LECTURAS
- Miqueas 5,1-4
- Salmo responsorial 79
- Hebreos 10,5-10
- Lucas 1, 39-45
Si
el domingo pasado la nota dominante de la Palabra de Dios era la alegría, hoy, domingo previo a la Navidad, la alegría se hace vida y quiere nacer en cada persona que acepta recibirla. Así lo afirma el
papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: “La alegría del Evangelio
llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús”. Y así
sucede en el encuentro de María con Isabel, quien exclamó: “¿Quién soy yo para
que me visite la madre de mi Señor?" Pues en cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.
El evangelio de hoy nos presenta a María como mujer de fe. La Virgen de
Nazaret que espera el Hijo que se le ha anunciado, con prisa se pone en camino
para visitar a su prima Isabel. El
evangelio pone de relieve que María se desplaza para ayudar, servir a Isabel,
entrada en años y embarazada de un hijo; pero con ese detalle se nos está
diciendo cómo es la vida de aquellos que
cumplen la voluntad de Dios, porque la verdadera fe no consiste sólo en tener una relación con Dios en la intimidad, como puede ser al
rezar, o ir a la iglesia, sino que la fe
y la escucha de la Palabra de Dios nos debe abrir a los demás, leyendo en las
personas y en circunstancias lo que Dios
nos está pidiendo. Así nos lo dice San Juan en una de sus cartas:”Quien dice
que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano al que ve, es un mentiroso”.
Estamos a pocos días de la Navidad. Vivir la Navidad como cristianos
implica recibir al Señor en el modo cómo
él se hace presente mientras peregrinamos por la historia: lo acogemos en
nuestro corazón celebrando la
Eucaristía, sacramento fundamental de la presencia de Cristo, y esto nos debe
llevar a molestarnos saliendo de nuestra pasividad existencial o indiferencia,
con ganas de contagiar o compartir con otros el gran acontecimiento de Dios hecho
hombre en el Niño de Belén, como hizo la virgen María acudiendo a casa de
Isabel.
María es la mujer que sabe escuchar a Dios en el fondo de su
corazón y vive abierta a sus designios de salvación. Isabel hizo una alabanza de María con
estas palabras memorables: "¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que te
ha dicho el Señor se cumplirá!". Dichoso también nosotros si aprendemos a creer y compartir nuestra fe, porque se cumplirá lo que Dios nos ha
prometido en su hijo Jesucristo.
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Si el domingo pasado la nota dominante de la Palabra de Dios era la alegría, hoy, domingo previo a la Navidad, la alegría se hace vida y quiere nacer en cada persona que acepta recibirla. Así lo afirma el papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús”. Y así sucede en el encuentro de María con Isabel, quien exclamó: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?" Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.
El evangelio de hoy nos presenta a María como mujer de fe. La Virgen de Nazaret que espera el Hijo que se le ha anunciado, con prisa se pone en camino para visitar a su prima Isabel. El evangelio pone de relieve que María se desplaza para ayudar, servir a Isabel, entrada en años y embarazada de un hijo; pero con ese detalle se nos está diciendo cómo es la vida de aquellos que cumplen la voluntad de Dios, porque la verdadera fe no consiste sólo en tener una relación con Dios en la intimidad, como puede ser al rezar, o ir a la iglesia, sino que la fe y la escucha de la Palabra de Dios nos debe abrir a los demás, leyendo en las personas y en circunstancias lo que Dios nos está pidiendo. Así nos lo dice San Juan en una de sus cartas:”Quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano al que ve, es un mentiroso”.
Estamos a pocos días de la Navidad. Vivir la Navidad como cristianos implica recibir al Señor en el modo cómo él se hace presente mientras peregrinamos por la historia: lo acogemos en nuestro corazón celebrando la Eucaristía, sacramento fundamental de la presencia de Cristo, y esto nos debe llevar a molestarnos saliendo de nuestra pasividad existencial o indiferencia, con ganas de contagiar o compartir con otros el gran acontecimiento de Dios hecho hombre en el Niño de Belén, como hizo la virgen María acudiendo a casa de Isabel.
María es la mujer que sabe escuchar a Dios en el fondo de su corazón y vive abierta a sus designios de salvación. Isabel hizo una alabanza de María con estas palabras memorables: "¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!". Dichoso también nosotros si aprendemos a creer y compartir nuestra fe, porque se cumplirá lo que Dios nos ha prometido en su hijo Jesucristo.
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA PENITENCIA:
21 DICIEMBRE, 20,00h.
Varios sacerdotes estarán disponibles para confesar