sábado, 30 de abril de 2022

Día 1 de mayo de 2022. Domingo 3º de Pascua.

 

    LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 5,27b-32.40b-41
  • Salmo responsorial 29,2.4.5.6.11.12a.13b
  • Apocalipsis 5,11.14
  • Juan 21,1-19

 En primavera, el renacer de la vida en la naturaleza, en las plantas,  nos alegra la vida a las personas; así también, la Pascua nos habla de la nueva vida que brota de la muerte y resurrección  de Jesucristo, lo que debe ser motivo de gran alegría y esperanza para el creyente en Cristo, porque nos ha asociado a su nueva condición de Resucitado, como hemos afirmado en la oración-colecta: “que la alegría  de haber recobrado la adopción filial, afiance nuestra esperanza de resucitar gloriosamente.

 Este pasaje lo mismo que los demás relatos evangélicos sobre la resurrección, afirman que el Crucificado es el mismo Resucitado; el mismo Jesús con el que compartieron vida y misión es el que ahora  se deja ver, asegurándoles que vive, llenándolos de  alegría y paz, y dándoles la fuerza de su Espíritu como les había prometido.

El evangelio  de hoy  no pretende darnos   noticia de un hecho como lo haría un periodista, sino que, además, nos transmite lo que los primeros discípulos vivieron tras la muerte de Jesús, y no encontrando las palabras adecuadas para expresar la realidad vivida, lo comunican con los relatos simbólicos que leemos en el evangelio, de modo que lo que fue buena noticia para ellos, que les cambió su vida por completo, lo ofrecen como buena noticia para quienes quieran escuchar y acoger.

Aquella noche, los discípulos  no habían cogido nada; la noche representa la ausencia de la luz que es Jesús resucitado;  sin Jesús todo se hace oscuro. A veces, en nuestra vida, parece que todo se  pone en contra y nuestras “redes”, es decir, nuestra vida está vacía. Por ello, es importante preguntarnos: ¿Qué alimenta, sostiene y llena de sentido nuestra vida?

 Jesús resucitado aglutina en torno a sí aquel grupo de discípulos junto al mar de Tiberíades, así también Jesús es el centro de todo grupo cristiano que forma parte de su familia, la Iglesia.


        HOJA DOMINICAL DIOCESANA


 


 

 

 

 

 

 


lunes, 25 de abril de 2022

Día 24 de abril de 2022. Domingo 2º de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia.

 

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 5,12-16
  • Salmo responsorial
  • Apocalipsis 1,9-11a.12-13.17-19
  • Juan 20,19-31

Todos los relatos  evangélicos sobre la resurrección nos hablan de la misma realidad:

    a) Que Jesús se hace presente ante los discípulos cuando menos lo esperan y eso sucede en la vida real o cotidiana, y no de manera espectacular, ni en el marco grandioso del templo de Jerusalén, sino cuando están reunidos, llenos de miedo por miedo a los judíos, o cuando están pescando porque ya no esperaban nada más de Jesús,  pensando que había muerto y todo había terminado.

     b) Siempre es Jesús quien lleva la iniciativa: es Jesús el que se “deja ver”, con lo que se sugiere que  lo que los discípulos experimentan no es  invención subjetiva, fruto de su imaginación, porque ¿cómo se les va a ocurrir a los testigos de un fracasado que ha muerto en la cruz, afirmar  que ha resucitado si no hubiera sucedido realmente?

     c) Jesús al hacerse “presente” lo hace con presencia cercana, amistosa, lleno de interés por ellos, provocando en ellos alegría y paz, y esto se expresa en el mismo saludo: “paz a vosotros”, en el hecho de ”comer” con ellos y “estar juntos”.

      d) En todas las apariciones hay  un aspecto problemático: hay vacilaciones, dudas. La incredulidad de Tomás nos quiere decir que fue difícil para todos los discípulos aceptar la nueva realidad de Jesús resucitado, que les desbordaba, pero que al mismo tiempo los llenó de alegría, de vida y valentía.

       Jesús les dio el encargo  expreso de ser sus testigos: “Como el Padre me envió, así también os envío yo… Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, a quienes se los retengáis, les serán retenidos”.

Hay mucha gente que dice: “yo creo en Dios, pero no creo en la Iglesia”. Y sin embargo, Jesús ha encomendado su propia misión, la que realizó de parte de Dios,  a hombres y mujeres  con defectos y pecados,  con cualidades y  virtudes. Así lo fueron los primeros discípulos y  así lo somos los discípulos  de ahora, que somos y formamos  la Iglesia de Jesús.

  Anunciar el Evangelio que mueve a creer, y perdonar los pecados por medio de los sacramentos es la misión que Jesús ha confiado a la Iglesia.

Hoy se repite lo del “día primero” que se dice varias veces en el evangelio, que es el domingo, “día del Señor”, día en que la Iglesia es convocada para celebrar al Señor resucitado.

Y hoy Dios sigue dando el Espíritu  Santo  a la Iglesia,  para que en medio del mundo en que le toca vivir, experimente y viva los  mismos dones que el Resucitado nos da: la paz que edifica, el perdón de los  pecados y la presencia del Espíritu que empuja y  alienta en el camino.



 HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 





domingo, 17 de abril de 2022

Día 17 abril de 2022. Domingo de Resurrección.

 


LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43
  • Salmo responsorial 117,1-2ab-17.22-23
  • 1 Corintios 5,6b-8
  • Juan 20,1-9


“No está aquí, ¡ha resucitado!”, es la buena noticia que recibieron las mujeres que fueron al sepulcro en la madrugado del primer día de la semana, según leemos en el evangelio.

La resurrección  de Cristo es luz que ilumina el mundo y a cada creyente, llenando de sentido su vida y futuro como nos ha dicho san Pablo: “los que por el bautismo  nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte…, y así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros  andamos en una vida nueva”. Así pues, por el bautismo participamos de su muerte y resurrección, y hoy la actualizamos y por ello dentro de unos momentos renovaremos las promesas del bautismo. La bendición del agua, las renuncias al pecado y confesión de fe, la aspersión del agua son signos que permiten volver a vivir el bautismo recibido.

En los apóstoles y demás discípulos sucedió algo importante tras la muerte de Jesús: ellos no habían comprendido  muchas cosas de Jesús, porque estaban pegados a lo terreno y esperando una salvación puramente humana. Sólo después de la muerte, descubrieron, no por razonamiento, sino por vivencia, porque Jesús "se dejó ver”, calando en ellos la convicción de que Jesús está vivo y les comunicaba la Vida. Esto es lo que los discípulos intentaron trasmitir a los demás, cumpliendo la misión que Jesús les encargó,  haciéndose realidad lo que Jesús había anunciado: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre”.

Con la resurrección de Jesús, sus discípulos ya  no volvieron a ser los mismos. El encuentro con Jesús, lleno de vida después de su muerte, transformó  totalmente a los discípulos como vemos en los diversos testimonios de la Escritura.

 Lo que había dicho Jesús era verdad: “Dios no es Dios de  muertos, sino de vivos”. Y por tanto, no estamos solos ni perdidos ante la muerte; Dios nos quiere llenos de vida y nos pide que pongamos vida donde otros ponen muerte, cumpliendo aquellas palabras de Jesús: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, entonces dará mucho fruto”.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



 

 

 








sábado, 9 de abril de 2022

Día 10 abril de 2022. Domingo de Ramos.



 



LECTURAS

  • Isaías 5,4-7
  • Salmo responsorial 21,8-9.17-18a.19-20.23-24
  • Filipenses 2,6-11
  • Lucas 22,14-23,56

En el domingo de Ramos aparece un personaje colectivo  como es la “multitud”, grupo grande de personas  que caminan juntas, colocan mantos  al paso del borrico donde cabalga Jesús. Esa multitud desciende  por la cuesta del monte de los Olivos frente a la ciudad santa de Jerusalén, y portando ramos de olivos y palmas en las manos, grita, vitorea y alaba a Dios en la persona de Jesús, el profeta de Galilea, en quien reconocen alguien importante que de manera sencilla actúa en el nombre del Señor, y se nota en su forma  de hablar,  totalmente original,  a la que  acompaña hechos milagrosos.

También nosotros, hoy, con cantos y ramos de olivos en la mano, como aquella multitud de Jerusalén,  mezclados niños, jóvenes y mayores, disfrutamos de este día y celebración, expresando nuestro cariño a Jesús, el Mesías y  Señor,  que por la fe nos hace miembros de  su familia, la Iglesia.

 En este día de primavera, después de dos años de pandemia, que nos ha obligado a estar encerrados o guardando “distancia”, necesitamos encontrarnos masivamente como ahora,  cantando  y rezando juntos. Y también nos preguntamos: ¿Sabemos bien a quien estamos aclamando con nuestros cantos? ¿Conocemos  lo que tiene de consecuencias creer en él y seguirlo como discípulos?

La multitud  camina y acompaña a Jesús. También la Iglesia nos encontramos  en este año precisamente en “camino sinodal” (caminando juntos) que es lo propio de la Iglesia, sólo que a veces lo olvidamos; “caminar juntos" quiere decir que cuidemos la comunión con Dios y con los demás, que participemos personal y comunitariamente en la misión de Jesús, que no es otra que llevar el Evangelio a todos los que nos rodean, los  cristianos practicantes, a los que están bautizados pero que no practican, y también a los que no creen o pasan de todo. Debemos tomar conciencia de quienes son los que nos ayudan en el camino,  y a quienes ayudamos nosotros para que no abandonen cuando el camino se hace cuesta arriba. 

Con la lectura de la Pasión vemos cómo Dios se encarnó en Jesús, adoptando nuestra humanidad con un modo de vida humilde, rebajándose hasta el mismo fondo de  la muerte y una muerte ignominiosa en la cruz.

Hoy comenzamos al Semana Santa. Nos encaminamos hacia el Triduo Pascual que nos hará pasar  a la alegría de la resurrección de Cristo, garantía y anticipo  de nuestra futura resurrección.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


HORARIOS DE SEMANA SANTA-2022

    10 de abril. DOMINGO DE RAMOS.

 - 11,45h. Bendición de Ramos y Palmas en Plaza de las petancas de calle Arboleda. Procesión hasta la iglesia  y Santa Misa.


           12  de abril: Martes: CELEBRACIÓN PENITENCIAL.

 -8,00h tarde: Celebración de la Penitencia y confesiones


      14 de abril: JUEVES SANTO.

- 6,00h de la tarde: Solemne Misa de la Cena del Señor.

- 22,00h: Hora Santa ante el Santísimo Sacramento


      15 de abril: VIERNES SANTO.

- 12,00h. Vía Crucis en la parroquia.

- 6,00h de la tarde: Celebración de la Muerte del Señor.


     16 de abril. VIGILIA PASCUAL.

-20,00h: Vigilia Pascual.


       17 de abril. PASCUA DE RESURRECCIÓN.

-12,00: Misa de Pascua.



 


sábado, 2 de abril de 2022

3 abril de 2022. Domingo 5º de Cuaresma.

 

LECTURAS

Isaías 43,16-21
Salmo responsorial 125, 1-2ab-3.4-5.6
Filipenses 3,8-14
Juan 8,1-11


En el evangelio se hace patente el contraste entre la mentalidad religiosa anclada en tiempos antiguos y la novedad  transformadora que impulsa Jesús, en quien prevalece el perdón y la misericordia, ofreciendo la oportunidad de un cambio de vida.

Ante aquella situación de la mujer adúltera que ha sido llevada ante Jesús, y este pacientemente se inclina y escribe en el suelo. Todos están expectantes, y como le insistían, Jesús se levantó  y dijo unas palabras  que desarmaron a  escribas y fariseos: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, frase que se ha convertido en dicho popular, con la que afirmamos  que de alguna manera todos somos culpables de ciertos males y pecados sociales. Ya hemos escuchado en el evangelio, que “todos se fueron escabullendo, comenzando por los más viejos” porque todos sabían que en su larga vida habían pecado mucho, y por tanto,  eran tan pecadores  como la mujer  a la que acusan.

Hoy, también nosotros  podemos preguntarnos si somos tan buenos  como para juzgar a otros como malos. Todos tenemos nuestras incoherencias, debilidades, nuestros pecados por acción o comisión.

 Jesús perdonó a la mujer, no porque ella se lo pidiera, sino porque el perdón de Dios es siempre primero. Dios nos perdona antes de que nosotros pidamos perdón, con lo que una vez más, Jesús nos muestra que nuestro Dios es un padre compasivo y misericordioso. Ya lo vimos el domingo pasado con el hijo pródigo: esperaba a su hijo perdido y lo recibió con los brazos abiertos, tan contento de haber recuperado a su hijo. Dios nos ama, no porque nosotros le amemos, sino  porque Dios es amor. Por parte nuestra, corresponde acogerlo y aceptar el amor que Dios nos ofrece.

San Pablo nos  ha dado  su respuesta, que puede ser un modelo a seguir: “todo lo considero basura, con tal de ganar a Cristo, con la esperanza de resucitar con él”.


HOJA DOMINICAL DIOCESANA