LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)
- Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
- Colosenses (3,1-4)
- Juan (20,1-9)
Hay
cristianos que creen que la fiesta cristiana más importante es Navidad, otros
que la Semana Santa, o que el Viernes Santo es el más significativo, y esto por
los nazarenos, los latigazos, las Dolorosas, el Santo Sepulcro. Pero
no; si las cosas fueran así, estaríamos haciendo «memoria» de la muerte
injusta de un inocente en manos de los poderosos. Y sacaríamos la conclusión de que ganan los de siempre, sin
que Dios haga absolutamente nada.
Pero no fue así. La resurrección de Jesús significa que sólo una vida planteada, vivida y entregada
desde el amor tiene sentido, es más poderosa que la muerte. Y Dios está
de acuerdo, y por eso el crucificado es Resucitado, y por eso la Fiesta de
Pascua es la “fiesta de las Fiestas”, razón de nuestra fe en Jesucristo, al que reconocemos como
Señor y Salvador.
Los discípulos no creyeron que Jesús había resucitado porque vieran el sepulcro
vacío:
-Solo
llegaron a reconocerlo cuando se
encontraron con él y lo sienten presente cuando están reunidos “en su nombre”,
en comunidad; hay que estar entre los suyos, con los suyos, y aceptar ser de
los suyos.
-Cuando
hacían lo mismo que él hizo, parten el pan y beben el vino de la Eucaristía, y se comprometen a vivir su
mismo estilo de vida, él se hace presente, y los discípulos se van
transformando en otros Cristos que
seguirán haciendo lo que hacía Jesús.
- Cuando oran, cuando dejan cuestionarse por
lo que Jesús había dicho y hecho, cuando
se preguntan: “Señor, ¿Qué tengo que hacer para entra en el Reino de Dios? O
bien: ¿Cuál es tu voluntad sobre mí? Entonces Cristo está presente.
-
Y también, cuando impulsados por la misericordia, reconocen al Señor en los pequeños y en los que sufren, Cristo
se hace presente, porque “lo que hacéis a uno de estos pequeños, mis
hermanos, a mí me lo hacéis”, decía Jesús.
La experiencia de que Cristo había resucitado fue vivida por los discípulos poco a poco. Y también
fueron cambiando, haciéndose hombres y mujeres nuevos, poco a poco. Por eso la
Iglesia celebra este día de Pascua durante 50 días (el Tiempo Pascual),
como diciendo: debemos ir resucitando poco a poco. Es el Espíritu que nos da
Jesucristo resucitado el que trasformará nuestros corazones de piedra
haciéndolos semejantes al suyo, hasta ser realidad lo que nos dice San Pablo:
“Ya no soy yo el que está vivo, es Cristo quien vive en mí”. En
consecuencia: oremos con insistencia durante todo este tiempo pascual, deseando
que el Señor nos resucite, que pasemos de una fe superficial a una fe existencial, con la ayuda del Espíritu Santo.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: ¿BUSCÁIS AL QUE HA MUERTO?