LECTURAS
- Daniel 12, 1-3
- Salmo responsorial 15, 5.8.9-10.11
- Hebreos 10, 11-14.18
- Marcos 13, 24-32
“Después de la gran angustia, el sol se
oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo...” ¿Qué significan estas imágenes literarias? ¿Qué quieren
decir estas palabras de Jesús? Con estas
palabras y ejemplos enigmáticos, Jesús anuncia el proceso de liberación de la
historia humana y de nuestra propia historia. La “gran angustia” representa un tiempo como el nuestro, en el
que parecemos destruirnos unos a otros, y donde los falsos valores brillan, dominan y se imponen.
“Las estrellas caerán del
cielo” simbolizan las fuerzas del mal y de la muerte, es decir, los poderes
opresores que encarnan los sistemas ideológicos y económicos, que esclavizan a
los seres humanos y causan tantas injusticias y sufrimientos. Caerá este mundo
viejo, dominado por la violencia y la injusticia, marcado por la desigualdad y
la pobreza, que vive de fachada, de la manipulación, instalado en la mentira y
carente de sentido.
“Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las
nubes con gran poder y gloria”. Este “Hijo del hombre” es Jesucristo resucitado,
es decir, la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida y Resurrección pondrá fin
a la muerte; y su gloria se anuncia como el gran triunfo del Hijo del Hombre sobre
los opresores, cumpliéndose lo que decimos en el Credo: “desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”.
Esta venida del Hijo del Hombre
es un mensaje de esperanza. No se trata del final del mundo natural, sino más
bien, el final de un mundo injusto. No es el temor, sino la esperanza lo
que nos trae el Evangelio de hoy: a pesar de la situación actual de este mundo
que excluye a los más pobres, a pesar de tantos sufrimientos sociales y
personales que oscurecen el sentido de la vida humana.
Termina Jesús añade con una pequeña parábola: “Aprended de esta parábola de la higuera”. La parábola hace referencia a la primavera en
que todo reverdece y que anuncia los frutos del verano. Es como si nos dijera
que los frutos de la Vida de Dios están cerca, como los de la higuera. Jesús
quiere hacer comprender a sus discípulos y a todos nosotros que, en las
situaciones difíciles que atravesamos, Él está siempre cerca. Por su
Resurrección Cristo está presente en el tiempo y en la historia.
LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
“Después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo...” ¿Qué significan estas imágenes literarias? ¿Qué quieren decir estas palabras de Jesús? Con estas palabras y ejemplos enigmáticos, Jesús anuncia el proceso de liberación de la historia humana y de nuestra propia historia. La “gran angustia” representa un tiempo como el nuestro, en el que parecemos destruirnos unos a otros, y donde los falsos valores brillan, dominan y se imponen.
“Las estrellas caerán del cielo” simbolizan las fuerzas del mal y de la muerte, es decir, los poderes opresores que encarnan los sistemas ideológicos y económicos, que esclavizan a los seres humanos y causan tantas injusticias y sufrimientos. Caerá este mundo viejo, dominado por la violencia y la injusticia, marcado por la desigualdad y la pobreza, que vive de fachada, de la manipulación, instalado en la mentira y carente de sentido.
“Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y gloria”. Este “Hijo del hombre” es Jesucristo resucitado, es decir, la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida y Resurrección pondrá fin a la muerte; y su gloria se anuncia como el gran triunfo del Hijo del Hombre sobre los opresores, cumpliéndose lo que decimos en el Credo: “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”.
Esta venida del Hijo del Hombre
es un mensaje de esperanza. No se trata del final del mundo natural, sino más
bien, el final de un mundo injusto. No es el temor, sino la esperanza lo
que nos trae el Evangelio de hoy: a pesar de la situación actual de este mundo
que excluye a los más pobres, a pesar de tantos sufrimientos sociales y
personales que oscurecen el sentido de la vida humana.
Termina Jesús añade con una pequeña parábola: “Aprended de esta parábola de la higuera”. La parábola hace referencia a la primavera en que todo reverdece y que anuncia los frutos del verano. Es como si nos dijera que los frutos de la Vida de Dios están cerca, como los de la higuera. Jesús quiere hacer comprender a sus discípulos y a todos nosotros que, en las situaciones difíciles que atravesamos, Él está siempre cerca. Por su Resurrección Cristo está presente en el tiempo y en la historia.