sábado, 21 de diciembre de 2024

22 diiciembre de 2024. Domingo IV de Adviento.

 



La cuarta vela de la Corona de Adviento representa el amor

Esta luz nos llama a vivir en amor y a compartir ese amor con los demás, recordándonos que el verdadero significado de la Navidad reside en el amor que se manifiesta a través de gestos de bondad, compasión y solidaridad.

LECTURAS

  • Miqueas 5, 1-4a
  • Salmo responsorial 
  • Hebreos 10, 5-10
  • Lucas 1, 39-45

     El Evangelio de hoy nos pone delante a dos mujeres: María e Isabel; dos mujeres que han encontrado a Dios y han aprendido la lección de que solo el amor de Dios es importante.

     La palabra “encuentro” es la clave del evangelio de hoy. Cómo escuchamos el domingo pasado, el encuentro del Ángel Gabriel con Maria, a quien le anuncia cómo Dios se ha fijado en ella, provoca la respuesta de María, dando entrada a Dios en la humanidad, concibiendo, gestando y dando a luz al hijo Jesús. Y ese encuentro de María con Dios lleva a María al encuentro con Isabel, su pariente, que esperaba un hijo y ya estaba en el sexto mes de embarazo.

    En la joven María, embarazada y en camino, atravesando Palestina de norte a sur para encontrarse con su parienta Isabel, se muestra el amor traducido en servicio, “María que va a prisa hacia la montaña” para compartir su alegría con una madre, Isabel, que había sido estéril, y al mismo tiempo, servirla en aquellos meses delicados. El ejemplo de María nos motiva para ir al encuentro de los otros, particularmente de los más necesitados. No se trata de hacer “cosas grandes”. Quizás sencillamente ofrecer nuestra amistad a esa persona hundida en la soledad o la depresión, estar cerca de ese joven que sufre una incertidumbre frente a su futuro, tener paciencia con ese anciano que busca ser escuchado por alguien, apoyar a alguien que no tiene trabajo, o bien tratar de colaborar con un proyecto solidario.

    Cada año, en el cuarto Domingo de Adviento, el Evangelio pone ante nuestros ojos a María, que supo esperar y abandonarse a Dios.

Este episodio, del encuentro de María con Isabel, nos recuerda las visitas de Dios a nuestra vida, y nos recuerda también, que Dios nunca nos deja solos cuando le necesitamos. Ya lo dijo Jesús en su despedida de los apóstoles: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”.

     Dentro de tres días celebraremos la Navidad, que es la fiesta de la Vida. Cristo ha venido para ser Vida y Luz para todo hombre y mujer. Él nos da el poder de ser hijos de Dios, si lo acogemos con fe.

    Que al saludarnos y decir ¡feliz Navidad! en estos días, lo digamos sintiéndonos hijos de Dios y hermanos unos de otros, y no simplemente como una fórmula social. Que así sea, y ¡Feliz Navidad a todos!

 


HOJA DOMINICAL DIOCESANA