LECTURAS
- Números 21,4b-9
- Salmo responsorial 77, 1-2.34-38
- Filipenses 2,6-11
- Lucas Juan 3,13-17
En la primera
lectura, por orden de Dios, Moisés construye una serpiente de bronce, parecida
a las serpientes que había en el desierto, y la pone en alto a la vista de
todos, con la indicación de que todos aquellos heridos por serpientes que la
miren serán curados. La serpiente no tenía carácter mágico, solo tenía sentido
porque Dios ordenó realizarla. Y como la gente, supersticiosamente, pensaban
que Dios los castigaba, con este signo Dios les indica que es él quien los cura
y salva.
Hablando con Nicodemo,
Jesús evoca aquel signo de la serpiente en alto, revelando que cuando él sea
alzado y glorificado sobre la cruz, aquellos que crean en él y le sigan también
participarán de la vida de Dios que viene por Jesucristo. Jesús, en varias
ocasiones, anunció su muerte y resurrección. No se trata solo de mirar la cruz,
sino de creer. Y no creer en el Jesús según nuestra imaginación, sino en el
Cristo crucificado, porque Jesucristo nos salva no desde la fuerza sino desde
la debilidad. Seguir a Jesús es sentir admiración y al mismo tiempo seguir sus
pasos, siendo conscientes de que todo lo que somos es gracias a él.
Todo el
Evangelio nos está mostrando el deseo de salvación por parte de Dios, que
quiere que la humanidad, creada por amor, partícipe de su amor, Y esta es la
razón por la que Dios se encarna en Jesús, haciéndose hombre, para que,
venciendo el pecado y la muerte, también la humanidad partícipe de la gloria de
Dios a la que fue destinada antes de la creación del mundo. Jesucristo, Dios
hecho hombre, arranca a los seres humanos de las tinieblas y de la muerte, y es
en el encuentro con Jesús como cada persona decide su destino último. Creer es
acoger a Jesús y vivir según él nos enseña; no creer es rechazar a Jesús y la
salvación, y, por tanto, esto implica situarse en un terreno fuera de Dios. Esto
es lo que llamamos “infierno”.
San Ignacio de
Loyola nos ofrece un pensamiento: “Imaginando lo que Cristo ha hecho por ti en
la cruz, pregúntate qué tienes que hacer tú por Él”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
En la primera
lectura, por orden de Dios, Moisés construye una serpiente de bronce, parecida
a las serpientes que había en el desierto, y la pone en alto a la vista de
todos, con la indicación de que todos aquellos heridos por serpientes que la
miren serán curados. La serpiente no tenía carácter mágico, solo tenía sentido
porque Dios ordenó realizarla. Y como la gente, supersticiosamente, pensaban
que Dios los castigaba, con este signo Dios les indica que es él quien los cura
y salva.
Hablando con Nicodemo, Jesús evoca aquel signo de la serpiente en alto, revelando que cuando él sea alzado y glorificado sobre la cruz, aquellos que crean en él y le sigan también participarán de la vida de Dios que viene por Jesucristo. Jesús, en varias ocasiones, anunció su muerte y resurrección. No se trata solo de mirar la cruz, sino de creer. Y no creer en el Jesús según nuestra imaginación, sino en el Cristo crucificado, porque Jesucristo nos salva no desde la fuerza sino desde la debilidad. Seguir a Jesús es sentir admiración y al mismo tiempo seguir sus pasos, siendo conscientes de que todo lo que somos es gracias a él.
Todo el Evangelio nos está mostrando el deseo de salvación por parte de Dios, que quiere que la humanidad, creada por amor, partícipe de su amor, Y esta es la razón por la que Dios se encarna en Jesús, haciéndose hombre, para que, venciendo el pecado y la muerte, también la humanidad partícipe de la gloria de Dios a la que fue destinada antes de la creación del mundo. Jesucristo, Dios hecho hombre, arranca a los seres humanos de las tinieblas y de la muerte, y es en el encuentro con Jesús como cada persona decide su destino último. Creer es acoger a Jesús y vivir según él nos enseña; no creer es rechazar a Jesús y la salvación, y, por tanto, esto implica situarse en un terreno fuera de Dios. Esto es lo que llamamos “infierno”.
San Ignacio de
Loyola nos ofrece un pensamiento: “Imaginando lo que Cristo ha hecho por ti en
la cruz, pregúntate qué tienes que hacer tú por Él”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA