sábado, 24 de junio de 2023

Día 25 junio de 2023. Domingo XII del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Jeremías 20, 10-13
  • Salmo responsorial 
  • Romanos 5, 12-15
  • Mateo 10, 26-33


    Las personas, ante aquello que puede deteriorar o malograr nuestra vida, sentimos angustia y miedo. De hecho, nada más nacer, estamos enfrentados a adversidades, provocadas por la naturaleza, diversas circunstancias o por personas. Y cuando nuestro cuerpo sufre o se debilita por la presencia del dolor o enfermedad acudimos al médico y buscamos los medios necesarios para remediar el mal que no aqueja.

     Sucede también que, en la sociedad,  encontramos personas que nos hacen difícil la vida, ponen trampas buscando sacar un provecho personal, y para ello no ahorran medios, aunque sean injustos, violentos, destructivos, como puede ser el robo, la mentira, la guerra, o incluso leyes hechas a medida para obtener intereses políticos o económicos; todos sabemos que hay  millones de personas perseguidas, bien porque piensan distintamente, porque tienen otras creencias, o porque son de otra cultura.

   Jesús, en el Evangelio, avisa que si somos fieles a su persona y mensaje también vendrán algunos contra nosotros, porque si él fue incómodo para las autoridades de Israel, también los que vivan de verdad  el estilo de vida de Jesús, serán incómodos para el mundo que nos rodea, que no es precisamente un mundo que destaque por su fe y devoción,  ni por la justicia y la verdad. Por eso Jesús insiste en “no tener miedo”. Y es que, el miedo muchas veces paraliza y no deja seguir adelante. Como hemos visto anteriormente, Jeremías se refugia en Dios. Hoy también nosotros, cristianos, tenemos que refugiarnos en Jesucristo que ha vencido el mal, el pecado y la muerte.

    Podrán hacernos mil perrerías e incluso matarnos, como siguen haciendo en algunas partes del mundo, donde se asesina, encarcela o discrimina a cristianos por mostrarse como tales. Pero Jesús nos dice que estamos en las manos de Dios y nos pide tener una fe firme, que no se deje vencer por las tentaciones y que confíe plenamente en Dios que  tiene la última palabra.

  La fe en Jesucristo implica creer en la vida eterna, y es hacia esa vida eterna hacia la que tenemos que mirar, y no quedarnos tanto en esta, en la que estamos de paso, sin negar que, pensar en el momento de la muerte, sobre todo si esta puede ser violenta, nos aterra. Pero Jesús nos asegura que Dios está de nuestra parte y que él tiene la última palabra en nuestro destino final.

LECTIO DIVINA DESDE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA