LECTURAS
- Éxodo 24, 3-8
- Salmo responsorial
- Hebreos 9, 11-15
- Marcos 14,12-16.22-26
La Eucaristía es “memorial” del “Cuerpo
y Sangre de Cristo”; no se trata
del recuerdo de un hecho ocurrido en tiempo pasado, sino que aquella
Cena del primer Jueves Santo, se hace
realmente actual cada vez que lo
celebramos con fe, dando cumplimiento al deseo de Jesús: “Haced esto en memoria
mía”, de modo que en cada Misa o Eucaristía se hace actual la muerte y resurrección de Cristo,
produciendo en nosotros el bien que
Jesús expresó. Por
tanto, cuando el sacerdote en la consagración repite las palabras de Jesús: “esto
es mi cuerpo”, es Jesús mismo quien nos dice: “soy yo mismo en
persona, quien viene a vuestro encuentro.
Pero, la Eucaristía no es un
acto privado, sólo para el recogimiento y
oración personal, sino que, además, tiene una dimensión social, ya que
es comunión sacramental: ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que por la comunión quedamos unidos al Señor como dice san Pablo: “El pan es uno, y así nosotros aunque somos muchos,
formamos un solo cuerpo, porque comemos todos el mismo pan” (1 Cor 10,17).
Por
tanto, la comunión nos hace salir de
nosotros mismos para ir hacia Cristo, y también hacia todos los demás que
forman el cuerpo de Cristo, haciéndonos
una única existencia, de modo que se haga realidad el deseo de Cristo de que “seamos
uno”, así como la enseñanza de Jesús: “No hay mandamiento mayor que éste: amar a Dios con todo el
corazón sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a uno mismo”.
Así
pues, el Dios encarnado que es Cristo
nos atrae a todos hacía si, para que formemos la sola familia de Dios
donde se vivan relaciones de amor. En consecuencia no cabe separar culto y comportamiento moral. No basta venir a
misa y rezar a solas con Dios sino que, además, la Eucaristía nos
compromete a entregarnos a favor de los
demás como hizo Jesús que entregó su vida por todos nosotros para que tengamos
la vida de Dios, vida feliz y eterna.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: SER MAS PUEBLO
DIA NACINAL DE CARIDAD
La Eucaristía es “memorial” del “Cuerpo y Sangre de Cristo”; no se trata del recuerdo de un hecho ocurrido en tiempo pasado, sino que aquella Cena del primer Jueves Santo, se hace realmente actual cada vez que lo celebramos con fe, dando cumplimiento al deseo de Jesús: “Haced esto en memoria mía”, de modo que en cada Misa o Eucaristía se hace actual la muerte y resurrección de Cristo, produciendo en nosotros el bien que Jesús expresó. Por tanto, cuando el sacerdote en la consagración repite las palabras de Jesús: “esto es mi cuerpo”, es Jesús mismo quien nos dice: “soy yo mismo en persona, quien viene a vuestro encuentro.
Pero, la Eucaristía no es un acto privado, sólo para el recogimiento y oración personal, sino que, además, tiene una dimensión social, ya que es comunión sacramental: ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que por la comunión quedamos unidos al Señor como dice san Pablo: “El pan es uno, y así nosotros aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos el mismo pan” (1 Cor 10,17).
Por
tanto, la comunión nos hace salir de
nosotros mismos para ir hacia Cristo, y también hacia todos los demás que
forman el cuerpo de Cristo, haciéndonos
una única existencia, de modo que se haga realidad el deseo de Cristo de que “seamos
uno”, así como la enseñanza de Jesús: “No hay mandamiento mayor que éste: amar a Dios con todo el
corazón sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a uno mismo”.
Así
pues, el Dios encarnado que es Cristo
nos atrae a todos hacía si, para que formemos la sola familia de Dios
donde se vivan relaciones de amor. En consecuencia no cabe separar culto y comportamiento moral. No basta venir a
misa y rezar a solas con Dios sino que, además, la Eucaristía nos
compromete a entregarnos a favor de los
demás como hizo Jesús que entregó su vida por todos nosotros para que tengamos
la vida de Dios, vida feliz y eterna.