LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 9, 26-31
En el evangelio se presenta Jesús como la vid que Dios ha plantado en el mundo, y sus discípulos son como los sarmientos que reciben la savia de la vid.
En el evangelio se repite una y otra vez la misma idea. Con ello, se indica que unidos a Jesucristo participamos de su vida, que es la vida del Padre, es decir, la vida de Dios.
El domingo pasado se hablaba de un solo rebaño; hoy se habla de una sola vid. Jesús y sus discípulos somos una realidad como la vid y los sarmientos son una misma realidad. Estar unidos a Jesucristo significa y exige estar unidos a los demás discípulos como la vid y los sarmientos están unidos.
Estar unidos a Jesucristo resucitado implica que su palabra está sembrada en mi mente y en mi corazón, y esto se verifica en las obras de cada día, viviendo lo que Jesús vivió y enseñó. Por eso, repetía Jesús: "por los frutos se conocerán quienes son mis discípulos. Y el apóstol Juan nos ha dicho, en la 2ª lectura: "No amemos de palabra y de boca; sino de verdad y con obras... En esto conocemos que somos de la verdad...en que nos amamos unos a otros como él nos mandó".