LECTURAS
Hoy la Palabra de Dios nos alerta para que nos demos cuenta de que Jesús, el Hijo del Hombre, viene a liberarnos de todas nuestras esclavitudes. Él es nuestra justicia y nuestra salvación. San Pablo en la Carta a los Romanos nos dice que la salvación está cerca. Pero tenemos que espabilarnos, debemos despojarnos de las obras de las tinieblas: comilonas, borracheras, lujuria, desenfreno, riñas… Podemos añadir otras muchas cosas de nuestro tiempo que nos alejan de la luz. San Agustín comenzó a llorar cuando leyó este texto de san Pablo y decidió dar un cambio radical a su vida, convirtiéndose a Cristo y haciéndose cristiano. También nosotros podemos pensar en qué podemos cambiar y mejorar.
Jesús muestra lo importante que es no apegarse a las cosas de este mundo porque todo eso pasará. Nos pide que tengamos la mirada puesta en lo consistente y definitivo, como es su segunda venida en gloria, para entrar en la vida eterna, nuestra meta. Esto nos obliga a vivir atentos, vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora ¿Cuándo llegará ese momento para nosotros? No lo sabemos. Puede ser en nuestra propia muerte, o puede ser un momento decisivo en el que se resuelva algo importante. Puede encontrarnos “trabajando”, “haciendo deporte”, de “viaje” o “durmiendo”. Lo más importante aquí y ahora no es dónde nos encontremos, sino lo que hay en nuestro corazón, cómo vivimos en espera de ese momento. Tenemos por delante una hermosa tarea durante estas cuatro semanas del Adviento: preparar nuestro interior como si fuera una cuna que va a recibir a Aquél que nos da la vida.
Lo mismo que el deportista se prepara haciendo ejercicios físicos y mentales, también los cristianos debemos hacer el ejercicio de comprometernos con gestos concretos, como signo de conversión. Por ejemplo, la participación en la misa de todos los domingos, ser puntuales llegando 2-3 minutos antes de la misa, ser solidario con los pobres, desprendiéndonos de algo nuestro, en la Colecta de Navidad para Cáritas, cuando gastamos tanto en regalos, cenas o comidas en Navidad. Tener palabras amables y la sonrisa oportuna con las personas con quienes nos encontramos. Cumplir honradamente nuestro trabajo.




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