lunes, 9 de noviembre de 2020

Día 8 de noviembre 2020

 

LECTURAS

Sabiduría 6,12-16
Salmo responsorial
1 Tesalonicenses 4, 13-18
Mateo 25,1-13


Jesús nos propone una parábola, partiendo de un dato que conocía todo el mundo de su tiempo como era una boda.  Todo el ritual de la misma sucedía después  de la caída del sol,  y la fiesta de boda tenía lugar durante la noche. De ahí la necesidad de llevar lámparas encendidas  para poder ver. Un acompañante sin luz no pintaba nada en el cortejo y sin luz no se podía entrar  en el banquete previsto. Ahora bien, para que una lámpara arda hace falta aceite. La luz y el aceite eran decisivos. Jesús pone de relieve este detalle para darnos su mensaje.

Las diez jóvenes del evangelio, unas previsoras y otras descuidadas,  representan  dos actitudes  contra-puestas ante en el desarrollo de nuestra vida: una es la actitud de compromiso constructivo,  y otra es la despreocupación y falta de asumir responsabilidades.

Todos  podemos examinarnos interiormente y preguntarnos: ¿Qué he recibido yo de la vida  y qué aporto  a la misma? ¿Qué valores éticos tengo  como pautas de mi vida personal y social?  Esto es como preguntarnos  qué tipo de "aceite" arde en la lámpara que es mi vida.

         Jesús  nos dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; no se enciende una lámpara para ponerla debajo de la mesa, sino  en  lo alto para que alumbre a todos los de la casa; alumbre así vuestra luz  a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”. Por tanto, la luz son las obras, el aceite es el amor y el servicio.

       Leída la 1ª lectura de hoy  a la luz del evangelio, para nosotros, cristianos, Jesucristo es nuestra sabiduría; de ahí que lo propio del cristiano que se tiene por seguidor de Cristo sea tener sus mismos sentimientos, actitudes, criterios y maneras de actuar y de relacionarse con Dios, con los demás y con el mundo que nos ha sido confiado. Jesús nos ayuda a reponer el “aceite” haciéndose presente en nuestra vida  a través de su Palabra, los sacramentos, la oración, la Iglesia, y de manera especial la celebración de la Eucaristía cada domingo, día del Señor y día de la Iglesia.

 De la parábola se deduce que es inútil esperar al Señor si  nuestra vida no está acompañada  de amor y servicio. Las lámparas deben estar encendidas siempre; si esperamos a encenderlas a última hora, la vida se desarrollará sin sentido y con el peligro de no participar de la alegría del Reino de Dios como sugiere el evangelio de hoy.

LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: FIEL OBEDIENCIA