LECTURAS
- Sabiduría 1,13-15
- Salmo responsorial
- 2 Corintios 8,7.9.13-15
- Marcos 5,21-43
En los distintos
evangelios, vemos que son muchas y de diferente condición las personas que se
acercan a Jesús. En el evangelio de hoy tenemos dos personas significativas: primero,
se le acerca un responsable de la sinagoga, cuyo nombre es Jairo, persona importante
en la ciudad, es cumplidor de la Ley y ayuda a cumplirla. Pero tiene un grave
problema: la enfermedad grave que sufre su hija, que la encamina a toda prisa hacia
la muerte. Pero él que ha visto a Jesús curar enfermos, se acerca con toda
confianza a Jesús, para pedirle que cure a su hija y la salve de la muerte.
También nosotros acudimos al Señor. ¿Cuál es nuestra fe? La fe verdadera implica una relación personal con Jesús como Salvador. Cada domingo cuando venimos a la Eucaristía, se realiza el encuentro con el Señor cuando escuchamos su palabra, que nos alienta y nos ayuda a hacer el camino; renovamos nuestra fe; le pedimos perdón por nuestras faltas de confianza, y le damos gracias por todo lo que hemos recibido durante la semana.
El Señor quiere
la vida para toda la humanidad, para los que sufren y para los que no
encuentran sentido a su existencia, y nos repite también lo que hemos escuchado
en la primera lectura: “Dios creó al ser humano incorruptible y lo hizo a
imagen de su propio ser”. Esto es lo que nos enseña Jesús, que Dios es nuestro Padre,
y todo hombre y mujer somos hijos de Dios y hermanos unos de otros.