LECTURAS
- Ezequiel 34,11-12.15--17
- Salmo responsorial 22
- 1ª Corintios 15,20-26.28;
- Mateo 25,31-46
La
1ª lectura del profeta Ezequiel y el salmo responsorial nos ayudan a contemplar
la figura de Jesús como “Buen Pastor”, imagen que se aplicó a sí mismo, y que
vivió acercándose a los pobres y marginados, para quienes tenía palabras de aliento y
compasión, liberando del mal físico y moral a los enfermos y pecadores, anunciando sin descanso el Reino de Dios y llamando a la conversión, al tiempo
que afirmaba que sus discípulos escuchan su voz y le siguen como las ovejas siguen al pastor
que camina delante y las lleva a buenos
pastos, defendiéndolas en los peligros e incluso entregando la vida por ellas.
Jesús, en su predicación, hablaba del “Reino de Dios”, pero no reivindicó ningún reino para sí; todo lo contrario, era crítico con los dirigentes: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen”. Frente a ese modo de proceder de los poderosos, Jesús nos dice: “no será así entre vosotros; el que quiera ser grande que sea vuestro servidor, como el Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate por todos”.
Jesús no habla de una reino de personas físicas censadas ni de territorio con fronteras, sino que se trata de un reino de actitudes vitales, de modo que acercándonos al que nos necesita y preocupándonos por él, entonces hacemos presente y visible el Reino de Dios.
Dios, al hacerse hombre en Jesús, se hace solidario de toda la humanidad, se hace hermano de cada uno de nosotros, identificándose con cada persona. Por esto mismo, en el veredicto de la parábola de hoy hemos escuchado a Jesús que dice: “Lo que hicisteis con estos más pequeños, mis hermanos, conmigo lo hicisteis”. Con estas palabras se nos insinúa que en la evaluación final de nuestra vida no habrá ningún juicio que se nos haga desde fuera, sino que son nuestras propias actitudes, que vamos viviendo cada día, las que nos dirán cómo tratamos a las personas, con las que se identifica Jesucristo, hermano de todo ser humano.
Nuestra fe nos dice que encontramos a Dios en el Señor Jesús, y a él, lo encontramos en toda persona, de modo que haciendo el bien a los demás, estamos amando a Dios y así dejamos que Dios reine en nosotros.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: OBRAS SON AMORES