sábado, 2 de mayo de 2020

Día 3 de mayo de 2020. Domingo 4º de Pascua


LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 2,1-4a.36-4
  • Salmo responsorial 22
  • 1 Pedro  2, 20b-25
  • Juan 10,1-10


El evangelio de hoy  no habla de apariciones como en domingos pasados, pero no nos apartamos del tema de Pascua  como Jesús nos ha dicho expresamente en la última línea del evangelio: “Yo he venido para tengan vida y vida abundante.
 “Entrar por la puerta” que es Jesús, es lo mismo que acercarse a él y darle nuestra adhesión, esto es, asemejarse a él; ir como él en busca del bien de toda persona. Él es la vida, y el que posee esa vida alcanza la salvación, como dice Jesús: “no pasará hambre, no pasará sed”. Así, Jesús identifica el pasto con el pan de vida que es él mismo: “Yo he venido para que tengan vida, y vida abundante”.
Hoy es la jornada de oración por las vocaciones: a la vida consagrada, al matrimonio, al sacerdocio. Todos los cristianos hemos sido llamados por Jesucristo a seguirlo, como las ovejas que oyen la voz del pastor y lo siguen. Esta es nuestra vocación primigenia: ser discípulos de Jesús, ¡cristianos!
Todo cristiano que tiene una responsabilidad: padres, maestros, sacerdotes,  dirigentes políticos, catequistas, responsables de empresas, etc., debemos preguntarnos. ¿Sirvo a los que me han sido confiados, buscando el bien de ellos, o me sirvo de ellos para mi bien e interés particular? ¿Somos  “buen pastor”,  o por el contrario, “ladrones” y “salteadores”?

No olvidemos  que nosotros, a imagen del buen pastor, somos llamados a ayudar a crecer a las personas que tenemos a nuestro lado, sea en la familia, en el trabajo, en el barrio,  en la Iglesia.