LECTJURAS
Jesús no es rey por la fuerza de sus hombres, sino porque es “testimonio de la verdad”, porque en él se encarna el verdadero rostro de Dios, reflejado en él, y es también el verdadero modo del ser humano, según el proyecto de Dios, que se manifiesta en la verdad de sus gestos y palabras, como fue su predicación y predilección por los pecadores, los débiles y marginados. Jesús mismo se nos ofrece para que lo escuchemos, y lo hagamos experiencia y vida concreta en cada uno de nosotros.
El domingo pasado, la Palabra de Dios nos hablaba, no del fin del mundo natural, sino del fin de este mundo injusto y alejado del proyecto de Dios, y también nos hablaba de la vida futura junto a Jesucristo resucitado. Hoy se nos muestra a Jesús, en la lectura del Apocalipsis, como el “Hijo del hombre” que viene a instaurar su reino aquí y ahora, como inicio de su reinado eterno.
Nosotros
como ciudadanos de este mundo, formamos parte de la sociedad civil, y como
tales tenemos el deber de colaborar en ella con nuestro esfuerzo, trabajo y
mirada crítica cuando sea necesario. Pero por encima de todo, somos ciudadanos
de otro reino, que tiene a Cristo por cabeza y rey. Él es el primogénito de
entre los muertos,
Él
ha dicho “mi reino no era de este mundo”, afirmación que nos recuerda que
nuestra vida terrena no lo es todo; que estamos llamados a una vida más allá,
que ha comenzado aquí ahora. Y esa vida futura y definitiva es un reino de paz
y fraternidad universal, de entendimiento y unidad, de vida sin muerte.