMO 2023
“La
enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el
aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la
compasión, puede llegar a ser inhumana” (Mensaje del Papa Francisco para la
XXXI Jornada Mundial del Enfermo en 2023). En este Mensaje el Papa nos invita a
evitar la “cultura del descarte” y caminar juntos en la enfermedad “según el
estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”. La necesidad del
“cuidado y de la compasión” es particularmente necesaria en las personas que
añaden a la enfermedad el peso de los años, de ahí la importancia de “dejarnos
cautivar por su rostro desgastado” Por ello en la Campaña del Enfermo, que
transcurre entre el 11 de febrero y el VI domingo de Pascua (14 de mayo) de
este año 2023, pondremos el acento en la importancia del cuidado de los
mayores. La Jornada Mundial del Enfermo, como nos explicaba San Juan Pablo II
en la Carta apostólica “Salvifici doloris”, busca “sensibilizar al pueblo de
Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a
la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia
posible a los enfermos”. “Ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y
sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento”. “Hacer que se comprometan en la
pastoral sanitaria de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas
y las familias religiosas”. “Favorecer el compromiso cada vez más valioso del
voluntariado”. “Recordar la importancia de la formación espiritual y moral de
los agentes sanitarios”. “Hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares, así
como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la
importancia de la asistencia religiosa a los enfermos”.