LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
- Salmo responsorial
- Juan 5, 1-6
- Juan 20, 19-31
Seguro
que todos hemos escuchado a bautizados
que dicen: “Yo creo en Dios a mi manera”, o bien: “Yo creo en Dios, pero no
creo en la Iglesia”. En
una ocasión discutían un astronauta y un neocirujano sobre la existencia de
Dios. Decía el astronauta: “Yo he realizado varios viajes al espacio y no he
visto ni siquiera un ángel”. El
neocirujano guardó silencio por un momento y dijo: “Pues yo he operado muchos cerebros y
nunca he visto un pensamiento”.
El
evangelio de hoy nos da una clave para entender la fe: sólo en la comunidad
cristiana se descubre la presencia de Dios vivo y resucitado. Es la comunidad
de la Iglesia la que recibe el encargo
de anunciar el evangelio: no se lo ha sacado de la manga, sino que es el
principal mandato que recibe de Jesús resucitado, como escuchamos en el evangelio de hoy: “Como el Padre me envió,
así os envío yo”.
Jesús, con su resurrección, da comienzo
a la nueva creación, de modo que el que cree en Jesús está en marcha
hacia su plenitud; por eso, la vida cristiana implica un nuevo modo de vida, en
el que Jesús ocupa el centro, es factor
de unidad y de comunión. Y es justamente a raíz de la resurrección de
Jesús que los creyentes en él adoptan un
nuevo estilo de vida, el estilo de
Jesús, como hemos escuchado en la 2ª lectura de san Juan: “Todo el que cree que
Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama
también al que ha nacido de él”. O
como nos relata Hechos (1ª lectura), donde se nos dice que se llega a la fe en
la comunidad de la Iglesia, donde se escucha la enseñanza de los Apóstoles (la
Palabra de Dios), se participa en las oraciones comunitarias, especialmente en la fracción del pan (Eucaristía), y todo ello lleva a compartir lo propio con los
necesitados. Y la forma de vida, siguiendo el estilo de Jesús, hacía que “se
los mirara a todos con mucho agrado”.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: FELICES LO QUE CREEN
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Seguro que todos hemos escuchado a bautizados que dicen: “Yo creo en Dios a mi manera”, o bien: “Yo creo en Dios, pero no creo en la Iglesia”. En una ocasión discutían un astronauta y un neocirujano sobre la existencia de Dios. Decía el astronauta: “Yo he realizado varios viajes al espacio y no he visto ni siquiera un ángel”. El neocirujano guardó silencio por un momento y dijo: “Pues yo he operado muchos cerebros y nunca he visto un pensamiento”.
El
evangelio de hoy nos da una clave para entender la fe: sólo en la comunidad
cristiana se descubre la presencia de Dios vivo y resucitado. Es la comunidad
de la Iglesia la que recibe el encargo
de anunciar el evangelio: no se lo ha sacado de la manga, sino que es el
principal mandato que recibe de Jesús resucitado, como escuchamos en el evangelio de hoy: “Como el Padre me envió,
así os envío yo”.
Jesús, con su resurrección, da comienzo a la nueva creación, de modo que el que cree en Jesús está en marcha hacia su plenitud; por eso, la vida cristiana implica un nuevo modo de vida, en el que Jesús ocupa el centro, es factor de unidad y de comunión. Y es justamente a raíz de la resurrección de Jesús que los creyentes en él adoptan un nuevo estilo de vida, el estilo de Jesús, como hemos escuchado en la 2ª lectura de san Juan: “Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él”. O como nos relata Hechos (1ª lectura), donde se nos dice que se llega a la fe en la comunidad de la Iglesia, donde se escucha la enseñanza de los Apóstoles (la Palabra de Dios), se participa en las oraciones comunitarias, especialmente en la fracción del pan (Eucaristía), y todo ello lleva a compartir lo propio con los necesitados. Y la forma de vida, siguiendo el estilo de Jesús, hacía que “se los mirara a todos con mucho agrado”.