viernes, 28 de mayo de 2021

Día 30 mayo de 2021. Domingo de la Santísima Trinidad.

 


Jornada de oración por los contemplativos

LECTURAS

  • Deuteronomio 4,32-34.39-40
  • Salmo responsorial
  • Romanos 8, 14-17
  • Mateo 28,16-20


La celebración de la Santísima Trinidad nos invita a descubrir y celebrar  al Dios vivo que se hace presente  en nuestra vida de cada día. No es un Dios lejano que está allá en el cielo, y nosotros aquí en la tierra, con un abismo inmenso que nos separa.

Es verdad que Dios es transcendente, y que está más allá  de nuestra capacidad humana de comprender. Si Hablamos de Dios al que llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, no es por un descubrimiento de mentes privilegiadas que por razonamiento y deducciones han llegado a esa conclusión, sino porque nos ha sido revelado por Jesucristo, el Hijo de Dios  hecho hombre, como él mismo dice: “Nadie conoce al Hijo más que el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo  y aquel a quien  el Hijo quiera revelárselo”.

Sin esta revelación de Jesucristo nadie puede conocer cómo es Dios, y ésta es la originalidad del cristianismo, como bien decimos en el bautismo,  por indicación de Jesucristo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. 

San Pablo, por su parte, nos habla de la vida de Dios, que está dentro de nosotros, por lo que nos constituye “hijos de Dios” por adopción y herederos de los bienes de Dios. San Pablo nos enseña que por el bautismo se realiza una transformación interior, lo que permite al creyente cristiano una relación  de familiaridad con Dios, por eso dice que “somos hijos de Dios en el Hijo Jesucristo”, y la herencia consiste en que participaremos de la vida gloriosa de Dios como Jesucristo resucitado.

  El evangelio de hoy termina con una promesa de Jesús: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo”. Jesús está con nosotros porque  está dándonos continuamente la vida de Dios, como la cepa hace pasar la savia al sarmiento; pero Dios respeta nuestra libertad, por ello sólo si tenemos fe permitimos que Dios  nos llene de su fuerza, que nos ofrece a través del Espíritu Santo, presente en la Iglesia como celebramos el domingo pasado.

De esto sacamos una lección: somos como Dios, cuando en nuestras relaciones nos tratamos como  hermanos, hijos del Padre común: Dios.

LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN

HOJA DOMINICAL DIOCESANA