LECTURAS
- Eclesiástico 15,15-20
- Salmo responsorial 118
- 1 Corintios 2,6-10
- Mateo 5,17-37
Jesús, como buen maestro, nos dice hoy en el evangelio: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas, no he venido a abolir, sino a dar plenitud", es decir, ha venido a manifestar el verdadero sentido de la voluntad de Dios, y por eso frente a las antiguas normas: "Habéis oído que se dijo a los antiguos..., añade: pero yo os digo...". Con ello Jesús nos dice que no nos conformemos con "mínimos", (cumplir mandamientos), sino que aspiremos a la totalidad de lo que Dios espera de nosotros, y en consecuencia nos hace fijarnos en cuatro aspectos dignos de tener en cuenta en nuestra vida y relaciones humanas: la reconciliación entre nosotros, respeto a la dignidad de la mujer, vivir el valor de la fidelidad en el matrimonio, y que haya sinceridad en la palabra que nos damos.
Jesucristo que es la Palabra del Padre, nos habla para iluminar nuestra vida, y nos llama a la conversión, que significa sacar de nosotros mismos y desarrollar las capacidades o talentos que Dios ha sembrado en cada uno, y así ir construyendo una vida creciente, que Dios completará hasta darnos la plenitud, una vez hecho el recorrido de nuestra vida histórica, como nos dice San Juan en una de sus cartas: "entonces cuando se manifiesta, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es".
Jesús nos invita a cumplir su palabra por amor a Dios y al prójimo, y no nos pide nada que sea imposible; solo nos pide intentar hacer lo mejor que Dios sueña para cada uno. Ojalá se pueda decir de nosotros que "tenemos un buen maestro" porque se cumple el dicho de Jesús: "en esto se conocerá que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros".