LECTURAS
- Isaías 55, 1-11
- Salmo responsorial
- 1 Juan 5,1-9
- Marcos 1,7-11
Marcos destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo. Con la venida del Espíritu sobre Jesús, se está indicando que se inaugura
una etapa nueva en las relaciones de Dios con la humanidad. Y la
voz del cielo está indicando quién es Jesús,
y cómo lo que dice y hace cuenta
con el aval del cielo, es decir, de Dios.
El evangelio de Marcos destaca que la “vida pública” de Jesús
comienza con la voz del cielo: “Tu eres mi Hijo amado, en ti me complazco”, y
termina con la voz de un pagano al pie de la cruz, el
centurión que manda sobre los soldados,
y que viendo a Jesús expirar,
confiesa: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Con la voz del cielo en el bautismo, y con las
palabras del centurión romano tras la muerte, nos está indicando que si alguien se siente escandalizado por lo que Jesús dijo e hizo , y que lo llevó a la muerte, debe saber que no es un blasfemo, sino que es el Hijo de Dios guiado por
el Espíritu.
Los cristianos, que lo somos porque fuimos bautizados poco después de nacer, tenemos el peligro de entender la fe como
un conjunto de creencias y mandamientos que cumplimos por “obligación”,
y que con cumplirlos parece que nos deja la conciencia tranquila. Esta manera de entender y vivir la
fe puede generar un tipo de cristiano
aburrido, sin deseo de Dios ni pasión
alguna por contagiar una fe viva a los demás. Esto puede ocurrirnos cuando el
formar y cultivar la fe no ocupa un lugar en nuestra vida de cada día.
Cuando
sintamos la alegría interior de ser seguidores de Jesucristo, y vivamos con alegría el intento de seguir su estilo de vida, cuando vengamos con ganas e
ilusión por encontrarnos con nuestros
hermanos en la fe a celebrar la Eucaristía cada domingo, y salgamos de aquí un
poco más transformados por lo que celebramos, con ganas de contagiar nuestra fe a otras
personas, entonces podremos decir que nos sentimos hijos de Dios y
hermanos unos de otros, y podremos decir
que somos cristianos convertidos y convencidos.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: PUEBLO DE DIOS EN SALIDA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Marcos destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo. Con la venida del Espíritu sobre Jesús, se está indicando que se inaugura una etapa nueva en las relaciones de Dios con la humanidad. Y la voz del cielo está indicando quién es Jesús, y cómo lo que dice y hace cuenta con el aval del cielo, es decir, de Dios.
El evangelio de Marcos destaca que la “vida pública” de Jesús comienza con la voz del cielo: “Tu eres mi Hijo amado, en ti me complazco”, y termina con la voz de un pagano al pie de la cruz, el centurión que manda sobre los soldados, y que viendo a Jesús expirar, confiesa: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Con la voz del cielo en el bautismo, y con las palabras del centurión romano tras la muerte, nos está indicando que si alguien se siente escandalizado por lo que Jesús dijo e hizo , y que lo llevó a la muerte, debe saber que no es un blasfemo, sino que es el Hijo de Dios guiado por el Espíritu.
Los cristianos, que lo somos porque fuimos bautizados poco después de nacer, tenemos el peligro de entender la fe como
un conjunto de creencias y mandamientos que cumplimos por “obligación”,
y que con cumplirlos parece que nos deja la conciencia tranquila. Esta manera de entender y vivir la
fe puede generar un tipo de cristiano
aburrido, sin deseo de Dios ni pasión
alguna por contagiar una fe viva a los demás. Esto puede ocurrirnos cuando el
formar y cultivar la fe no ocupa un lugar en nuestra vida de cada día.
Cuando
sintamos la alegría interior de ser seguidores de Jesucristo, y vivamos con alegría el intento de seguir su estilo de vida, cuando vengamos con ganas e
ilusión por encontrarnos con nuestros
hermanos en la fe a celebrar la Eucaristía cada domingo, y salgamos de aquí un
poco más transformados por lo que celebramos, con ganas de contagiar nuestra fe a otras
personas, entonces podremos decir que nos sentimos hijos de Dios y
hermanos unos de otros, y podremos decir
que somos cristianos convertidos y convencidos.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: PUEBLO DE DIOS EN SALIDA