LECTURAS
- Génesis 3, 9-15
- Salmo responsorial 129, 1-2.3-4.4.5-6.7-8
- 2 Corintios 4, 13-5,1
- Marcos 3, 20-35
Ciertamente, Jesús
dejó casa y pueblo, madre y oficio, para comenzar a predicar de pueblo en
pueblo. Eso llamó la atención porque no era habitual. En otra parte del
evangelio se dice de Jesús que enseñaba con autoridad y no como los maestros de
la ley, y lo mismo nos dice el evangelio de hoy que Jesús liberaba de sus males a las personas, lo que originó una discusión con
los escribas,
Los parientes de
Jesús no entienden la marcha que ha tomado Jesús. Probablemente, María recordó
aquellas palabras de Jesús cuando de niño se perdió en Jerusalén, y cuando lo
encontraron, le regañaron, a lo que él respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿No
sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Ante el
anuncio de la gente a Jesús, “tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”,
Jesús responde diciendo: “el que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y
mi hermana y mi madre”. Con estas palabras Jesús invita a su familia de sangre
a ser una nueva familia, no tanto por los lazos tradicionales sino para cumplir
la voluntad de Dios. Y así también anuncia que, muchos que no son de su familia
según la sangre, pueden formar parte de la familia de Jesús que escucha la
palabra de Dios y la práctica.
Nosotros somos
la familia de Jesús, nosotros formamos parte de los parientes del Señor; por
eso, nos llamamos “hermanos”, y lo somos por el bautismo; y porque cada domingo
escuchamos la Palabra del Señor y recibimos la Comunión en la celebración de la
Misa, y por eso rezamos en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo”. María, la
madre de Jesús, seguramente no siempre comprendía las palabras y acciones de su
hijo, pero como nos dice varias veces el evangelio: “conservaba todas estas
cosas meditándolas en su corazón”, es decir, asimilándolas hasta llegar a creer
verdaderamente en su hijo. Tampoco nosotros acabamos de entender todo el
Evangelio, pero si lo conservamos en nuestro corazón, seguro que el Señor por
medio del Espíritu Santo nos irá haciéndolo comprender y cumpliremos la
voluntad del Padre Dios.
Retengamos la
frase de Jesús “El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi
hermana y mi madre”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
Ciertamente, Jesús
dejó casa y pueblo, madre y oficio, para comenzar a predicar de pueblo en
pueblo. Eso llamó la atención porque no era habitual. En otra parte del
evangelio se dice de Jesús que enseñaba con autoridad y no como los maestros de
la ley, y lo mismo nos dice el evangelio de hoy que Jesús liberaba de sus males a las personas, lo que originó una discusión con
los escribas,
Los parientes de Jesús no entienden la marcha que ha tomado Jesús. Probablemente, María recordó aquellas palabras de Jesús cuando de niño se perdió en Jerusalén, y cuando lo encontraron, le regañaron, a lo que él respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Ante el anuncio de la gente a Jesús, “tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”, Jesús responde diciendo: “el que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. Con estas palabras Jesús invita a su familia de sangre a ser una nueva familia, no tanto por los lazos tradicionales sino para cumplir la voluntad de Dios. Y así también anuncia que, muchos que no son de su familia según la sangre, pueden formar parte de la familia de Jesús que escucha la palabra de Dios y la práctica.
Nosotros somos la familia de Jesús, nosotros formamos parte de los parientes del Señor; por eso, nos llamamos “hermanos”, y lo somos por el bautismo; y porque cada domingo escuchamos la Palabra del Señor y recibimos la Comunión en la celebración de la Misa, y por eso rezamos en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. María, la madre de Jesús, seguramente no siempre comprendía las palabras y acciones de su hijo, pero como nos dice varias veces el evangelio: “conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”, es decir, asimilándolas hasta llegar a creer verdaderamente en su hijo. Tampoco nosotros acabamos de entender todo el Evangelio, pero si lo conservamos en nuestro corazón, seguro que el Señor por medio del Espíritu Santo nos irá haciéndolo comprender y cumpliremos la voluntad del Padre Dios.
Retengamos la
frase de Jesús “El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi
hermana y mi madre”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA