LECTURAS
- Hechos de os Apóstoles 15,1-2.22-29
- Salmo responsorial 66,2-3.5.6.8
- Apocalipsis 21, 10-14.22-23
- Juan 14, 23-29
Con
el aumento de los creyentes en los primeros años del cristianismo, surgió un
problema del que nos habla la 1ª lectura de Hechos que hemos escuchado: problema originado por algunos
cristianos de mentalidad judaizante que
bajaron a Antioquia, diciendo que para
salvarse había que adoptar la ley de Moisés. Esto provocó que Pablo, Bernabé y
algunos otros cristianos de Antioquía fueran a Jerusalén para encontrarse con los apóstoles y presbíteros, exponiendo el problema planteado por los judaizantes.
La
cuestión que se planteó fue fundamental para el futuro de la fe cristiana, pues se trataba si los nuevos creyentes en Cristo debían estar sujetos a la ley judía, o bastaba la fe en la persona de Jesucristo. Como hemos escuchado,
la decisión fue que el cristiano no depende de la ley judía sino que lo
importante es la fe en Jesucristo, muerto y resucitado. Esto dio un gran
impulso a la Iglesia, de modo que la misión de anunciar el Evangelio a todas
las gentes era el signo de identidad de
la Iglesia, cumpliendo así al mandato de Jesús: “Como el Padre me envió así os
envío yo: Id al mundo entero y anunciad el Evangelio a todos los pueblos, enseñando todo lo que os he mandado, bautizando a los que
crean...”.
En el momento actual estamos en etapa consultiva a los fieles cristianos sobre la sinodalidad de
la Iglesia, con el lema: “por una Iglesia sinodal: comunión, participación,
misión”. También
hoy, como sucedió en aquellos primeros
años de la Iglesia naciente, vivimos dificultades y tenemos nuevos retos, que
debemos tratar entre todos buscando una salida adecuada.
El
Papa nos lo ha recordado: el futuro de la Iglesia pasa por la sinodalidad, esto
es: “caminar juntos”(es lo que significa el término “sínodo”), buscando solución a los
problemas en diálogo fraterno, hablando
con libertad y escuchando los diferentes puntos de vista, y
esto hay que hacerlo en el espíritu de Jesús, porque solo a la luz del Espíritu
Santo podemos discernir y descubrir lo
que Dios espera de nosotros. Partiendo del ser “sinodal” de la Iglesia, tenemos cauces para vivir dicho
estilo sinodal en nuestra parroquia como son:
- El Consejo parroquial de Pastoral, donde se
debe llevar y buscar respuesta a los proyectos, problemas y retos que se
presentan a la parroquia.
- Los grupos de catequistas, donde se debe
dialogar para asegurar una mejor transmisión de la fe.
- El equipo de Cáritas que debe preguntarse cómo prestar ayuda a los más necesitados, con actitud de escucha y
valorando las situaciones.
- El grupo de Liturgia o de Lectores aprendiendo
a mejorar la celebración litúrgica, para
ayudar a la asamblea a vivir mejor la Eucaristía del Domingo.
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
La Iglesia en España celebra el domingo
22 de mayo la Pascua del Enfermo. «Acompañar en el sufrimiento» es
el lema que el departamento de Pastoral de la Salud ha
propuesto para esta Campaña que tiene como fin sensibilizar sobre la
necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.
En sintonía con el lema, «Acompañar en el sufrimiento», los
obispos españoles nos recuerdan que los Evangelios nos narran los
continuos encuentros
de Jesús con las personas enfermas para acompañar su dolor, darle sentido,
curarlo. Por eso, afirman, “como discípulos suyos, estamos llamados a hacer lo
mismo”.
En
este sentido, destacan que la
experiencia vivida durante estos dos últimos años con la pandemia de la Covid-19, ha mostrado nuestra vulnerabilidad y,
sobre todo, «nos ha hecho percibir la necesidad de acompañar a
los que sufren cualquier tipo de enfermedad, ya sea de las más habituales, ya
de otras menos “visualizadas” que provocan un sufrimiento
grande como las enfermedades mentales, las neurodegenerativas (ELA, Alzheimer…)
o las denominadas “enfermedades raras”, para las que se destinan menos recursos
humanos y materiales”.
Cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar: el enfermo “es siempre el
centro de nuestra caridad pastoral. No podemos dejar de
escuchar al paciente, su historia, sus angustias y sus miedos. Incluso cuando no es
posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre
es posible hacer sentir nuestra cercanía”.
“El mayor dolor es el sufrimiento moral ante la falta de
esperanza”. Y esa falta de esperanza, matizan “nace con frecuencia en
terrenos donde no se ha sembrado la fe. Como nos recuerda el Papa Francisco,
“si la peor discriminación que padecen los pobres -y los enfermos son pobres de
salud- es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía
de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la
propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe” (Evangelii gaudium, 200).
PRIMERAS COMUNIONES
21 mayo de 2022
Con
el aumento de los creyentes en los primeros años del cristianismo, surgió un
problema del que nos habla la 1ª lectura de Hechos que hemos escuchado: problema originado por algunos
cristianos de mentalidad judaizante que
bajaron a Antioquia, diciendo que para
salvarse había que adoptar la ley de Moisés. Esto provocó que Pablo, Bernabé y
algunos otros cristianos de Antioquía fueran a Jerusalén para encontrarse con los apóstoles y presbíteros, exponiendo el problema planteado por los judaizantes.
La
cuestión que se planteó fue fundamental para el futuro de la fe cristiana, pues se trataba si los nuevos creyentes en Cristo debían estar sujetos a la ley judía, o bastaba la fe en la persona de Jesucristo. Como hemos escuchado,
la decisión fue que el cristiano no depende de la ley judía sino que lo
importante es la fe en Jesucristo, muerto y resucitado. Esto dio un gran
impulso a la Iglesia, de modo que la misión de anunciar el Evangelio a todas
las gentes era el signo de identidad de
la Iglesia, cumpliendo así al mandato de Jesús: “Como el Padre me envió así os
envío yo: Id al mundo entero y anunciad el Evangelio a todos los pueblos, enseñando todo lo que os he mandado, bautizando a los que
crean...”.
En el momento actual estamos en etapa consultiva a los fieles cristianos sobre la sinodalidad de la Iglesia, con el lema: “por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”. También hoy, como sucedió en aquellos primeros años de la Iglesia naciente, vivimos dificultades y tenemos nuevos retos, que debemos tratar entre todos buscando una salida adecuada.
El Papa nos lo ha recordado: el futuro de la Iglesia pasa por la sinodalidad, esto es: “caminar juntos”(es lo que significa el término “sínodo”), buscando solución a los problemas en diálogo fraterno, hablando con libertad y escuchando los diferentes puntos de vista, y esto hay que hacerlo en el espíritu de Jesús, porque solo a la luz del Espíritu Santo podemos discernir y descubrir lo que Dios espera de nosotros. Partiendo del ser “sinodal” de la Iglesia, tenemos cauces para vivir dicho estilo sinodal en nuestra parroquia como son:
- El Consejo parroquial de Pastoral, donde se
debe llevar y buscar respuesta a los proyectos, problemas y retos que se
presentan a la parroquia.
- Los grupos de catequistas, donde se debe
dialogar para asegurar una mejor transmisión de la fe.
- El equipo de Cáritas que debe preguntarse cómo prestar ayuda a los más necesitados, con actitud de escucha y
valorando las situaciones.
- El grupo de Liturgia o de Lectores aprendiendo a mejorar la celebración litúrgica, para ayudar a la asamblea a vivir mejor la Eucaristía del Domingo.
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
La Iglesia en España celebra el domingo
22 de mayo la Pascua del Enfermo. «Acompañar en el sufrimiento» es
el lema que el departamento de Pastoral de la Salud ha
propuesto para esta Campaña que tiene como fin sensibilizar sobre la
necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.
En sintonía con el lema, «Acompañar en el sufrimiento», los
obispos españoles nos recuerdan que los Evangelios nos narran los
continuos encuentros
de Jesús con las personas enfermas para acompañar su dolor, darle sentido,
curarlo. Por eso, afirman, “como discípulos suyos, estamos llamados a hacer lo
mismo”.
En este sentido, destacan que la experiencia vivida durante estos dos últimos años con la pandemia de la Covid-19, ha mostrado nuestra vulnerabilidad y, sobre todo, «nos ha hecho percibir la necesidad de acompañar a los que sufren cualquier tipo de enfermedad, ya sea de las más habituales, ya de otras menos “visualizadas” que provocan un sufrimiento grande como las enfermedades mentales, las neurodegenerativas (ELA, Alzheimer…) o las denominadas “enfermedades raras”, para las que se destinan menos recursos humanos y materiales”.
Cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar: el enfermo “es siempre el centro de nuestra caridad pastoral. No podemos dejar de escuchar al paciente, su historia, sus angustias y sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir nuestra cercanía”.
“El mayor dolor es el sufrimiento moral ante la falta de esperanza”. Y esa falta de esperanza, matizan “nace con frecuencia en terrenos donde no se ha sembrado la fe. Como nos recuerda el Papa Francisco, “si la peor discriminación que padecen los pobres -y los enfermos son pobres de salud- es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe” (Evangelii gaudium, 200).
PRIMERAS COMUNIONES