LECTURAS
- Jeremías 38,4-6.8-18
- Salmo responsorial
- Hebreos 12,1-4
- Lucas 12, 49-53
Ciertamente, este modo de hablar de Jesús en el evangelio no
tiene nada que ver con los montes que, por desgracia, están ardiendo en España
y más allá de nuestras fronteras. Nada que ver con los conflictos armados y
violencia que asedian a tantos países. Nada que ver con las faltas de paz,
también frecuentes en nuestro país, en nuestros pueblos y en muchas familias.
Jesús nos está diciendo que lo que desea
es que la Buena Noticia que nos comunica que encienda nuestros corazones y que
la trasmitamos a todos los hombres y mujeres. El fuego y la división de los que
nos habla Jesús es consecuencia de un compromiso firme y real de vivir según el
Evangelio. Porque creer en Jesús es mucho más que decir ”soy católico”, y a
continuación, vivir como si no lo fuéramos.
La Buena Noticia de Jesús, con
frecuencia perturba, porque remueve nuestra conciencia y amenaza nuestro
pasotismo y también el familiar; provoca división en uno mismo y con relación a
los demás, porque el mensaje de Jesús no deja indiferente a nadie: unos lo
acogen de buen grado, como Buena Noticia de parte de Dios, y procuran vivirlo,
aun sufriendo el desprecio y la persecución; y a otros les desagrada, provocando
confrontación.
Ante Jesús, es necesario tomar una postura en la
vida: unos lo aceptarán y se salvarán; otros lo rechazarán y se perderán. Y él
será el único criterio de profunda y definitiva división entre los seres
humanos, hasta que, en el juicio final (Mt 25, 31ss), Dios manifieste
claramente su proyecto.
La historia nos recuerda que después de
la tempestad viene la calma. El Señor Jesús nos va a ayudar siempre a encontrar
la paz y la calma. Sin embargo, lo que no podemos pretender es encontrar calma
y paz sobre bases equivocadas.
El Reino de Dios está basado en la
libertad, la paz, la justicia, el amor… Está a la vista que muchos se oponen a
la libertad; no aman la paz, porque la guerra les resulta más rentable; crean
su propia justicia para seguir oprimiendo. A quienes proceden así, no les
interesa el mensaje de Jesús. Pero la paz verdadera llegará un día de
manera total, y vendrá de la mano de Jesucristo. A nosotros nos tocar aportar
nuestro grano de arena, aquí y ahora.
LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
Ciertamente, este modo de hablar de Jesús en el evangelio no
tiene nada que ver con los montes que, por desgracia, están ardiendo en España
y más allá de nuestras fronteras. Nada que ver con los conflictos armados y
violencia que asedian a tantos países. Nada que ver con las faltas de paz,
también frecuentes en nuestro país, en nuestros pueblos y en muchas familias.
Jesús nos está diciendo que lo que desea
es que la Buena Noticia que nos comunica que encienda nuestros corazones y que
la trasmitamos a todos los hombres y mujeres. El fuego y la división de los que
nos habla Jesús es consecuencia de un compromiso firme y real de vivir según el
Evangelio. Porque creer en Jesús es mucho más que decir ”soy católico”, y a
continuación, vivir como si no lo fuéramos.
La Buena Noticia de Jesús, con frecuencia perturba, porque remueve nuestra conciencia y amenaza nuestro pasotismo y también el familiar; provoca división en uno mismo y con relación a los demás, porque el mensaje de Jesús no deja indiferente a nadie: unos lo acogen de buen grado, como Buena Noticia de parte de Dios, y procuran vivirlo, aun sufriendo el desprecio y la persecución; y a otros les desagrada, provocando confrontación.
Ante Jesús, es necesario tomar una postura en la
vida: unos lo aceptarán y se salvarán; otros lo rechazarán y se perderán. Y él
será el único criterio de profunda y definitiva división entre los seres
humanos, hasta que, en el juicio final (Mt 25, 31ss), Dios manifieste
claramente su proyecto.
La historia nos recuerda que después de
la tempestad viene la calma. El Señor Jesús nos va a ayudar siempre a encontrar
la paz y la calma. Sin embargo, lo que no podemos pretender es encontrar calma
y paz sobre bases equivocadas.
El Reino de Dios está basado en la libertad, la paz, la justicia, el amor… Está a la vista que muchos se oponen a la libertad; no aman la paz, porque la guerra les resulta más rentable; crean su propia justicia para seguir oprimiendo. A quienes proceden así, no les interesa el mensaje de Jesús. Pero la paz verdadera llegará un día de manera total, y vendrá de la mano de Jesucristo. A nosotros nos tocar aportar nuestro grano de arena, aquí y ahora.