viernes, 21 de abril de 2023

Día 23 abril de 2023. Domingo III de Pascua.

 

LECTURAS

  • Hechos de os Apóstoles
  • Salmo responsorial
  • 1 Pedro 1,17-21
  • Lucas 24,13-35

Lo hemos escuchado en el evangelio: dos discípulos de Jesús, tristes y decepcionados por la muerte del maestro y amigo se dirigen a su aldea, Emaús; su conversación es un comentario triste desesperanzado sobre lo sucedido a Jesús en Jerusalén.

 Sólo se dice el nombre de 1 discípulo, Cleofás, el otro podría ser cualquiera de nosotros que, con frecuencia, hacemos camino con Jesús sin darnos cuenta. Hoy, poniéndonos en la piel del discípulo, cuyo nombre no se dice, se nos invita a hacer camino escuchando la Palabra de Dios y participando de la fracción del pan que es la Eucaristía, lugar de la presencia sacramental de Jesús resucitado.

 En el relato observamos que es Jesús quien tiene la iniciativa: se acerca y camina con Cleofás y su compañero,  escucha  los hechos tristes que ha dado al traste todas sus esperanzas, les explica desde la Escrituras el sentido de la realidad que viven, se sienta con ellos a la mesa y parte el pan en el que se identifica, abriéndoles el corazón a la fe y desaparece (indicando que no está físicamente); es entonces cuando Cleofás y su compañero lo reconocen, se liberan de la decepción que traían por el camino, recuperan la alegría de vivir habiendo descubierto a Jesús, y con esa gran fe  vuelven contentos a Jerusalén a compartir la gran noticia con el resto de discípulos.

A los discípulos de Emaús les sucedió lo que dice el papá Francisco en el comienzo de su carta Evangelii Gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús… Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

Toda realidad es como es y la fe no cambia la realidad, pero la fe motiva a leer esa realidad y buscar soluciones con otras claves. Aquí podemos preguntarnos ¿cómo vivimos los acontecimientos que nos suceden? O lo que es lo mismo: ¿Qué papel juega nuestra fe a la hora de analizar y valorar las cosas que ocurren en nosotros y en nuestro entorno?

 Del evangelio de hoy sacamos una lección: que las palabras de Jesús a los discípulos eran necesarias: “¿no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”, pero sin el acontecimiento del pan partido por Jesús los discípulos no hubieran llegado a reconocerlo como resucitado. Las palabras de Jesús prepararon el ambiente para reconocer a Jesús al partir el pan.

Es lo que sucede en nuestras Eucaristías o Misas: es el lugar del encuentro de la Iglesia con Jesús Resucitado, y, por tanto, el “centro y culmen de la vida cristiana”. La presencia de Jesús en la Eucaristía nos invita a la misión, esto es: que salgamos contentos a vivirlo y dar testimonio de él, ser “Iglesia en salida”.



LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

        HOJA DOMINICAL DIOCESANA