El 25 de julio, lunes, festividad de Santiago, en la parroquia tendremos la Misa a las 8 de la tarde
LECTURAS
A nuestro santo de hoy se le conoce por el distintivo de
“Santiago el Mayor” para distinguirle del otro Santiago, el que era pariente de
Jesús, al que denominamos “El Menor”.
Cuando comienza Jesús los tres años de su “vida pública”, el mar
de Galilea era el principal medio de vida para los pueblos que vivían en sus
orillas: Cafarnaúm, Betsaida, Magdala, Tiberiades. Había pescadores agrupados
por familias, que sobrevivían del producto de la pesca. Los había más modestos,
como Simón y su hermano Andrés y otros más “pudientes”, como Zebedeo y sus dos
hijos, Santiago y Juan, que tenían una barca mejor y otros empleados.
Salomé, la esposa de Zebedeo, es mencionada varias veces por los
evangelistas. Pudo ser una de las mujeres que iban con el grupo que acompañaba
a Jesús y también estaría con María, la Madre de Jesús y María Magdalena, al
pie de la cruz.
Ambos hermanos tenían un carácter impetuoso, por eso Jesús les
puso el apodo de “Boanerges” (hijos del trueno). Lo demostraron en algunas
ocasiones, por ejemplo cuando al aproximarse a una aldea de Samaria y sus
habitantes no quisieron recibirles, la reacción de los violentos Santiago y
Juan fue:”Señor ¿quieres que pidamos que baje fuego del Cielo y los
consuma?”(Lc. 9,54).
Pero a pesar de todo,
Jesús sentía una predilección hacia ellos. En los acontecimientos más
destacados están ellos presentes: en la Transfiguración en el Tabor, en la
resurrección de la hija de Jairo, la agonía en Getsemaní, etc. Su madre quiere
lo mejor para ellos y así, pensando que el Mesías es un libertador político,
que restaurará el reino de Israel, le pide que sus dos hijos se sienten junto a
su trono, uno a su derecha y el otro a su izquierda; ambición muy propia de una
madre.
Pero el destino de Santiago no estaba donde su madre pensaba.
Jesús les había pedido a los Apóstoles que predicaran el evangelio hasta en los
“últimos confines de la tierra” y eso es lo que hizo Santiago, llegar hasta el
“Finis terrae”. Hispania era entonces el final de la tierra conocida. Era la
zona más lejana del Imperio Romano, la más desconocida, la más misteriosa.
Según la tradición popular, Santiago viene hablándoles de un
nuevo Dios que ha sido crucificado por sus enemigos y predica la mansedumbre y
la pobreza. ¡Le toman por loco! Debió desembarcar por Tarragona. Cuentan que al
llegar a Caesaraugusta (la actual Zaragoza) estaba deprimido y desalentado,
porque no veía resultados para tanto esfuerzo. Entonces, la Madre de Jesús, que
tanto les había alentado después de la Resurrección y Ascensión de su Hijo, le
sonríe, le habla y le consuela. La semilla que él había sembrado germinaría y
daría abundante fruto.
Pero una vez asentados los cimientos de la fe cristiana en las
tierras hispanas, Santiago regresa a Jerusalén en el año 44 y es el primero en
“beber el cáliz” que Jesús les había prometido. Herodes Agripa, que entonces
gobernaba en Judea, “quitó la vida a Santiago, hermano de Juan con la espada”
(Act. 12, 2). La persecución dispersó a sus discípulos y dice la tradición que
ellos trajeron su cuerpo en barco hasta los confines de la Tierra, donde él
había predicado, sepultándolo en un lugar, que no pudo ser localizado, próximo
a las rías gallegas y que una vez descubierto milagrosamente, se convirtió en
el centro de peregrinaciones cristianas más importante del mundo, después de
Roma y Jerusalén por donde han pasado millones de peregrino de toda clase y
condición movidos por la llama de la fe, sembrada por el gran Apóstol.
Efectivamente el sepulcro de Santiago se habría de convertir en un lugar predilecto de peregrinación, que se remonta al siglo X, después que Alfonso II descubriera su tumba, siendo en el siglo XII cuando estas peregrinaciones experimentan un enorme apogeo a impulsos del arzobispo Diego Gelmirez, quien es reconocido también como el gran iniciador de la basílica compostelana, la más bella de todas las que levantó el arte románico, donde reposan los restos del Apóstol; este auge fue creciendo durante el siglo XIII. En la actualidad, por los motivos que sean, el camino de Santiago es recorrido por muchos peregrinos, también los papas san Juan Pablo II en 1982 y en 1989, y Benedicto XVI en el año 2010.