LECTURAS
- Ezequiel 18, 25-28
- Salmo responsorial 24, 4bc-5.7-7.8-9
- Filipenses 2, 1-11
- Mateo 21, 28-32
“Ir a la viña” quiere decir que Dios nos
llama a todos y envía al ambiente y sociedad donde vivimos, pidiéndonos vivir
según su voluntad, es decir, poniendo amor, justicia, perdón, búsqueda del bien
para todos, creando relaciones solidarias y fraternas, respeto y ayuda mutua;
es decir, poner más humanidad en nuestro vivir cotidiano.
En la parábola se indica que no es lo
mismo “decir” que “hacer”. Delante de Dios una persona no vale por lo que dice,
sino por lo que hace; no vale por lo que reza a Dios, sino por el esfuerzo que
pone en hacer la voluntad de Dios, como dijo Jesús: “no todo el que me dice: ¡Señor,
Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad del Padre”.
San Pablo, en la segunda lectura,
nos invita a mirar y seguir a Jesucristo, enviado por el Padre a su viña, el
mundo, donde vivió según el proyecto de Dios. Es cristiano el que sigue a Cristo,
lo que implica aprender de él y hacer como él, de modo que aquellos que traten
con nosotros, descubran en nuestro trato que somos de Jesús porque nos
parecemos a él. Nos propone como seguidores de
Cristo mantenernos concordes con un mismo amor y un mismo sentir, no actuar por
rivalidad y ostentación, no buscar el interés particular sino el interés de los
demás. En definitiva, nos pide tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, que
siendo Dios se hizo hombre, humilde y servidor de todos para reconciliarnos y
hacernos hijos de Dios. El fruto que Jesús nos pide es que
nuestra vida transpire su propia vida, como bien dijo: “En esto conocerán todos
que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros".
Esta parábola del hombre que tenía
dos hijos es también para nosotros, ya que podemos vernos reflejados en ellos,
cuando experimentamos la contradicción entre el “decir” y el “hacer."
Al principio de la parábola Jesús dice:
“¿qué os parece?”; esta pregunta nos la hace hoy a nosotros. Por ello,
podríamos preguntarnos: nuestro sí a Dios ¿es solo de palabra o acompañan también
las obras? Solo respondiendo positivamente a su
llamada interior es posible encontrar la alegría, la paz del corazón y un
sentido pleno a nuestra vida. San Agustín decía:” Ama y dilo con tu vida”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
“Ir a la viña” quiere decir que Dios nos
llama a todos y envía al ambiente y sociedad donde vivimos, pidiéndonos vivir
según su voluntad, es decir, poniendo amor, justicia, perdón, búsqueda del bien
para todos, creando relaciones solidarias y fraternas, respeto y ayuda mutua;
es decir, poner más humanidad en nuestro vivir cotidiano.
En la parábola se indica que no es lo
mismo “decir” que “hacer”. Delante de Dios una persona no vale por lo que dice,
sino por lo que hace; no vale por lo que reza a Dios, sino por el esfuerzo que
pone en hacer la voluntad de Dios, como dijo Jesús: “no todo el que me dice: ¡Señor,
Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad del Padre”.
San Pablo, en la segunda lectura, nos invita a mirar y seguir a Jesucristo, enviado por el Padre a su viña, el mundo, donde vivió según el proyecto de Dios. Es cristiano el que sigue a Cristo, lo que implica aprender de él y hacer como él, de modo que aquellos que traten con nosotros, descubran en nuestro trato que somos de Jesús porque nos parecemos a él. Nos propone como seguidores de Cristo mantenernos concordes con un mismo amor y un mismo sentir, no actuar por rivalidad y ostentación, no buscar el interés particular sino el interés de los demás. En definitiva, nos pide tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, que siendo Dios se hizo hombre, humilde y servidor de todos para reconciliarnos y hacernos hijos de Dios. El fruto que Jesús nos pide es que nuestra vida transpire su propia vida, como bien dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros".
Esta parábola del hombre que tenía dos hijos es también para nosotros, ya que podemos vernos reflejados en ellos, cuando experimentamos la contradicción entre el “decir” y el “hacer."
Al principio de la parábola Jesús dice: “¿qué os parece?”; esta pregunta nos la hace hoy a nosotros. Por ello, podríamos preguntarnos: nuestro sí a Dios ¿es solo de palabra o acompañan también las obras? Solo respondiendo positivamente a su llamada interior es posible encontrar la alegría, la paz del corazón y un sentido pleno a nuestra vida. San Agustín decía:” Ama y dilo con tu vida”.
LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA