LECTURAS
- Isaías 25, 6-10a
- Salmo responsorial
- Filipenses 4,12-14.19-20
- Mateo 22, 1-14
Entre sus muchos oyentes, Jesús tiene
delante de sí a la élite religiosa de Jerusalén, como indica el comienzo del
Evangelio: “volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y
ancianos del pueblo…”.
Jesús compara el “Reino de Dios” con un
banquete de bodas. Para hablar de algo trascendente como es Dios y nuestra
relación con él, utiliza el ejemplo de una realidad muy expresiva, entonces y
ahora, un banquete de bodas. Se trata de una metáfora con la que Jesús manifiesta
que el designio de Dios es que toda la humanidad, y, por tanto, toda persona,
podamos participar plenamente de la alegría de la vida, de una buena relación
de unos con otros y así llegar a ser felices.
Llama la atención que los primeros
convidados no quisieron ir; les volvió a invitar y no hicieron caso: “Uno se
marchó a sus tierras, otro a sus negocios y otros maltrataron a los criados. Ante aquella respuesta negativa, el rey
vuelve a hacer nueva llamada, pero en esta ocasión envía sus criados a los
cruces de los caminos para invitar a la boda a todos los que encuentren, de
toda condición.
La negativa de los primeros invitados es
la respuesta que dieron a Dios los sumos sacerdotes y fariseos, negándose a ir al
banquete del hijo del rey, símbolo de Jesús, al que rechazaron.
El mensaje del evangelio de hoy es
de plena actualidad. Dios nos llama a todos, hoy como ayer, y nuestra respuesta
puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unas
y otras personas.
Si
se prefiere las “tierras o los negocios”, es decir, el tener más y comprar más,
el lograr más seguridad, el gozar de la vida sin importarme los demás, el gozar
de la diversión y el placer inmediato,… quiere decir que es eso lo que me
interesa.
Jesús presenta el “Reino de Dios” como
una gran fiesta que consiste en vivir en paz, perdonar y pedir perdón, respetar
y ayudar al prójimo, comprometernos en tareas nobles y solidarias, aliviar a
los que tienen grandes dificultades, vivir con un sentido de fraternidad reconociendo
al otro como hermano e hijo de Dios.
LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA
Entre sus muchos oyentes, Jesús tiene
delante de sí a la élite religiosa de Jerusalén, como indica el comienzo del
Evangelio: “volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y
ancianos del pueblo…”.
Jesús compara el “Reino de Dios” con un banquete de bodas. Para hablar de algo trascendente como es Dios y nuestra relación con él, utiliza el ejemplo de una realidad muy expresiva, entonces y ahora, un banquete de bodas. Se trata de una metáfora con la que Jesús manifiesta que el designio de Dios es que toda la humanidad, y, por tanto, toda persona, podamos participar plenamente de la alegría de la vida, de una buena relación de unos con otros y así llegar a ser felices.
Llama la atención que los primeros convidados no quisieron ir; les volvió a invitar y no hicieron caso: “Uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios y otros maltrataron a los criados. Ante aquella respuesta negativa, el rey vuelve a hacer nueva llamada, pero en esta ocasión envía sus criados a los cruces de los caminos para invitar a la boda a todos los que encuentren, de toda condición.
La negativa de los primeros invitados es
la respuesta que dieron a Dios los sumos sacerdotes y fariseos, negándose a ir al
banquete del hijo del rey, símbolo de Jesús, al que rechazaron.
El mensaje del evangelio de hoy es de plena actualidad. Dios nos llama a todos, hoy como ayer, y nuestra respuesta puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unas y otras personas.
Si
se prefiere las “tierras o los negocios”, es decir, el tener más y comprar más,
el lograr más seguridad, el gozar de la vida sin importarme los demás, el gozar
de la diversión y el placer inmediato,… quiere decir que es eso lo que me
interesa.
Jesús presenta el “Reino de Dios” como
una gran fiesta que consiste en vivir en paz, perdonar y pedir perdón, respetar
y ayudar al prójimo, comprometernos en tareas nobles y solidarias, aliviar a
los que tienen grandes dificultades, vivir con un sentido de fraternidad reconociendo
al otro como hermano e hijo de Dios.
LECTIO DIVINA PARROQUIA SAN ISIDRO DE ALMANSA