LECTURAS
Jeremías 38,4-6.8-10
Salmo responsorial 66,2-3.5.6.8
Hebreos 12,1.4
Lucas 12,49-53
La obediencia a la Palabra de Dios conlleva la felicidad en esta vida, pero
también la presencia de la cruz; “dulce
al paladar, pero amarga al estómago”. Jesús, siempre dispuesto a cumplir la
voluntad de Dios, descubre también que
esa fidelidad le lleva a pasar por el sufrimiento y la muerte: “Tengo que
pasar por un bautismo, y ¡Qué angustia
hasta que se cumpla!”. Con esta frase se está refiriendo a su pasión y muerte,
ante la cual como humano siente miedo.
Jesús
anuncia también que por fidelidad a su Palabra, sus discípulos sufrirán la
incomprensión y persecución, incluso por
parte de la misma familia, y que en algunos lugares llegarán a sufrir cárcel y
la misma muerte; en otros casos, será la indiferencia, el insulto y el rechazo
ante las propuestas del Evangelio, como así sucede incluso en nuestro
país, y en nuestros ambientes más
próximos.
El domingo pasado, Jesús nos decía que hay que velar, estar despiertos, es
decir, estar atentos ante las diversas formas de mal que nos envuelven y tratan
de engañarnos, bajo la capa de progreso y
bienestar.
Cuando
Jesús nos dice que “él no ha venido a traer la paz”, podemos entender que hay
maneras de vivir en paz que no son
cristianas. Así por ejemplo la paz de la indiferencia, y que expresamos con
frases tales como “eso no va conmigo”, “ese no es mi problema”. No se puede ser
cristiano y tener un corazón frío, sino lleno de compasión por los demás como Jesús, que “pasó por el mundo haciendo el
bien”.
Hoy
corremos el peligro de volvernos insensibles
con tanta información como recibimos, sin que nada nos llegue al
corazón; así, la noticia que hoy nos conmueve, mañana la olvidamos porque otra
ocupa su lugar. Jesús nos dice que ser cristiano de verdad exige comprometernos, y por tanto,
“nadar contracorriente”, pensar y actuar contra la mentalidad reinante cuando
está en contradicción con el Evangelio.
Los
primeros cristianos son un ejemplo para nosotros: en un mundo tan diferente de
vivir como era el romano y el griego, su forma de vida fue penetrando porque veían en ellos una manera de vida que atraía.
Hoy
tenemos bienestar, disponemos de medios
económicos, pero no llegamos a ser felices. Todos pensamos en los bienes materiales, la economía, pero fuera de esto nos quedamos perdidos
en una vida superficial y vacía, sin esperanza ni alegría.
Necesitamos
al Señor con nosotros, necesitamos la Eucaristía de cada domingo, necesitamos
la plegaria de la familia cristiana, compañeros de camino hacia la meta que Jesús
nos señala, donde viviremos plenamente
nuestra humanidad como hijos de Dios.
CAMPAMENTO SCOUT PARROQUIA DE LA RESURRECCIÓN
Misa domingo 7 de agosto. Día de padres.