martes, 31 de diciembre de 2024

Día 1 enero de 2025. Santa María, Madre de Dios. Jornada Mundial por la Paz

 



LECTURAS 

  • Números 6, 22-27
  • Salmo responsorial 66, 2-8
  • Gálatas 4, 4-7
  • Lucas 2, 16-21

El Evangelio muestra la respuesta de los pastores de Belén al anuncio del nacimiento de Jesús. Los pastores eran personas marginales de la sociedad de aquella época, y al igual que hizo María tras la Anunciación, “salen corriendo” a Belén, tras el anuncio del ángel que les habla del nacimiento del Salvador, dándoles una señal paradójica: “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Su marcha a Belén les permite constatar el signo, se admiran, y a la vez dan testimonio de lo que han visto, de modo que quienes los escuchan quedan asombrados. Y María, por su parte, reflexiona sobre todo ello en su interior.

Los pastores representan a aquellas personas que saben reconocer la acción de Dios en la historia: saben escuchar, se ponen en camino e intentan interpretar los signos de Dios, “los signos de los tiempos”, que decía Jesús. Esto no dice algo a nosotros: no basta con estar bautizados: hace falta salir al encuentro del Señor, escuchar su palabra y ponerla en práctica,

 Hoy en nuestra celebración acogemos la Jornada Mundial por la Paz, orando con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que imploran al Señor que nos conceda el don de la paz a nuestras familias y al mundo. El papá Francisco, en la bula de convocatoria del año jubilar 2025, “peregrinos de esperanza”, propone: “Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra. La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte? Dejemos que el Jubileo nos recuerde que los que” trabajan por la paz” podrán ser “llamados hijos de Dios”.

  Comencemos el nuevo año pidiendo la bendición de Dios sobre nuestras familias, pueblos y ciudades, y nuestro mundo. Y nuestro  saludo tradicional  ¡feliz año nuevo! esté animado por la bendición que hemos escuchado en la primera lectura: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”.

A todos, ¡feliz año nuevo!

APERTURA DIOCESANA DEL AÑO JUBILAR 2025