viernes, 7 de julio de 2023

Día 9 julio de 2023. Domingo XIV del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Zacarías  9,9-10
  • Salmo responsorial 144,  1-2.8-9.10-11
  • Romanos 8, 9.11-13
  • Mateo 11, 26-30



      Las personas sencillas, a través de Jesús, van a conocer a Dios, porque Jesús, venido de Dios, es el único que puede hacerlo. Pero esta revelación del Padre no es algo abstracto o teórico, sino que libera de una imagen legalista y agobiante de Dios y de la religión. Y así Jesús habla de un Dios que es un Padre lleno de misericordia, que perdona, que busca al que está perdido, y quiere reunir a la humanidad como un padre quiere reunir a sus hijos.

      Jesús ilustró su enseñanza con parábolas y con su misma forma de tratar a las personas. De ahí la invitación de Jesús en el evangelio de hoy: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré… tomad mi yugo sobre vosotros y encontraréis descanso para vuestras almas”. Esto no quiere decir que Dios se oculte a una persona sabia y cultivada, no; sino que nos avisa e indica que tenemos que hacernos pequeños, sencillos, humildes; ser receptivos a la Palabra de Dios, y no pensar que ya lo sabemos todo, porque entonces tenemos el peligro de no dejar espacio para Dios en nuestra vida.

      La actitud que se deduce de lo que nos indica Jesús es que tenemos que dejar que el Espíritu Santo habite en nuestro interior, para que podamos escuchar su voz, de modo que Jesús, el Hijo de Dios, muerto y resucitado por nosotros, nos dé vida y nos libere de todo aquello que nos impide a cercarnos a Él.

      Dios se reveló definitivamente en Jesucristo, y cada vez que celebramos la Eucaristía, cada domingo nos muestra el camino a seguir. De aquí la importancia de escuchar su Palabra proclamada en la Misa, dejando que pase por nuestra cabeza       (no es fanatismo), que  en nuestro corazón (que llene de sentido y permita crecer en humanidad, en mí y en los demás), y que la pongamos en práctica desde este mismo momento, viviendo como verdaderos discípulos suyos. Una fe así nunca puede ser un peso o yugo, sino  impulso, alivio y liberación.

 


LECTIO DIVINA DESDE  SAN ISIDRO DE ALMANSA