LECTURAS
- Éxodo 34,4b-6.8-9
- Salmo responsorial Dn 3,52-56
- 2 Corintios 13,11-13
- Juan 3,16-18
Es
difícil hablar de Dios, entre otras cosas porque Dios
está más allá de nosotros, y nosotros hablamos de Dios con nuestras
palabras y según la imagen que nos
hacemos de él que, por lo general, no
corresponde a como es realmente.
Hoy celebramos la fiesta de la Trinidad, que es lo mismo que decir Dios, a
quien llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, como hacemos al santiguarnos. Y si lo llamamos así es porque nos lo ha revelado Jesucristo. Sólo Dios puede hablarnos como
conviene. Por ello, el cristiano debe hablar de Dios según lo que nos ha mostrado Jesucristo, Dios
hecho hombre, “Dios-con-nosotros”. Nos
lo decía Jesús hace poco: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. Lo que yo
os digo no lo digo por mi cuenta, sino que os digo lo que he oído al Padre…
Creedme, el Padre está en mí y yo en el Padre”. Es por esto que el evangelista
Juan a Jesucristo lo llama la “Palabra”,
porque él, que es Dios, nos comunica lo que Dios quiere que sepamos de él.
Dios que nos quiere gratuitamente porque
es amor, nos invita a hacer lo mismo con los demás. Como Jesucristo, el rostro
visible de Dios, que ha venido a salvar
y no a condenar, también nosotros, sus discípulos, estamos llamados a ser reflejo de lo que Dios hace con cada uno de nosotros, y en consecuencia, crear lazos de fraternidad, mostrando así que somos hijos de Dios.
Hoy, Jornada de la vida contemplativa, oramos para que haya jóvenes, que escuchen
y respondan con alegría, si Dios los
llama a ser cristianos por este camino de vida en los monasterios.
LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: RECUPERAR LA SALVACIÓN
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
Es
difícil hablar de Dios, entre otras cosas porque Dios
está más allá de nosotros, y nosotros hablamos de Dios con nuestras
palabras y según la imagen que nos
hacemos de él que, por lo general, no
corresponde a como es realmente.
Hoy celebramos la fiesta de la Trinidad, que es lo mismo que decir Dios, a
quien llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, como hacemos al santiguarnos. Y si lo llamamos así es porque nos lo ha revelado Jesucristo. Sólo Dios puede hablarnos como
conviene. Por ello, el cristiano debe hablar de Dios según lo que nos ha mostrado Jesucristo, Dios
hecho hombre, “Dios-con-nosotros”. Nos
lo decía Jesús hace poco: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. Lo que yo
os digo no lo digo por mi cuenta, sino que os digo lo que he oído al Padre…
Creedme, el Padre está en mí y yo en el Padre”. Es por esto que el evangelista
Juan a Jesucristo lo llama la “Palabra”,
porque él, que es Dios, nos comunica lo que Dios quiere que sepamos de él.
Dios que nos quiere gratuitamente porque
es amor, nos invita a hacer lo mismo con los demás. Como Jesucristo, el rostro
visible de Dios, que ha venido a salvar
y no a condenar, también nosotros, sus discípulos, estamos llamados a ser reflejo de lo que Dios hace con cada uno de nosotros, y en consecuencia, crear lazos de fraternidad, mostrando así que somos hijos de Dios.
Hoy, Jornada de la vida contemplativa, oramos para que haya jóvenes, que escuchen
y respondan con alegría, si Dios los
llama a ser cristianos por este camino de vida en los monasterios.