LECTURAS
- Malaquías 3, 1-4
- Salmo responsorial 23,7-10
- Hebreos 2,14-18
- Lucas 2, 22-32
El evangelio no da detalles sobre el
rito de la presentación del Niño, sin embargo, destaca el protagonismo de dos personas ancianas muy
sencillas, Simeón y Ana. Estos personajes no eran funcionarios del templo, sino
personas que mantenían viva en su corazón la esperanza de la venida del Mesías.
De alguna forma, Dios les inspiró para descubrir, en medio de tantos otros
niños y rituales que allí se realizaban, que aquel niño humilde que llevaban
María y José venía de Dios.
Simeón y Ana son dos figuras que
representan aquellas personas que, en una vida de silencio y oración, buscan
descubrir la presencia de Dios en el mundo. Santa Teresa de Jesús comentando
esta escena evangélica, pone a Simeón y Ana como prototipos de quienes,
consagrados o consagradas al Señor, perseverantes en la oración, desean
encontrarse con Él, y por la gracia del Espíritu Santo ven cumplida su
esperanza.
Esta fiesta de la Presentación de
Jesús en el Templo, nos lleva a tener presente en nuestro recuerdo y oración a
tantos cristianos y cristianas que viven su bautismo con una consagración
especial: son los religiosos y religiosas de congregaciones, institutos
seculares y asociaciones de vida apostólica. “Peregrinos y buscadores de esperanza”
es el Lema de esta Jornada de la Vida Consagrada, que la Iglesia celebra en
este día de la Presentación del Señor. Los religioso y religiosas son
cristianos que caminan por la vida siguiendo a Jesús, junto con los demás
cristianos, siendo “Iglesia en salida”, como dice el Papa, viviendo la misión
según la luz que es Jesús, concretado en la tarea misionera propia de cada
congregación.
Simeón reconoce que Niño es “luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel”. Jesús
es la luz que nos ilumina en medio de las oscuridades que hay en nuestro mundo
y también dentro de nuestros corazones. La luz de Jesús no es la luz de la
inteligencia del saber académico, sino la luz
del amor, que nos hace amar a los otros, iluminándolos con su amor.
LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
El evangelio no da detalles sobre el rito de la presentación del Niño, sin embargo, destaca el protagonismo de dos personas ancianas muy sencillas, Simeón y Ana. Estos personajes no eran funcionarios del templo, sino personas que mantenían viva en su corazón la esperanza de la venida del Mesías. De alguna forma, Dios les inspiró para descubrir, en medio de tantos otros niños y rituales que allí se realizaban, que aquel niño humilde que llevaban María y José venía de Dios.
Simeón y Ana son dos figuras que representan aquellas personas que, en una vida de silencio y oración, buscan descubrir la presencia de Dios en el mundo. Santa Teresa de Jesús comentando esta escena evangélica, pone a Simeón y Ana como prototipos de quienes, consagrados o consagradas al Señor, perseverantes en la oración, desean encontrarse con Él, y por la gracia del Espíritu Santo ven cumplida su esperanza.
Esta fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, nos lleva a tener presente en nuestro recuerdo y oración a tantos cristianos y cristianas que viven su bautismo con una consagración especial: son los religiosos y religiosas de congregaciones, institutos seculares y asociaciones de vida apostólica. “Peregrinos y buscadores de esperanza” es el Lema de esta Jornada de la Vida Consagrada, que la Iglesia celebra en este día de la Presentación del Señor. Los religioso y religiosas son cristianos que caminan por la vida siguiendo a Jesús, junto con los demás cristianos, siendo “Iglesia en salida”, como dice el Papa, viviendo la misión según la luz que es Jesús, concretado en la tarea misionera propia de cada congregación.
Simeón reconoce que Niño es “luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel”. Jesús es la luz que nos ilumina en medio de las oscuridades que hay en nuestro mundo y también dentro de nuestros corazones. La luz de Jesús no es la luz de la inteligencia del saber académico, sino la luz del amor, que nos hace amar a los otros, iluminándolos con su amor.