LECTURAS
- Jonás 3,1-5.10
- Salmo responsorial 82
- 1 Corintios 7,29-31
- Marcos 1,14-20
Jesús inicia su predicación anunciando la presencia del Reino de Dios, y esto lo hace con palabras y hechos. Usa parábolas e imágenes tomadas de la vida cotidiana para presentar diversos aspectos de dicho Reino: el sembrador, el comerciante en perlas finas, el padre con dos hijos, el grano de mostaza, etc. Y también hechos y gestos: perdonando a los pecadores, liberando del mal sanando enfermos, reintegrando a los marginados.
Jesús no busca ofrecer espectáculo, sino hacer que las personas se descubran hijos de Dios y hermanos unos de otros, viviendo de manera nueva la existencia humana, según los criterios de Dios, que Jesús va desgranando a lo largo del evangelio.
Y al mismo tiempo se rodea de colaboradores, que no son personas dotadas de habilidades especiales, sino gente corriente, que están en el tajo del trabajo como eran aquellos pescadores del lago de Galilea. Jesús los llama a seguirlo, y dará nueva orientación a su oficio: "os haré pescadores de hombres", les dice. Estos primeros discípulos dejaron las redes y oficio para entrar en la "escuela Jesús", aprendiendo junto al maestro qué hacer y cómo hacer.
Nosotros, los cristianos, somos hoy la escuela de Jesús, y para ser buenos discípulos nos hace falta la actitud que hemos repetido en el salmo responsorial: "Señor, enséñanos tus caminos". Y Jesús nos dice que creamos en le Evangelio, que cambiemos de mentalidad porque nuestros caminos no son siempre los caminos que Dios quiere. Aprendamos de Jesús, icono del Padre.