LECTURAS
- Deuteronomio 26,4-19
- Salmo responsorial 90, 1-2.10-11.12-13.14-14
- Romanos 10,8-13
- Lucas 4,1-13
El primer domingo de cuaresma nos encontramos con el relato de las tentaciones de Jesús. Jesús al hacerse hombre, asume una humanidad real, situándose a nuestro nivel. Si ha pasado por dónde debemos pasar nosotros, con debilidades, limitaciones, y si fue “probado en todo igual que nosotros”, como dice la carta a los Hebreos (4,15), entonces puede comprender a los que son tentados y compadecerse de nuestras flaquezas.
Así pues, cuenta el evangelio que Jesús fue tentado por el diablo. Lo que nos dice el evangelio es que Jesús, como le puede ocurrir a cualquier hombre o mujer, en su vida y misión, sufrió la tentación de caminos engañosos y seductores, que pretendían desviarlo de lo más esencial de su misión.
En las tentaciones, Jesús fue categórico: cortó por lo sano, no se dejó llevar por los halagos ni promesas. De Jesús aprendemos a rechazar todo lo que nos aleja de Dios “No sólo de pan vive el hombre…” dijo Jesús. El pan y los medios materiales son necesarios para vivir, pero el ser humano necesita también algo más: necesitamos también un sentido de vida, necesitamos una esperanza, unos valores que sostengan dicha esperanza.
Jesús
rechazando la tentación del poder nos dice
que el poder no humaniza al mundo. Seguir a Jesús no es compatible con ir buscando gloria y poder; por eso, Jesús dirá: “Sabéis
que los poderosos y grandes tiranizan y oprimen
a los pueblos… no sea así entre vosotros. El que quiera ser primero, que se haga servidor de todos”.
Jesús tuvo la tentación de manifestarse de manera triunfal, espectacular. Es como sentir una voz que dice: "realiza actos espectaculares y todos verán que eres grande y te seguirán”. Recordemos cuando algunos dicen a Jesús: “Bájate de la cruz y creeremos que eres el hijo de Dios”. Es la tentación del protagonismo, del prestigio, deslumbrando a los demás; es una tentación que todos podemos tener. Recordemos que Jesús cuando dio de comer a una multitud quisieron elegirlo su líder, pero Jesús se retiró a otro lugar; fue la tentación del poder triunfal que rechazó radicalmente.
Jesús vence las tentaciones, vence el mal optando por el bien, buscando cumplir siempre la voluntad del Padre. Apoyados en él, también nosotros podemos vencerlas y caminar siguiendo sus pasos.
La
Cuaresma que hemos iniciado puede ser un tiempo propicio para buscar momentos
de retiro y oración que nos ayuden a un ejercicio
de discernimiento.