LECTURAS
- Eclesiástico 24, 1.2.6.8-12
- Salmo responsorial 147, 12-15.19-20
- Efesios 1, 3-6.15-18
- Juan 1, 1-18
La luz que es Jesucristo enciende en nosotros
la fe que nos mueve a reconocer a Dios como Padre y a vivir como hijos. Así nos
lo dice el evangelio: “A cuántos le recibieron, les da poder para ser hijos de
Dios, si creen en su nombre”. San Pablo concreta esto mismo, cuando
nos dice en la 2ª lectura: “Dios nos ha destinado, antes de la fundación del
mundo, a ser sus hijos por medio de Jesucristo”. Y en otra de sus cartas, lo
expresa con la imagen de “hijos de Dios por adopción”, por mediación de
Jesucristo.
El nacimiento de Jesucristo provoca una
relación de solidaridad de Dios con la humanidad. Dios se hace tan cercano a la
humanidad que nos adopta como hijos, sí creemos en Jesucristo. Esto que Jesús
nos trae con su encarnación y nacimiento se hace realidad para cada uno por el
bautismo y la fe vivida en el día a día. Pero, además, la Encarnación de
Jesucristo nos permite mirar a los demás con ojos nuevos: porque si todos somos
hijos del mismo Padre Dios, entonces también somos hermanos unos de otros. De
aquí la necesidad de preocuparnos más de los demás, haciendo posible que todos
lleguen a creer en Jesucristo para que reconozcan a Dios como Padre y vivan en
consecuencia.
La luz que es Jesucristo enciende en nosotros la fe que nos mueve a reconocer a Dios como Padre y a vivir como hijos. Así nos lo dice el evangelio: “A cuántos le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”. San Pablo concreta esto mismo, cuando nos dice en la 2ª lectura: “Dios nos ha destinado, antes de la fundación del mundo, a ser sus hijos por medio de Jesucristo”. Y en otra de sus cartas, lo expresa con la imagen de “hijos de Dios por adopción”, por mediación de Jesucristo.
El nacimiento de Jesucristo provoca una relación de solidaridad de Dios con la humanidad. Dios se hace tan cercano a la humanidad que nos adopta como hijos, sí creemos en Jesucristo. Esto que Jesús nos trae con su encarnación y nacimiento se hace realidad para cada uno por el bautismo y la fe vivida en el día a día. Pero, además, la Encarnación de Jesucristo nos permite mirar a los demás con ojos nuevos: porque si todos somos hijos del mismo Padre Dios, entonces también somos hermanos unos de otros. De aquí la necesidad de preocuparnos más de los demás, haciendo posible que todos lleguen a creer en Jesucristo para que reconozcan a Dios como Padre y vivan en consecuencia.