LECTURAS
Jesús nos propone una parábola, partiendo de un dato que conocía todo el mundo de su tiempo como era una boda. Todo el ritual de la misma sucedía después de la caída del sol, y la fiesta de boda tenía lugar durante la noche. De ahí la necesidad de llevar lámparas encendidas para poder ver. Un acompañante sin luz no pintaba nada en el cortejo y sin luz no se podía entrar en el banquete previsto. Ahora bien, para que una lámpara arda hace falta aceite. La luz y el aceite eran decisivos. Jesús pone de relieve este detalle para darnos su mensaje.
Las diez jóvenes del evangelio, unas previsoras y otras descuidadas, representan dos actitudes contra-puestas ante en el desarrollo de nuestra vida: una es la actitud de compromiso constructivo, y otra es la despreocupación y falta de asumir responsabilidades.
Todos podemos examinarnos interiormente y preguntarnos: ¿Qué he recibido yo de la vida y qué aporto a la misma? ¿Qué valores éticos tengo como pautas de mi vida personal y social? Esto es como preguntarnos qué tipo de "aceite" arde en la lámpara que es mi vida.
Jesús nos dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; no
se enciende una lámpara para ponerla debajo de la mesa, sino en lo alto
para que alumbre a todos los de la casa; alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que
está en el cielo”. Por tanto, la luz son las obras, el aceite es el amor y el
servicio.
Leída la 1ª lectura de hoy a la luz del evangelio, para nosotros, cristianos, Jesucristo es nuestra sabiduría; de ahí que lo propio del cristiano que se tiene por seguidor de Cristo sea tener sus mismos sentimientos, actitudes, criterios y maneras de actuar y de relacionarse con Dios, con los demás y con el mundo que nos ha sido confiado. Jesús nos ayuda a reponer el “aceite” haciéndose presente en nuestra vida a través de su Palabra, los sacramentos, la oración, la Iglesia, y de manera especial la celebración de la Eucaristía cada domingo, día del Señor y día de la Iglesia.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: FIEL OBEDIENCIA