viernes, 22 de noviembre de 2024

Día 24 noviembre de 2024. Último domingo del año. Fiesta de Jesucristo, Señor del universo.

 

LECTJURAS 

  • Daniel 7,13-14
  • Salmo responsorial 92, 1-2-5
  • Apocalipsis 1, 5-8
  • Juan 18, 33b-37




    Jesús no es rey por la fuerza de sus hombres, sino porque es “testimonio de la verdad”, porque en él se encarna el verdadero rostro de Dios, reflejado en él, y es también el verdadero modo del ser humano, según el proyecto de Dios, que se manifiesta en la verdad de sus gestos y palabras, como fue su predicación y predilección por los pecadores, los débiles y marginados. Jesús mismo se nos ofrece para que lo escuchemos, y lo hagamos experiencia y vida concreta en cada uno de nosotros.

    El domingo pasado, la Palabra de Dios nos hablaba, no del fin del mundo natural, sino del fin de este mundo injusto y alejado del proyecto de Dios, y también nos hablaba de la vida futura junto a Jesucristo resucitado. Hoy se nos muestra a Jesús, en la lectura del Apocalipsis, como el “Hijo del hombre” que viene a instaurar su reino aquí y ahora, como inicio de su reinado eterno.

    Nosotros como ciudadanos de este mundo, formamos parte de la sociedad civil, y como tales tenemos el deber de colaborar en ella con nuestro esfuerzo, trabajo y mirada crítica cuando sea necesario. Pero por encima de todo, somos ciudadanos de otro reino, que tiene a Cristo por cabeza y rey. Él es el primogénito de entre los muertos,

    Él ha dicho “mi reino no era de este mundo”, afirmación que nos recuerda que nuestra vida terrena no lo es todo; que estamos llamados a una vida más allá, que ha comenzado aquí ahora. Y esa vida futura y definitiva es un reino de paz y fraternidad universal, de entendimiento y unidad, de vida sin muerte.

    Daremos testimonio de Jesucristo y seremos signos de su reino si procuramos, por todos los medios, que los ideales que Jesús nos propone lo vayamos haciendo realidad en el contexto histórico en que vivimos: contribuyendo a la paz entre los pueblos, el respeto a las personas, la protección de las familias, la solidaridad con los más pobres y desfavorecidos, haciendo posible el diálogo con personas que piensan de otra manera, búsqueda en mejorar la organización y distribución de la riqueza, y todo aquello que suponga llegar al bien común de todos. 


 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 

 

 

 


sábado, 16 de noviembre de 2024

Día 17 noviembre de 2024. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario.



 



LECTURAS

  • Daniel 12, 1-3
  • Salmo responsorial 15, 5.8.9-10.11
  • Hebreos 10, 11-14.18
  • Marcos 13, 24-32


      “Después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo...” ¿Qué significan estas imágenes literarias? ¿Qué quieren decir estas palabras de Jesús?  Con estas palabras y ejemplos enigmáticos, Jesús anuncia el proceso de liberación de la historia humana y de nuestra propia historia. La “gran angustia” representa un tiempo como el nuestro, en el que parecemos destruirnos unos a otros, y donde los falsos valores brillan, dominan y se imponen.

      “Las estrellas caerán del cielo” simbolizan las fuerzas del mal y de la muerte, es decir, los poderes opresores que encarnan los sistemas ideológicos y económicos, que esclavizan a los seres humanos y causan tantas injusticias y sufrimientos. Caerá este mundo viejo, dominado por la violencia y la injusticia, marcado por la desigualdad y la pobreza, que vive de fachada, de la manipulación, instalado en la mentira y carente de sentido. 

     “Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y gloria”. Este “Hijo del hombre” es Jesucristo resucitado, es decir, la Nueva Humanidad. Su gran fuerza de Vida y Resurrección pondrá fin a la muerte; y su gloria se anuncia como el gran triunfo del Hijo del Hombre sobre los opresores, cumpliéndose lo que decimos en el Credo: “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”.    

     Esta venida del Hijo del Hombre es un mensaje de esperanza. No se trata del final del mundo natural, sino más bien, el final de un mundo injusto. No es el temor, sino la esperanza lo que nos trae el Evangelio de hoy: a pesar de la situación actual de este mundo que excluye a los más pobres, a pesar de tantos sufrimientos sociales y personales que oscurecen el sentido de la vida humana.

 Termina Jesús añade con una pequeña parábola: “Aprended de esta parábola de la higuera”.  La parábola hace referencia a la primavera en que todo reverdece y que anuncia los frutos del verano. Es como si nos dijera que los frutos de la Vida de Dios están cerca, como los de la higuera. Jesús quiere hacer comprender a sus discípulos y a todos nosotros que, en las situaciones difíciles que atravesamos, Él está siempre cerca. Por su Resurrección Cristo está presente en el tiempo y en la historia.




LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


HOJA DOMINICAL DIOCESANA


domingo, 10 de noviembre de 2024

Día 10 noviembre de 2024. Domingo XXXII del Tiempo Ordinario.

 


LECTURAS

  • Reyes 17, 10-16
  • Salmo responsorial 145, 7-10
  • Hebreos 9 24-28
  • Marcos 12, 38-44


Podemos preguntarnos: ¿nos parecemos a la viuda pobre del evangelio que entrega de corazón lo que tiene, o damos solo de lo que nos sobra? Al decir “dar”, no pensemos solo en dinero, sino que, pensemos también en estar cerca de los demás, dedicándoles nuestro tiempo y atención, en nuestra familia y con los de fuera.

  El evangelio nos ayuda a hacer como Jesús, que valora a las personas por lo que son, por su actitud de servicio y solidaridad, y no por los bienes que tienen y acumulan, ni por el éxito social logrado.

La auténtica relación con Dios comienza cuando empezamos a compartir, no de lo que nos sobra, sino compartir aquello de lo que tenemos necesidad, porque compartir significa “partir-con el otro”, es decir, dar parte al otro.

Recordemos la valoración que hace Jesús: “Esa pobre viuda ha echado en el arca más que nadie, porque ha echado lo que tenía para vivir”.

 Hay situaciones en la vida que, sin buscarlas, nos sitúan ante problemas que nos obligan a tomar decisiones en conciencia. Es el caso de las lluvias torrenciales o DANA de días pasados, afectando a poblaciones como Letur, Mira (en CLM), y los pueblos cercanos a Valencia, víctimas de las inundaciones, que estamos siguiendo estos días por la prensa, TV y mensajes WhatsApp.

Junto al drama que sufren tantas familias, valoramos la valentía y coraje de tantos miles de personas que, de todas partes de España, se están desplazando para ayudar en la limpieza de dichos lugares. Lo mismo, tantas personas que están colaborando enviando alimentos, medicinas y dinero, para echar una mano en ese drama humano.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Día 3 noviembrede 2024. Domingo XXXI del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS


  • Deuteronomio 6, 2-6
  • Salmo responsorial 17, 2-3a.3bc-4.47.51ab
  • Hebreos 7, 23-28
  • Marcos 12,28b-34


La respuesta de Jesús al maestro de la ley sigue siendo válida para nosotros. Es como si Jesús le respondiera, y nos respondiera a cada uno de nosotros: Lo único importante es amar. No hay nada más decisivo que amar a Dios con todo el corazón y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos.  El amor es lo que verdaderamente da sentido a nuestra vida; es la clave de nuestra vida personal y social. Hoy el evangelio nos invita a centrarnos en lo esencial, a vivir lo que nos construye, nos humaniza.

Hoy no nos basta con un Dios de catecismo, con un Dios aprendido de memoria. Necesitamos hacer la experiencia interior de Dios y desde el evangelio, la oración y la Eucaristía, encontrarnos vitalmente con Él, y desde Él, salir al encuentro de los otros: encontrarnos con los hambrientos, los desnudos, los emigrantes, los enfermos, y todos los necesitados.  Jesús nos invita a descubrir que lo esencial siempre tiene un rostro humano, por eso dirá: “lo que hicisteis a uno de estos pequeños, mis hermanos, a mí me lo hicisteis”.

 En estos días pasados, hemos contemplado la tragedia provocada por las lluvias torrenciales en Letur, Utiel y otros pueblos próximos a Valencia. Al mismo tiempo que la desgracia, descubrimos muchos gestos de solidaridad, tantas personas que han dejado sus casas y se han desplazado para ayudar en las tareas de limpieza. Seguro que habrá otros gestos de ayuda económica solidaria para hacer frente a tantas necesidades y problemas que han sobrevenido a los vecinos de dichos pueblos. Estos son gestos de amor, amor al prójimo que es también amor a Dios, para quien no pasan desapercibidos, al contrario, encontrarán palabras de felicitación por parte de Jesús: “Lo que hiciste en favor de los damnificados, me lo has hecho a mí”.

Nuestra oración hoy puede ser: Señor, que sepamos acoger el amor que tú nos ofreces siempre; ayúdanos a procurar que quienes nos rodean se sientan amados de verdad.



LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA