LECTURAS
- Sabiduría 1,13-15; 2,23-24
- Salmo responsorial
- 2 Corintios 8,7.9.13-15
- Marcos 5,21-43
Jesús
nos invita a vivir siempre con confianza, y especialmente en las dificultades, lo mismo
que dijo el domingo pasado a los
discípulos en medio de la tempestad: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Nos dice el evangelio de hoy que Jesús, llegando a la casa de Jairo, curó a su hija, devolviéndole la alegría de la vida. Esta
historia de la niña nos representa a
cada uno de nosotros: Todos podemos estar heridos, con falta de
salud física o espiritual. Y Jesús ha venido a darnos
vida.
Pero para acudir a él tenemos que conocerlo y creer en él, y a esto se llega conociendo y orando la Palabra de Dios, y se hace presente en los sacramentos, signos y acciones eficaces que realiza la Iglesia por voluntad de Jesús, y a
través de los cuales Dios actúa, si los celebramos con fe. Todos los sacramentos son encuentros con el
Señor, como lo fue la de aquella mujer curada, o la de
aquella niña devuelta a la vida de las que nos habla el evangelio de hoy.
El papa Francisco comentaba: “Jesús
nos espera siempre, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino
para fortalecernos en nuestros problemas. Jesús no nos quita los pesos de la
vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con
nosotros… Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, aquella que permanece
aún en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro
tiempo, encontrémoslo cada día en la oración, en un diálogo confiado y
personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón,
saciémonos con su Pan de vida: nos sentiremos amados y nos sentiremos
consolados por Él”.
En la Eucaristía de cada domingo, cuando extendamos la mano para recibirle, tocaremos al Señor; no sólo el borde de su manto, sino a él en persona.
Como
nos ha dicho san Pablo, a nosotros corresponde vivir agradecidos a Dios y a
todos los que nos hacen el bien, y al
mismo tiempo saber compartir lo que tenemos y hemos recibido.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: DOS MUJERES ENTRE UNA GRAN MULTITUD
Jesús
nos invita a vivir siempre con confianza, y especialmente en las dificultades, lo mismo
que dijo el domingo pasado a los
discípulos en medio de la tempestad: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Nos dice el evangelio de hoy que Jesús, llegando a la casa de Jairo, curó a su hija, devolviéndole la alegría de la vida. Esta historia de la niña nos representa a cada uno de nosotros: Todos podemos estar heridos, con falta de salud física o espiritual. Y Jesús ha venido a darnos vida.
Pero para acudir a él tenemos que conocerlo y creer en él, y a esto se llega conociendo y orando la Palabra de Dios, y se hace presente en los sacramentos, signos y acciones eficaces que realiza la Iglesia por voluntad de Jesús, y a través de los cuales Dios actúa, si los celebramos con fe. Todos los sacramentos son encuentros con el Señor, como lo fue la de aquella mujer curada, o la de aquella niña devuelta a la vida de las que nos habla el evangelio de hoy.
El papa Francisco comentaba: “Jesús nos espera siempre, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para fortalecernos en nuestros problemas. Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros… Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, aquella que permanece aún en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémoslo cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón, saciémonos con su Pan de vida: nos sentiremos amados y nos sentiremos consolados por Él”.
En la Eucaristía de cada domingo, cuando extendamos la mano para recibirle, tocaremos al Señor; no sólo el borde de su manto, sino a él en persona.
Como
nos ha dicho san Pablo, a nosotros corresponde vivir agradecidos a Dios y a
todos los que nos hacen el bien, y al
mismo tiempo saber compartir lo que tenemos y hemos recibido.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: DOS MUJERES ENTRE UNA GRAN MULTITUD