LECTURAS
- 2 Reyes 4,8-11.14-16a
- Salmo responsorial 88
- Romanos 6, 3-4.8-11
- Mateo 10,37-42
A lo largo de la vida, nos vamos encontrando con muchas personas que van
dejando huella en nosotros en todos los aspectos: en el nivel humano, en el
intelectual, en el profesional (¿Quién no se acuerda de aquel profesor, o aquel
compañero experimentado en nuestro trabajo, y que fueron claves en nuestra vida?).
También hemos encontrado personas que nos han marcado como creyentes. Estas
personas pueden ser el sacerdote que, en un momento dado, nos dio un consejo
que nos hizo bien; o el catequista o la catequista que nos preparó para la
primera comunión y que nos empezó a hablar de Jesucristo; o tal vez, nuestra
abuela, o nuestros padres y madres, que nos enseñaron a reza. Dios se ha podido
servir de muchas personas para pasar por nuestra vida.
De esto nos hablan las lecturas de hoy: La acogida cordial a estas
personas ha sido un bien para nosotros, porque acogiéndolas a ellas, hemos
acogido a Dios que pasaba a nuestro lado; así lo vemos en la primera lectura:
un matrimonio sunamita acoge al profeta Elíseo, al que ofrecen su casa para
descansar, y ese gesto tuvo como recompensa un hijo; y en el evangelio, Jesús
dice que quien acoge a un enviado suyo, le está cogiendo a él mismo. Y ¿Quiénes son los enviados de Jesucristo? En principio, somos todos los
bautizados, porque como seguidores de Cristo estamos llamados a anunciar el
evangelio, cada cual en su puesto y lugar donde se encuentra con diferentes
responsabilidades.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
A lo largo de la vida, nos vamos encontrando con muchas personas que van
dejando huella en nosotros en todos los aspectos: en el nivel humano, en el
intelectual, en el profesional (¿Quién no se acuerda de aquel profesor, o aquel
compañero experimentado en nuestro trabajo, y que fueron claves en nuestra vida?).
También hemos encontrado personas que nos han marcado como creyentes. Estas
personas pueden ser el sacerdote que, en un momento dado, nos dio un consejo
que nos hizo bien; o el catequista o la catequista que nos preparó para la
primera comunión y que nos empezó a hablar de Jesucristo; o tal vez, nuestra
abuela, o nuestros padres y madres, que nos enseñaron a reza. Dios se ha podido
servir de muchas personas para pasar por nuestra vida.