viernes, 26 de septiembre de 2025

28 septiembre de 2025. Domingo XXVI del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Amós 8,4-7
  • Salmo responsorial 145,7-10
  • 1 Timoteo 2,1-8
  • Lucas 16,1-13


     Las lecturas de hoy muestran, con mucha claridad, que hay dos caminos, dos maneras de comprender la vida: centrarse en uno mismo, olvidando a Dios y a los demás, o hacer de Dios el centro de la propia vida y encontrarse con los demás que son imagen de Dios. Porque según la opción que elijamos, nuestra vida tiene un sentido u otro, con diferentes orientaciones: ser una persona que da vida, o ser una persona que no deja vivir.

Ciertamente, hay personas con quienes da gusto encontrarnos, porque con ellas podemos compartir y reír juntos;  como dice San Pablo, viven con justicia, piedad, amor, paciencia, mansedumbre, en definitiva, son personas llenas de Dios. Pero hay otras personas, que cuando las vemos venir, nos traen problemas porque todo lo ven desde su pequeña mirada egoísta, solo tienen el corazón lleno de ellos mismos, sin rastro de Dios. Ni son felices ni hacen felices a los demás.

     La parábola muestra cómo el mal uso de los bienes siempre perjudica a alguien; a su vez, recuerda que las riquezas pueden provocar que las personas se vuelvan ciegas y sordas. Hay demasiadas urgencias e injusticias junto a nuestras puertas, pero pasamos de largo, y no nos interesan porque no nos afectan.

  Recordemos que Jesús hizo un mandamiento principal, uniendo dos grandes mandamientos: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”, y sentenció: “en este mandamiento se resume la Ley y los Profetas”, es decir, cumplir esto es cumplir lo que Dios quiere.

     El prójimo es el criterio definitivo para la salvación, como nos dice también Jesús en la parábola del juicio final: “En verdad os digo, que lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, y también: “Lo que no hicisteis con estos, mis hermanos más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo. Y entonces éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna” (Mt 25, 40.45-46).

    LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA

                                     DOMINGO 5 DE COTUBRE 2025



Con el lema "Migrantes, misioneros de esperanza", queremos recordar que las personas migrantes y refugiadas no solo buscan donde vivir, sino que también llevan consigo la semilla de la esperanza y la fe en un mundo más justo y solidario.


 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Día 21 septiembre de 2025. Domingo XXV del Tiempo Ordinario.

 

LECTURAS

  • Amós 8,4-7
  • Salmo responsorial
  • 1 Timoteo 2,1-8
  • Lucas 16,1-13

   A primera vista, el evangelio de hoy nos desconcierta porque cuesta entender cómo el hombre rico alaba a su administrador que lo engaña, rebajando la deuda de los prestamistas. Para comprenderlo es necesario entender el “género parábola”, cuyo objetivo es transmitir una enseñanza, que interpele a los oyentes. Lo que Jesús quiere mostrar a sus discípulos es que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, y con ello nos dice que no seamos cristianos ingenuos, sino que consideremos las realidades como son y tengamos conciencia crítica, y no nos limitemos a resignarnos y aceptarlo todo sin más, porque no todo vale. Cuántas veces decimos con resignación: “¡Es la voluntad de Dios!”, o también :“¡Qué vamos a hacer, si el mundo está así!”. Estas no son respuestas cristianas. 

    El papa Francisco recogió la denuncia del profeta Amós, y la plasmó actualizándola en su encíclica “Fratelli tutti”, donde escribe: “Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo, no se considera ya a la persona como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitados, si todavía no son útiles, “como los no nacidos, o si " ya no sirven”, como los ancianos;  nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos que es uno de los más vergonzosos. Reflexionemos sobre ello”, escribía el Papa.

    El Evangelio termina con una frase lapidaria. “No podéis servir a dos señores, porque, o bien se aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. Si tenemos claro que debemos amar a Dios antes que nada y nadie es porque creemos profundamente que él es nuestro Salvador, y que nos jugamos el ser hijos de la luz o hijos de las tinieblas. Es mejor ser hijo de la luz, porque las riquezas de este mundo pasarán, pero las riquezas de un corazón que sigue a Dios perdurarán porque somos discípulos del Resucitado, y tenemos nuestra esperanza puesta en Dios y en la vida eterna que él nos ofrece. 

LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA





domingo, 14 de septiembre de 2025

14 septiembre de 2025. Domingo 24 del Tiempo Ordinario. Exaltación de la Santa Cruz.

 

LECTURAS

  • Números 21,4b-9
  • Salmo responsorial 77, 1-2.34-38
  • Filipenses 2,6-11
  • Lucas Juan 3,13-17


En la primera lectura, por orden de Dios, Moisés construye una serpiente de bronce, parecida a las serpientes que había en el desierto, y la pone en alto a la vista de todos, con la indicación de que todos aquellos heridos por serpientes que la miren serán curados. La serpiente no tenía carácter mágico, solo tenía sentido porque Dios ordenó realizarla. Y como la gente, supersticiosamente, pensaban que Dios los castigaba, con este signo Dios les indica que es él quien los cura y salva.

Hablando con Nicodemo, Jesús evoca aquel signo de la serpiente en alto, revelando que cuando él sea alzado y glorificado sobre la cruz, aquellos que crean en él y le sigan también participarán de la vida de Dios que viene por Jesucristo. Jesús, en varias ocasiones, anunció su muerte y resurrección. No se trata solo de mirar la cruz, sino de creer. Y no creer en el Jesús según nuestra imaginación, sino en el Cristo crucificado, porque Jesucristo nos salva no desde la fuerza sino desde la debilidad. Seguir a Jesús es sentir admiración y al mismo tiempo seguir sus pasos, siendo conscientes de que todo lo que somos es gracias a él.

 Todo el Evangelio nos está mostrando el deseo de salvación por parte de Dios, que quiere que la humanidad, creada por amor, partícipe de su amor, Y esta es la razón por la que Dios se encarna en Jesús, haciéndose hombre, para que, venciendo el pecado y la muerte, también la humanidad partícipe de la gloria de Dios a la que fue destinada antes de la creación del mundo. Jesucristo, Dios hecho hombre, arranca a los seres humanos de las tinieblas y de la muerte, y es en el encuentro con Jesús como cada persona decide su destino último. Creer es acoger a Jesús y vivir según él nos enseña; no creer es rechazar a Jesús y la salvación, y, por tanto, esto implica situarse en un terreno fuera de Dios. Esto es lo que llamamos “infierno”.

San Ignacio de Loyola nos ofrece un pensamiento: “Imaginando lo que Cristo ha hecho por ti en la cruz, pregúntate qué tienes que hacer tú por Él”.


LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA