- Éxodo 16, 2-4.12-15
- Salmo responsorial 77
- Efesios 4, 17.20-24
- Juan 6, 24-35
Entre las preocupaciones cotidianas de cualquier persona esta el satisfacer sus necesidades básicas: procurarse el alimento, el vestido y aquellos bienes necesarios para desarrollar las actividades propias de la condición humana. Esto mismo se aprecia en le evangelio y así lo reconoce Jesús: la gente busca a Jesús porque ha comido hasta saciarse.
Pero Jesús les corrige la perspectiva y les propone lo más necesario: que no vayan tras de él buscando sólo los bienes materiales, sino que busquen el "pan definitivo" que asegure la vida eterna, y ese pan sólo viene de Dios: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, ni el que cree en mí tendrá sed jamás", dice Jesús, afirmando quién es él.
Creer en Jesús no es solo tener noticia de un personaje histórico, llamado Jesús, que vivió hace muchos siglos y al que se admira por su entrega a los demás hasta dar la propia vida.
Creer en Jesús es aceptarlo como el "Pan de Dios", que nos alimenta con su enseñanza, ejemplo y estilo de vida y nos anima a caminar con la esperanza que nos ofrece de participar de su vida de Dios y hombre resucitado.