LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 4,33; 5,12.17-23; 12,1b-2
- Salmo responsorial
- 2 Corintios 4,7-15
- Mateo 20,20-28
Los
apóstoles eran gente normal, personas del pueblo llano. De algunos de ellos
sabemos su profesión, pescadores en el
lago de Galilea. Este
fue el caso de Santiago, hermano de
Juan, otro gran apóstol, ambos
hijos de Zebedeo y naturales de Betsaida, pueblecito de pescadores junto
al lago de Galilea, y esa era su profesión cuando se encontraron con Jesús.
Lo
mismo que Pedro y Andrés, también Santiago y Juan fueron llamados por Jesús
desde la primera hora a ser discípulos suyos, y como dice el evangelio “inmediatamente
dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”.
Los apóstoles, como cualquiera de nosotros, tenían sus defectos y sus cualidades.
Así nos lo cuenta el evangelio que leemos hoy: la madre de Santiago y Juan pide
a Jesús un favor para sus hijos, es lo que hoy llamamos un “enchufe”. Dijo la
madre: “ordena que estos hijos míos se sienten
en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”; es decir,
pide una posición de privilegio para sus
hijos. El
Evangelio muestra la reacción de enfado de los demás discípulos al oír lo que
pide aquella madre. Esto indica que los demás discípulos no eran menos ambiciosos
que Santiago y Juan.
Pero
los discípulos, poco a poco, fueron transformados por Jesús y fueron cambiando
de mentalidad, pasando de egoístas e interesados a una actitud de entrega a los demás, tal y como Jesús les había dicho: “no seáis como los
jefes de los pueblos que tiranizan y oprimen a sus gentes. No sea así entre
vosotros, el que quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo, como el hijo del hombre que no ha vendió a ser
servido sino a servir y entregar la vida en rescate por muchos”.
Santiago, después de predicar el evangelio durante varios años después de la muerte y resurrección
de Jesús, fue el primero de los apóstoles en beber el cáliz del martirio,
siendo muerto a espada por orden del rey Herodes, como hemos escuchado en la 1ª
lectura de hoy.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: JUNTO AL LAGO
Los apóstoles eran gente normal, personas del pueblo llano. De algunos de ellos sabemos su profesión, pescadores en el lago de Galilea. Este fue el caso de Santiago, hermano de Juan, otro gran apóstol, ambos
hijos de Zebedeo y naturales de Betsaida, pueblecito de pescadores junto al lago de Galilea, y esa era su profesión cuando se encontraron con Jesús.
Lo
mismo que Pedro y Andrés, también Santiago y Juan fueron llamados por Jesús
desde la primera hora a ser discípulos suyos, y como dice el evangelio “inmediatamente
dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”.