sábado, 6 de junio de 2020

Día 7 de junio de 2020. Domingo de la Santísima Trinidad

LECTURAS

  • Éxodo 34,4b-6.8-9
  • Salmo responsorial Dn 3,52-56
  • 2 Corintios 13,11-13
  • Juan 3,16-18
Es difícil hablar de Dios, entre otras cosas porque Dios está más allá de nosotros, y nosotros hablamos de Dios con nuestras palabras  y según la imagen que nos hacemos de él que,  por lo general, no corresponde a como es realmente.
 Hoy celebramos la fiesta de la Trinidad, que es lo mismo que decir Dios, a quien llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, como hacemos al santiguarnos. Y si lo llamamos así  es porque nos lo ha revelado Jesucristo. Sólo Dios puede hablarnos como conviene. Por ello, el cristiano debe hablar de Dios  según lo que nos ha mostrado Jesucristo, Dios hecho hombre, “Dios-con-nosotros”. Nos lo decía Jesús hace poco: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. Lo que yo os digo no lo digo por mi cuenta, sino que os digo lo que he oído al Padre… Creedme, el Padre está en mí y yo en el Padre”. Es por esto que el evangelista Juan  a Jesucristo lo llama la “Palabra”, porque él, que es Dios, nos comunica lo que Dios quiere que sepamos de él.
 Dios  que nos quiere gratuitamente porque es amor, nos invita a hacer lo mismo con los demás. Como Jesucristo, el rostro visible de Dios,  que ha venido a salvar y no a condenar, también nosotros, sus discípulos, estamos llamados a  ser reflejo de lo que Dios hace con  cada uno de nosotros, y en consecuencia,  crear lazos de fraternidad, mostrando así  que somos hijos de Dios.
Hoy, Jornada de la vida contemplativa, oramos para que haya  jóvenes, que escuchen y respondan con alegría,  si Dios los llama a ser cristianos por este camino de vida en los monasterios.