LECTURAS
- Éxodo 34,4b-6.8-9
- Salmo responsorial
- 2 Corintios 13,11-13
- Juan 3,16-18
Si celebramos hoy esta fiesta de la Santísima Trinidad, se debe a que Jesús nos lo ha revelado cómo
apreciamos en el evangelio de san Juan. De no ser así, ninguna inteligencia
humana hubiera sospechado este misterio.
El Padre es revelado como fuente de amor
que envía a su Hijo Jesucristo, y lo envía no para condenar al mundo sino para
salvarlo participando de la vida eterna. El Hijo cumple perfectamente la
voluntad del Padre, haciéndose hombre hasta entregar su vida en favor de la
humanidad.
El Espíritu Santo ama tanto al mundo que
prosigue la obra del Hijo, y viene a habitar en nosotros juntamente con el Padre
y el Hijo. El Espíritu Santo es el que hace renacer la vida nueva que Dios,
como decimos en el Credo: “es Señor y dador de vida”.
Resumiendo, Jesús, el Enviado del Padre, nos enseña que:
- Dios Padre es bueno, y nada le importa
más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, sin cálculos, sin
estrategias. En consecuencia, nos enseña
que es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una
vida más digna para todos. Vivir con este espíritu es vivir desde la fe en un
Dios Padre.
- que creer en Él, implica
conocerlo, seguirlo, sintonizar con él, aprender a mirar la vida como la miraba
él; tratar a las personas como él las trataba; vivir haciendo la vida más
humana. Así vive Dios cuando se encarna en Jesús.
- que vivir animados
por el Espíritu Santo es vivir los acontecimientos, y todo lo que hacemos, con
amor y desde el amor. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza
en nuestra existencia. Y el que se
siente guiado por el Espíritu Santo, se siente enviado a anunciar el Reino de
Dios con obras y palabras, porque lo que ha recibido gratis lo da gratis.
LECTIO DIVINA DESDE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Si celebramos hoy esta fiesta de la Santísima Trinidad, se debe a que Jesús nos lo ha revelado cómo
apreciamos en el evangelio de san Juan. De no ser así, ninguna inteligencia
humana hubiera sospechado este misterio.
El Padre es revelado como fuente de amor
que envía a su Hijo Jesucristo, y lo envía no para condenar al mundo sino para
salvarlo participando de la vida eterna. El Hijo cumple perfectamente la
voluntad del Padre, haciéndose hombre hasta entregar su vida en favor de la
humanidad.
El Espíritu Santo ama tanto al mundo que
prosigue la obra del Hijo, y viene a habitar en nosotros juntamente con el Padre
y el Hijo. El Espíritu Santo es el que hace renacer la vida nueva que Dios,
como decimos en el Credo: “es Señor y dador de vida”.
Resumiendo, Jesús, el Enviado del Padre, nos enseña que:
- Dios Padre es bueno, y nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, sin cálculos, sin estrategias. En consecuencia, nos enseña que es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una vida más digna para todos. Vivir con este espíritu es vivir desde la fe en un Dios Padre.
- que creer en Él, implica conocerlo, seguirlo, sintonizar con él, aprender a mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna en Jesús.
- que vivir animados
por el Espíritu Santo es vivir los acontecimientos, y todo lo que hacemos, con
amor y desde el amor. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza
en nuestra existencia. Y el que se
siente guiado por el Espíritu Santo, se siente enviado a anunciar el Reino de
Dios con obras y palabras, porque lo que ha recibido gratis lo da gratis.
LECTIO DIVINA DESDE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA