sábado, 16 de julio de 2022

Día 17 julio de 2022. Domingo XVI del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Génesis 18,1-10a
  • Salmo responsorial 14,2-3ab.3cd-4ab.5
  • Colosenses 1,24-28
  • Lucas 10,38-42

Siguiendo el hilo de la narración del evangelio,  se pone de relieve  la queja  que Marta presenta a Jesús, a propósito de su hermana menor, María,  que en lugar de estar ayudando al servicio en la  preparación de la comida, está sentada a los pies del maestro escuchando sus palabras como un discípulo más.

Es reveladora la respuesta de Jesús: “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; sólo una es necesaria; María ha elegido la mejor parte y no se le quitará”. Jesús no critica a Marta  por estar ocupada, sino por estar inquieta y nerviosa  con realidades que no son tan importantes, o porque habrá otro momento para ocuparse de ellas. Tampoco dice Jesús que lo que hace está mal, sino que “María ha escogido la mejor parte”. Tenemos que ser como Marta y María, pero sin olvidar lo que ha de ser primero.

 No sería correcto sacar la conclusión que hay dos clases de discípulos o de cristianos: los que se dedican a la vida activa, como Marta, que estaba atareada con los preparativos para ofrecer una comida digna a Jesús y discípulos, y otro tipo de discípulos o cristianos  que se dedican a la oración o contemplación. Lo que sí se plantea es que todo cristiano si quiere serlo de verdad  ha de escuchar al único maestro que es Jesucristo. Una constante en todo el evangelio es  que no puede haber autentico amor a Dios, si no se refleja en el amor a los demás,  en el trabajo, etc. Así  nos lo recordaba  el evangelio del domingo pasado con el ejemplo del buen samaritano que se compadeció del hombre malherido,  al que atendió y curó con esmero, y cuyo ejemplo propuso al maestro de la  ley y  a nosotros: “Anda y haz tú lo mismo”. 

 ¿Qué son más importante, las raíces del árbol o el fruto? Esta es una pregunta absurda, pues todos sabemos que sin raíces es imposible el árbol. Pero sin los frutos el árbol es inútil. Y sin embargo, muchas veces no cuidamos las raíces, y lo mismo que el árbol sin raíz termina por secarse y no dar fruto, también el sentido de la vida, la vida matrimonial y familiar, la vocación religiosa, se secan, se acaban por falta de cuidados. Ya nos lo dice  Jesús en otro lugar: “El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio que edificó su casa sobre arena”. Edificar  sobre roca es escuchar a Jesús y actuar en consecuencia.

En el evangelio de hoy, Jesús  nos enseña a ser como Marta y María: estar enraizados en Cristo, y en consecuencia, más volcados hacia los demás.