domingo, 30 de noviembre de 2025

Día 30 noviembre de 2025. Domino I de Adviento.

 



LECTURAS

Isaías 2, 1-5
Salmo responsorial 121, 1-2.4-9
Romanos 13,11-14a
Mateo 24,37-44



      Hoy la Palabra de Dios nos alerta para que nos demos cuenta de que Jesús, el Hijo del Hombre, viene a liberarnos de todas nuestras esclavitudes. Él es nuestra justicia y nuestra salvación. San Pablo en la Carta a los Romanos nos dice que la salvación está cerca. Pero tenemos que espabilarnos, debemos despojarnos de las obras de las tinieblas: comilonas, borracheras, lujuria, desenfreno, riñas… Podemos añadir otras muchas cosas de nuestro tiempo que nos alejan de la luz. San Agustín comenzó a llorar cuando leyó este texto de san Pablo y decidió dar un cambio radical a su vida, convirtiéndose a Cristo y haciéndose cristiano. También nosotros podemos pensar en qué podemos cambiar y mejorar.

       Jesús muestra lo importante que es no apegarse a las cosas de este mundo porque todo eso pasará. Nos pide que tengamos la mirada puesta en lo consistente y definitivo, como es su segunda venida en gloria, para entrar en la vida eterna, nuestra meta. Esto nos obliga a vivir atentos, vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora ¿Cuándo llegará ese momento para nosotros? No lo sabemos. Puede ser en nuestra propia muerte, o puede ser un momento decisivo en el que se resuelva algo importante. Puede encontrarnos  “trabajando”, “haciendo deporte”, de “viaje” o “durmiendo”. Lo más importante aquí y ahora no es dónde nos encontremos, sino lo que hay en nuestro corazón, cómo vivimos en espera de ese momento. Tenemos por delante una hermosa tarea durante estas cuatro semanas del Adviento: preparar nuestro interior como si fuera una cuna que va a recibir a Aquél que nos da la vida.

     Lo mismo que el deportista se prepara haciendo ejercicios físicos y mentales, también los cristianos debemos hacer el ejercicio de comprometernos con gestos concretos, como signo de conversión. Por ejemplo, la participación en la misa de todos los domingos, ser puntuales llegando 2-3 minutos antes de la misa, ser solidario con los pobres, desprendiéndonos de algo nuestro, en la Colecta de Navidad para Cáritas, cuando gastamos tanto en regalos, cenas o comidas en Navidad. Tener palabras amables y la sonrisa oportuna con las personas con quienes nos encontramos. Cumplir honradamente nuestro trabajo.

 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 


miércoles, 26 de noviembre de 2025

Día 23 noviembre de 2025. Domingo XXXIV. Jesucristo, Señor del Universo.

 

LECTURAS

  • Samuel 5,1-3
  • Salmo responsorial
  • Colosenses 1,12-20
  • Lucas 23,35-43


    Jesús es icono y sacramento de Dios misericordioso, que perdona siempre y a todos. Por esto mismo, el perdón y el amor constituyen la identidad cristiana, como nos enseña Jesús en el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

    Jesús ha venido para hacernos saber y gozar de la bondad y misericordia de Dios. En consecuencia, el perdón es clave para comprender el reinado y la salvación que Jesús ofrece. Jesús ejerce su reinado desde la cruz, perdonando y abriendo las puertas del Reino de Dios. El buen ladrón somos nosotros, en cuanto que nos recuerda nuestra condición pecadora. Por una parte, Dios nos ha adoptado como hijos, pero nosotros, por el pecado nos alejamos de él y nos negamos a participar de su bondad y amor. Pero como somos hijos, Dios siempre siente compasión por nosotros.

     Ante el Dios de Jesús todos somos el “buen ladrón”, el “hijo pródigo”, el “publicano” de la parábola, la “mujer adúltera”, o “Pedro que niega a Jesús” Pero no hay persona humana, por mal que haya vivido, a la que Dios le niegue el perdón. Sólo hace falta que nosotros queramos ser perdonados de corazón, como el buen ladrón que invocó a Jesús, quien respondió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, o como el publicano Zaqueo, a quien dijo Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa”, o a Pedro que lloró por su traición, y dijo a Jesús: “Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”, y Jesús le respondió: “Sígueme”. Donde está Jesucristo hay misericordia y felicidad, como escribió el papa Francisco: “Quienes se dejan salvar por Jesús son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).

     Terminamos recordando algunas palabras de san Pablo, escuchadas en la 2ª lectura y que nos ayudan a entender lo que celebramos cada domingo en la Misa: “Demos gracias a Dios Padre, que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, Jesucristo,  por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados… Él es imagen del Dios invisible,… Él es también la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia. Él es el primogénito de entre los muertos y así es el primero en todo. Por él y para él Dios quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. El reinado de Jesucristo no se fundamenta en el poder y la fuerza, sino que es servicio y amor hasta la muerte y una muerte en la cruz.


LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

RETIRO DE ADVIENTO: "CAMINANTES SEMBRANDO ESPERANZA"

 

 

domingo, 16 de noviembre de 2025

Día 16 noviembre de 2025. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Jornada mundial de los pobres.

 




Este domingo, 16 de noviembre, la Iglesia celebra la Jornada mundial de los pobres, en el contexto del Año Jubilar, con el lema: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (cf. Sal 71, 5

El IX Informe FOESSA muestra que España mantiene una de las tasas de desigualdad más altas de Europa, con 4,3 millones de personas en situación de exclusión severa, un 52% más que en 2007. Ante esta realidad, el mensaje del papa León XIV alerta del riesgo de acostumbrarse y resignarse ante las nuevas oleadas de empobrecimiento. Frente a ello, invita a poner a los pobres en el centro de la mirada y a generar “nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana”.


LECTURAS

  • Malaquías 3,19-20a
  • Salmo responsorial  97,5-9
  • 2 Tesalonicenses 3, 7-12
  • Lucas 21, 5-19


    En el evangelio Jesús también advierte que llegarán noticias de guerras y revoluciones. Es lo que da de sí este mundo, entonces y ahora. Actualmente por los medios de comunicación vemos el desarrollo de guerras y revoluciones, las injusticias y el hambre que toca de lleno a cientos de millones de personas. Es el fruto del pecado, del egoísmo humano. Jesús dice que este tipo de mundo tiene fecha de caducidad. Todo eso que anuncia Jesús, lo podemos palpar en nuestra sociedad, entre nosotros. Constatamos que vivimos en una civilización “líquida” y nos amoldamos a todo, aunque sea contrario a nuestras convicciones y fe.

    A nuestra civilización actual se le denomina como "sociedad líquida": vivimos sin principios, sin cimientos sólidos. La verdad depende de la ideología en que se milite, la justicia depende de los vientos económicos y políticos que corran. Si miramos nuestro entorno en la "familia cristiana", cuantas veces parece que  queremos pasar desapercibidos, que no nos vean como cristiano, que no sepan que vamos a misa los domingos. O cuántas veces, se asiste a un entierro, y da la impresión de que allí no hay ningún cristiano, porque nadie responde, o responden 2 ó 3 por lo bajo como para que no se note. Seguimos la corriente, en lugar de ser como la levadura en la masa", también  "la luz del mundo;... la sal de la tierra”.

    El mensaje que nos sugiere el evangelio es que tomemos conciencia de que ser discípulo de Jesús conlleva la misma suerte del maestro, es decir, la persecución, la incomprensión, la crítica, el rechazo, incluso de los más cercanos. Pero, ante todo esto, queda la confianza en que el Espíritu de Jesús nos sostiene y nada de lo vivido se perderá. Por el contrario, dará frutos de eternidad, y finalmente será el triunfo del bien sobre el mal, el triunfo de Cristo y de quienes le siguen.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINCAL DIOCESANA

 

 


sábado, 8 de noviembre de 2025

Día 9 noviembre de 2025. Domingo 32. Día de la Iglesia diocesana.

 


LECTURAS

  • Ezequiel 47,1-2.8-9.12
  • Salmo responsorial 45, 2-3.5-6.8-9
  • 1 Corintios 3,9-11.16-17
  • Juan 2,13-32

    El evangelio propuesto en la fiesta de hoy nos invita a valorar, sobre todo, los templos vivos que somos las personas y el carácter sagrado de todo ser humano. Es cierto que necesitamos templos o espacios de encuentro para nuestras celebraciones litúrgicas. Pero esto no debe hacernos creer que Dios solo está en las celebraciones rituales. Jesús deja claro que él está en todos los seres humanos, especialmente en los que sufren, como escuchamos en el evangelio del domingo pasado: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, enfermo y me visitasteis… Lo que hacéis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hacéis; lo que no hacéis a estos más pequeños, tampoco a mí me lo hacéis”.

   La fiesta de hoy nos recuerda que los cristianos somos la familia de Dios, somos la “Iglesia”: los que hemos sido congregados por la fe en Jesucristo. En consecuencia, todas las Iglesias cristianas somos Iglesias hermanas, y, por tanto, sus alegrías y penas, sus proyectos e iniciativas, nos deben interesar, como en una familia, cada uno se preocupa del resto de la familia, y porque nos estimulan a crecer en la fe y seguir realizando el encargo de Jesús de anunciar el Evangelio a quienes no lo conocen, y a tantos que han sido bautizados, pero viven como si no lo fueran y son miembros de nuestras propias familias, barrios y parroquias.

     El conjunto de cristiano que vive en un mismo territorio geográfico y cultural, como es el caso de nuestra provincia de Albacete, es llamado “Iglesia local” o “particular”, o también “diócesis”, que es una porción de la Iglesia universal (católica). Tenemos la misma fe, tenemos el mismo Evangelio, celebramos la Eucaristía y los sacramentos, y hay un obispo, quien en nombre de Jesús hace de cabeza visible y padre de los cristianos.

   En este domingo, celebramos el “día de la Iglesia diocesana”, de nuestra diócesis de Albacete, que es llamada a la solidaridad y fraternidad. Vivimos en esta o aquella parroquia y, allí donde estemos, debemos sentirnos familia de Dios y vivir en comunión. También participar comunitariamente, no solamente venir, cumplir y marcharse, sino participar cada uno, según sus capacidades, en las distintas tareas o servicios para el bien de la comunidad:  Caritas, lectores de la Palabra, catequistas, pastoral de la salud, economía, servicio del templo, grupos de formación, grupos de catequesis. Y siempre con un sentido evangelizador, dando ejemplo de vida cristiana e invitando a otros de nuestra familia o no a participar en nuestra parroquia.

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA






 


domingo, 2 de noviembre de 2025

Día 2 noviembre de 2025. Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. Todos los Difuntos.

 


LECTURAS

  • Lamentaciones 3, 17-26
  • Salmo responsorial 129, 1-8
  • Romanos 14,7-9.10-12
  • Mateo 25, 31-46

     La razón y fundamento de nuestro ser cristianos es nuestra fe en Jesucristo resucitado, como hemos escuchado en San Pablo y como proclama la Iglesia y confesamos en el Credo: “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”. Esta expresión “resurrección de la carne” quiere indicar que es el mismo ser humano de la existencia terrena quien resucita, con todas sus dimensiones, pero transfigurado como  Cristo resucitado, quien fue maltratado, torturado, crucificado, y resucitó al tercer día con esta carne nuestra. Con su resurrección Jesús entró con toda su humanidad en la dimensión definitiva de Dios, llena de claridad y transparencia, donde ya no hay debilidad, ni enfermedad, ni injusticia que pueda afectarle.

    La resurrección de Cristo Jesús es la garantía de la resurrección de nuestra carne; una carne transfigurada, en la que ya no será posible el engaño; carne gloriosa como nos decía ayer san Juan (2ª lectura):”Somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”.

    Jesús reveló a Marta: ”Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Y pocas horas antes de su muerte anunció a los discípulos: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.

   Con la parábola que hemos escuchado en el Evangelio se nos indica que el camino para ir a Dios pasa por el ser humano. Por ello, dice Jesús “lo que habéis hecho a uno de estos los más pequeños, a mí me lo habéis hecho”; y, por el contrario, “lo que no hacéis a estos, los  más pequeños, tampoco a mí me lo hacéis”. Esta enseñanza de Jesús nos ofrece las pistas de evaluación: criterios que se verifican en el ejercicio de la misericordia, en el día a día, con los hambrientos, forasteros, enfermos, marginados, ancianos y todo el que nos necesita. El ejercicio de la misericordia adopta formas diversas según las necesidades y problemas que surgen y que la vida presenta.

LECTIO DIVINA SAN ROQUE DE ALMANSA



 

 


Día 1 noviembre de 2025. Todos los Santos.

 

LECTURAS

  • Apocalipsis 7,2-4.9-14
  • Salmo responsorial 23,1-6
  • 1 Juan 3,1-3
  • Mateo 5,11-12a

   ¿Quiénes están llamados a ser Santos? El papa Francisco afirmaba: “Decir “quiere ser cristiano” es lo mismo que decir “quiere ser santo”. Así nos lo enseña San Pablo en la carta a los Efesios: “Dios nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor”, y añade: “Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos”.

    En días pasados, San Pablo nos repetía: “Dios nos ha predestinado a ser imagen de su Hijo”, es decir, que Dios ha proyectado que seamos parecidos a Jesús, su Hijo, y, en consecuencia, que participemos plenamente de su gloria. Esto nos lo asegura el apóstol Juan en la 2ª lectura de hoy: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¿lo somos! Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos; pero sabemos que, cuando él se manifieste seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”. Por tanto, ser hijos de Dios, gracias a Jesucristo y participar de la suerte, es ser santo.

   En el evangelio del miércoles de esta semana, uno preguntaba a Jesús: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. Y Jesús más que responder a aquella curiosidad, se dirigió a la multitud diciendo: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán”.  Y añadió: “Os digo que muchos vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”. Con dichas palaras Jesús no dice que el Reino de Dios exige un esfuerzo. Es decir, que Dios nos ofrece su Reino gratuitamente, pero tenemos que responder con libertad, poniendo toda nuestra voluntad en vivir según nos propone Jesús, porque en él se realiza lo que Dios quiere para nuestro bien. Las bienaventuranzas es el camino a seguir.

    

 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

Día 26 octubre de 2025. Domingo XXX del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Eclesiástico 35,12-14.16-19a
  • Salmo responsorial  33, 2-3.17-19.23
  • 2 Timoteo 4,6-8
  • Lucas 18,9-14

  En el relato evangélico de hoy, el fariseo sube al templo y se presenta a sí mismo ante Dios, vanagloriándose de cumplir más de lo debido, lo que lo hace considerarse mucho mejor que los demás, incluso se atreve a despreciar a otros que no son como él, caso del publicano. El publicano, por el contrario, reconoce que es un pecador y ni siquiera es capaz de levantar los ojos al cielo.

  Como en toda parábola, Jesús nos interpela a través de los personajes descritos. El publicano que solo se mostró pecador ante Dios y no pidió nada, obtuvo la misericordia de Dios. Así, la conclusión de la enseñanza de Jesús es tajante: “El que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Por ello, nos preguntamos ¿qué es lo fundamental que nos enseña el evangelio de hoy? No son los méritos propios, ni los muchos cumplimientos de normas, sino la actitud humilde de quien intenta amar y servir, sabiendo que siempre podríamos hacerlo mejor. La humildad es una virtud evangélica que nos capacita para aceptarnos como somos y reconocer la necesidad que tenemos de los otros y de Dios.

   La humildad es el lugar existencial para relacionarnos con Dios, reconociendo nuestra condición de seres creados. San Agustín decía que “la oración es una disposición necesaria, que nos capacita para reconocer nuestra pobreza, nuestra condición mortal, y pedir el remedio al único que es capaz de solucionarlo: Dios”. Algo de esto hemos escuchado en el Eclesiástico (1ª lectura):”La oración del humilde, atraviesa las nubes y no se detiene hasta que alcanza su destino, no desiste hasta que el Altísimo lo atiende y no tardará en hacerle justicia”. Hay una antigua enseñanza de los monjes cristianos de los primeros tiempos que dice así: “Dichoso el monje que, después de Dios, considera a todos los hombres y mujeres como Dios”. Y también: “Quien adora a Dios, ama a sus hijos. Quien respeta a Dios, respeta a los seres humanos”.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA