sábado, 11 de septiembre de 2021

Día 12 septiembre de 2021. Domingo 24 del Tiempo Ordinario.

 

    LECTURAS

  • Isaías 50, 5-9a
  • Salmo responsorial 114
  • Santiago 2, 14-18
  • Marcos 8, 27-35


En el evangelio de este domingo contemplamos  dos escenas, muy cercanas  y a la vez opuestas: por una  parte  Pedro, reconoce la identidad y grandeza de Jesús, al confesar públicamente “Tú eres el Mesías”.  Pero en la mente de Pedro está la misma concepción  que tenían los judíos de la época, que entendían el Mesías como liberador del pueblo  de la opresión romana e instaurador de un reinado político  en el que Dios se haría de respetar. De ahí que, cuando poco después, Jesús habla de sufrimiento, muerte y resurrección, Pedro intentó disuadirlo, diciendo a Jesús: “Aparta de ti tales pensamientos, eso no te puede suceder”.

 Tanto Pedro como el resto de los discípulos  no habían entendido el sentido de la misión de Jesús. Jesús deja claro que su misión pasa por el sufrimiento, es decir, Jesús vive su humanidad con todas sus consecuencias, y una de ellas es que habría quienes no entenderían  ni querían entender  su mensaje, y buscaron quitarlo de en medio, como así sucedió  con su pasión y  muerte.

Si  alguien nos preguntara: ¿Quién es para ti Jesucristo? ¿Qué has visto en él para seguirle y ser cristiano? Sin negar lo que dice el catecismo, ¿Qué respuesta daríamos desde un punto de vista vivencial, según yo siento a Jesucristo en mi vida?

Decirnos a nosotros mismos con nuestras propias palabras  quien es Jesucristo para mí, cómo afecta a mi vida, puede ser de gran ayuda para crecer en la relación  con él y madurar en la fe.

Como al apóstol Pedro, nosotros también  tenemos necesidad  de dejar que Jesús  nos corrija la visión tal vez errónea que podemos tener de él. Hay que escuchar a Jesús para que corrija nuestras formas de pensar muy humanas, y a  veces no precisamente de acuerdo con lo que Dios quiere y espera de nosotros. Por eso,  Jesús siempre nos dirá: “Si alguno quiere venir en pos de mí, cargue con su cruz y me siga”, que dicho con otras palabras equivale a decir: “Mira, yo voy hacia el Padre, si quieres salvar tu vida, tienes que venir conmigo, porque yo soy el camino que conduce a la vida”.  La cruz es nuestra realidad humana, incluyendo la presencia del mal, presente en el mundo, al que tenemos que combatir, incluso con sufrimiento, pero sabiendo que nuestra meta como la de Jesucristo es la resurrección y la vida en Dios. 


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: 

HOJA DOMINICAL DIOCESANA