LECTURAS
- Génesis 9,8-15
- Salmo responsorial 24
- 1Pedro 3,18-22
- Marcos 1,12-15
En
el evangelio, leemos una línea que dice: “vivía con las fieras y los ángeles le
servían”. Debemos entender este texto en
el sentido de que Jesús, como
toda persona, vivió en medio de las fuerzas que condicionan
a cualquier ser humano, unas buenas, simbolizadas por el Espíritu, los ángeles; y otras malas, como Satán y las “fieras”, entendidas como el mal que
procede del mundo, del ambiente social,
y de nosotros mismos cuando no dominamos
la fuerza de nuestros instintos.
La Cuaresma nos invita a hacer un ejercicio
consciente del amor de Dios, que está en el origen de nuestra
vida y de nuestra fe cristiana. La
auténtica penitencia es mirar con humildad
ese origen y reconocer que, cada vez que vamos por nuestra cuenta, alejándonos
de lo que Jesucristo nos propone,
entonces nos vamos perdiendo, no crecemos ni como personas ni como cristianos.
De
ahí que en Cuaresma la Palabra de Dios nos llama a la “conversión” (del griego
“metanoia”): cambio de mentalidad, un
modo diferente de ver las cosas y a
nosotros mismos. Y “conversión” (del
hebreo “shub”), que significa “volver”, como hemos pedido en el salmo: “Señor
enséñame tus caminos”, los caminos que conducen
a la casa del Padre.
Nuestra
fe nos dice que siempre hay ocasión de regresar a la casa del Padre, como nos
enseña Jesús con la parábola del “hijo pródigo”. El peligro somos nosotros cuando nos falta humildad para volver. Y sin embargo hoy nos dice
Jesús: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y
creed en el Evangelio”.
La
Cuaresma es tiempo idóneo para la conversión y el perdón de los pecados. El
sacramento de la penitencia es, después del bautismo, el lugar donde Dios nos manifiesta su
misericordia con el perdón.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: LLEVADO AL DESIERTO
REANUDAMOS LA CATEQUESIS
A partir del martes próximo, día 23 de febrero, reanudamos la catequesis de Iniciación cristiana y Confirmación, que suspendimos en el mes pasado por razón de la Covid-19, al declarar las autoridades el nivel 3.
En
el evangelio, leemos una línea que dice: “vivía con las fieras y los ángeles le
servían”. Debemos entender este texto en
el sentido de que Jesús, como
toda persona, vivió en medio de las fuerzas que condicionan
a cualquier ser humano, unas buenas, simbolizadas por el Espíritu, los ángeles; y otras malas, como Satán y las “fieras”, entendidas como el mal que
procede del mundo, del ambiente social,
y de nosotros mismos cuando no dominamos
la fuerza de nuestros instintos.
De
ahí que en Cuaresma la Palabra de Dios nos llama a la “conversión” (del griego
“metanoia”): cambio de mentalidad, un
modo diferente de ver las cosas y a
nosotros mismos. Y “conversión” (del
hebreo “shub”), que significa “volver”, como hemos pedido en el salmo: “Señor
enséñame tus caminos”, los caminos que conducen
a la casa del Padre.
Nuestra
fe nos dice que siempre hay ocasión de regresar a la casa del Padre, como nos
enseña Jesús con la parábola del “hijo pródigo”. El peligro somos nosotros cuando nos falta humildad para volver. Y sin embargo hoy nos dice
Jesús: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y
creed en el Evangelio”.
La
Cuaresma es tiempo idóneo para la conversión y el perdón de los pecados. El
sacramento de la penitencia es, después del bautismo, el lugar donde Dios nos manifiesta su
misericordia con el perdón.