LECTURAS
- Génesis 18,1-10a
- Salmo responsorial 14,2-3ab.3cd-4ab.5
- Colosenses 1,24-28
- Lucas 10,38-42
Siguiendo
el hilo de la narración del evangelio,
se pone de relieve la queja que Marta presenta a Jesús, a propósito de su
hermana menor, María, que en lugar de
estar ayudando al servicio en la preparación de la comida, está sentada a los
pies del maestro escuchando sus palabras como un discípulo más.
Es
reveladora la respuesta de Jesús: “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada
por muchas cosas; sólo una es necesaria; María ha elegido la mejor parte y no
se le quitará”. Jesús
no critica a Marta por estar ocupada,
sino por estar inquieta y nerviosa con
realidades que no son tan importantes, o porque habrá otro momento para
ocuparse de ellas. Tampoco dice Jesús que lo que hace está mal, sino que “María
ha escogido la mejor parte”. Tenemos que ser como Marta y María, pero sin
olvidar lo que ha de ser primero.
No sería correcto sacar la conclusión que hay dos clases de discípulos o de
cristianos: los que se dedican a la vida activa, como Marta, que estaba atareada
con los preparativos para ofrecer una comida digna a Jesús y discípulos, y otro
tipo de discípulos o cristianos que se
dedican a la oración o contemplación. Lo
que sí se plantea es que todo cristiano si quiere serlo de verdad ha de escuchar al único maestro que es Jesucristo.
Una constante en todo el evangelio es que
no puede haber autentico amor a Dios, si no se refleja en el amor a los demás, en el trabajo, etc. Así nos
lo recordaba el evangelio del domingo
pasado con el ejemplo del buen samaritano que se compadeció del hombre
malherido, al que atendió y curó con
esmero, y cuyo ejemplo propuso al maestro de la
ley y a nosotros: “Anda y haz tú
lo mismo”.
¿Qué son más importante, las raíces del
árbol o el fruto? Esta es una pregunta absurda, pues todos sabemos que sin
raíces es imposible el árbol. Pero sin los frutos el árbol es inútil. Y sin
embargo, muchas veces no cuidamos las raíces, y lo mismo que el árbol sin raíz
termina por secarse y no dar fruto, también el sentido de la vida, la vida matrimonial y familiar, la vocación religiosa, se secan, se acaban por falta de cuidados. Ya nos lo dice Jesús en otro lugar:
“El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un
hombre necio que edificó su casa sobre arena”. Edificar sobre roca es escuchar a Jesús y actuar en
consecuencia.
En
el evangelio de hoy, Jesús nos enseña a
ser como Marta y María: estar enraizados en Cristo, y en consecuencia, más
volcados hacia los demás.
Siguiendo el hilo de la narración del evangelio, se pone de relieve la queja que Marta presenta a Jesús, a propósito de su hermana menor, María, que en lugar de estar ayudando al servicio en la preparación de la comida, está sentada a los pies del maestro escuchando sus palabras como un discípulo más.
Es reveladora la respuesta de Jesús: “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; sólo una es necesaria; María ha elegido la mejor parte y no se le quitará”. Jesús no critica a Marta por estar ocupada, sino por estar inquieta y nerviosa con realidades que no son tan importantes, o porque habrá otro momento para ocuparse de ellas. Tampoco dice Jesús que lo que hace está mal, sino que “María ha escogido la mejor parte”. Tenemos que ser como Marta y María, pero sin olvidar lo que ha de ser primero.
En
el evangelio de hoy, Jesús nos enseña a
ser como Marta y María: estar enraizados en Cristo, y en consecuencia, más
volcados hacia los demás.